Cospedal se fue de la comida por Ordóñez al no sentarla el viejo PP en la mesa presidencial

José María Aznar, Manuel Valls y Soraya Sáenz de Santamaría
José María Aznar, Manuel Valls y Soraya Sáenz de Santamaría. (Foto: EFE)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El acto de entrega del premio de la Fundación Gregorio Ordóñez al ex primer ministro francés, Manuel Valls –celebrado este sábado en San Sebastián– se convirtió en el mejor reflejo de las tensiones que se viven en el seno del Partido Popular, entre los representantes del nuevo PP y la línea que comparte los postulados de José María Aznar. Según el relato de varios asistentes, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, abandonó el almuerzo visiblemente molesta al comprobar que, mientras a Sáenz de Santamaría y a Aznar, junto a Valls y la propia Ana Botella, se les había reservado la mesa presidencial, ella y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, habían sido ‘desplazados’ a mesas distintas.

El cabreo entre los representantes del Gobierno –Soraya, Cospedal y Zoido–era más que notable. En la mesa principal no estaban ni la ministra de Defensa, ni el ministro del Interior. Ambos habían sido colocados en mesas distintas y con un papel totalmente secundario. Sí estaba en cambio la ex alcaldesa de Madrid Ana Botella, algo que sorprendió a algunos de los asistentes.

Cospedal no pudo aguantar semejante dislate y decidió marcharse del acto. El titular de Interior, en cambio, prefirió quedarse hasta el final pese a que su enfado era comparable a los de Cospedal y Soraya. El protocolo durante el homenaje había dado protagonismo al viejo PP, al que representaban Aznar y Botella, frente a los ministros que representaban al Gobierno en el acto por Gregorio Ordóñez.

Reencuentro con Aznar

La crisis con Cataluña planeó sobre todo el acto, y enturbió también el reencuentro de Aznar con Santamaría –visiblemente frío, apenas un intercambio de besos por cortesía– y con la dirección ‘popular’, de la que está totalmente desvinculado tras su renuncia a la presidencia de honor del partido.

El ex presidente no ha dudado en discrepar en este tiempo, y con dureza, de la gestión del Gobierno en Cataluña y los resultados del PP en las elecciones del 21 de diciembre. Críticas, a través de la fundación Faes, a la tibieza de Rajoy, a sus fallos «estratégicos, discursivos y políticos» y a la debacle electoral del PP –cuatro escaños– frente la victoria de Ciudadanos. «Ha sabido interpretar las exigencias de muchos cientos de miles de catalanes –más de un millón–, las ha traducido en un discurso político reconocible y les ha ofrecido una propuesta de esperanza y convicción», afirmó en un comunicado, en un dardo directo al Gobierno, solo dos días después de los comicios. Desde entonces, Aznar no oculta sus simpatías por Rivera.

La tensión llama la atención de Valls

Precisamente, solo un día antes de este encuentro, el ex presidente había exhibido de nuevo sus diferencias con el actual rumbo del PP al destacar, en una entrada en su web, su orgullo por el partido que tuvo «el honor» de presidir.

El ambiente enrarecido llamó la atención del propio Valls, que, en petit comité, mostró su sorpresa: «No sabía que en el PP había los mismos líos que en mi partido», ironizó, en referencia al Partido Socialista francés, que abandonó en junio pasado tras 37 años de militancia.

Desde luego, la cita no era de entrada fácil para nadie, pero generó sinsabor en el Ejecutivo. Sobre todo, por los duros reproches de la viuda de Ordóñez, Ana Iribar, quien, en un discurso duro, cuestionó la  política del Gobierno con ETA y con Cataluña.

«¿No creen que va siendo hora de hacer política con una nueva pulsión que empiece por dejar claro cuáles son los intereses de España y sacudir prejuicios? ¿No creen que va siendo hora de poner en su sitio a los nacionalismos?», espetó, rotunda y directa a Santamaría. Iribar reclamó al Ejecutivo «más tensión democrática» para enfrentarse a los nacionalismos, que, dijo, fueron caldo de cultivo para la banda terrorista y ahora, para los secesionistas catalanes y agradeció a Aznar su apoyo en la lucha contra el terrorismo.

La foto frustrada Aznar-Rivera

En la larga lista de asistentes figuraban también el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso; el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado; el portavoz del PP en el Parlamento vasco, Borja Sémper, el exministro del Interior Jaime Mayor Oreja y la expresidenta del PP vasco María San Gil y dirigentes de otras formaciones políticas, como la líder de los socialistas vascos, Idoia Mendía o el portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Juan Carlos Girauta.

Aunque en un principio estaba prevista la asistencia de Albert Rivera, el partido delegó finalmente en Girauta. Precisamente, esa circunstancia –y la posibilidad de una foto con Aznar– alimentó el temor en el Ejecutivo y el PP. Y de ahí, según algunas fuentes, la nutrida representación de los ‘populares’.

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