El independentismo se envalentona tras el 21-D y recupera las pancartas prohibidas en sus ayuntamientos

Fachada del Ayuntamiento de Vic con simbología independentista.
Fachada del Ayuntamiento de Vic con simbología independentista.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El independentismo se ha venido arriba y sus dirigentes no han esperado ni un día tras la victoria en las elecciones del 21 de diciembre para desafiar la legalidad y atacar la convivencia en sus municipios.

El Ayuntamiento de Vic ha vuelto a colgar en su fachada la pancarta pidiendo la libertad de los «presos políticos», así como el lazo amarillo y una estelada, que la Junta electoral provincial de Barcelona obligó a retirar tras una queja de Ciudadanos. La orden rechazaba explícitamente el uso de símbolos considerados partidistas en edificios públicos durante el período electoral.

El equipo municipal de la localidad -que gobierna el PDeCAT- no ha dudado en anunciar a través de sus redes sociales que volvía a colgar la pancarta. «La estelada, el lazo amarillo y la pancarta vuelven al balcón del Ayuntamiento de Vic, después de las elecciones del 21-D en las que el soberanismo ha obtenido los mejores resultados de la historia en la ciudad».

El mismo camino ha seguido el Ayuntamiento de Sabadell, en cuya fachada se vuelve a ver el apoyo a los encarcelados -tras la orden de la Junta, el consistorio mantuvo la pancarta, aunque dada la vuelta- y otros alcaldes independentistas.

La orden de la Junta electoral afectó a cualquier símbolo partidista, como la iluminación amarilla en las fuentes de Barcelona, color que identifica a los líderes independentistas en prisión.

El grupo municipal del PP presentó un recurso ante la Junta Electoral en el que alegaba que la iniciativa iba en contra de la obligación de las instituciones de ser neutrales. Aunque el consistorio defendió que se trataba de un gesto de solidaridad con las familias de los encarcelados, la Junta lo consideró»un apoyo a una determinada propuesta política seguida por una parte de los partidos políticos que se presentan a las elecciones».

Pese a la prohibición, Colau utilizó el alumbrado navideño de determinadas zonas de Barcelona para su apoyo a los dirigentes golpistas.

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