Rajoy teme que el «hartazgo social» en Cataluña sea un revés para unas nuevas elecciones

Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría
Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. (Foto: EFE)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La perspectiva de una repetición de elecciones en Cataluña, uno de los horizontes más probables, genera incertidumbres en el Gobierno, y así se lo transmitió el presidente Mariano Rajoy este lunes a su Comité de Dirección. En la dirección ‘popular’ se observa que el «hartazgo» social generado por el ‘procés’ y sobre todo por la deriva del independentismo puede provocar una desactivación del voto que perjudique tanto a los secesionistas como al propio constitucionalismo.

Si esa apatía se traduce en las urnas, el resultado genera inquietud. En Génova se observa cómo incluso los partidos independentistas, que han hecho de la agitación en la calle una de sus señas de supervivencia, han visto mermado en los últimos tiempos su poder de convocatoria. Las concentraciones de este domingo tras la detención de Carles Puigdemont lo atestiguan: nada que ver con las multitudinarias movilizaciones de antaño.

Lo cierto es que la posición del PP en Cataluña es comprometida. Si en las elecciones del 21 de diciembre el partido pasó de once a cuatro diputados, las consecuencias podrían ser ahora letales. El propio Rajoy ha dado a entender en varias ocasiones que esa opción le disgusta. «Todo lo que sea excepcionalidad no es bueno», considero hace unos días, en viaje a Bruselas. La línea del Ejecutivo es la misma: que se elija a una persona sin causas pendientes con la Justicia. «Todo depende de ellos», confían en fuentes gubernamentales.

También en el PP se descarta que la intención sea convocar elecciones, en aplicación del artículo 155. «No estamos en esto», garantizó el coordinador general, Fernando Martínez-Maíllo.

El contador hacia unos nuevos comicios está en marcha desde el pasado jueves, día de la primera votación de investidura fallida de Jordi Turull. Los partidos disponen ahora de un plazo de dos meses antes de la disolución automática del Parlament y la convocatoria de elecciones, que se celebrarían en 54 días. Esto es, el 15 de julio. 

La detención de Carles Puigdemont ha dinamitado la secuencia del independentismo. Ahora, los desacuerdos en el bloque están en la imposible investidura del propio ex president, pendiente de la ejecución de la euro orden. La CUP lo exige, Junts per Catalunya lo avala y ERC se resiste.

Las diferencias son determinantes en  la calculadora de apoyos. Los antisistema ya dejaron claro que no apoyarían a otro aspirante. Sus cuatro votos siguen siendo cruciales, si Toni Comin, ex conseller fugado en Bruselas, no renuncia a su acta. Puigdemont solo podría delegar su voto cuando ingrese en prisión.

La portavoz de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, apostó este lunes por buscar fórmulas para hacer a Puigdemont «presidente de verdad». Las tres formaciones independentistas han forzado la convocatoria de un pleno para este miércoles, a las 10 horas, en el que se debatirá el «derecho político» de Puigdemont a ser investido. El Tribunal Constitucional ya avisó de que la investidura a distancia de un candidato es imposible.

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