La oposición democrática venezolana se manifiesta contra Zapatero en Barcelona

Zapatero
COCHE 2

Este lunes, el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero se ha desplazado a Barcelona para apoyar a Susana Díaz en el marco de las primarias para la elección del nuevo secretario general del PSOE. Pero su campaña a favor de una candidata que participa en el proceso de democracia interna socialista se ha topado con la protesta callejera de unos demócratas perseguidos por la tiranía de su país, Venezuela.

Entre gritos de «¡Cómplice, cómplice!», y haciendo batir sus palmas, silbatos y cacerolas, unas decenas de venezolanos han perseguido el coche blindado en el que Zapatero se desplazaba, escoltado por los Mossos d’Esquadra, por las calles de la capital catalana. Al menos dos veces tuvo que detener el coche el chófer que trasladaba al ex presidente, que pudo leer las pancartas con las que le afeaban su cercanía al dictador que los oprime.

Eran representantes en España de la numerosa colonia venezolana, de unas 300.000 personas, que en su inmensa mayoría se compone de partidarios de la oposición democrática, que estos días está siendo reprimida violentamente por las fuerzas del régimen.

La Mesa de Unidad Democrática (MUD), que reúne en coalición a numerosos partidos opositores contra la dictadura de Nicolás Maduro, controla la Asamblea Nacional del país —la única institución con dominada por el chavismo— por una mayoría cualificada de dos tercios. Esto, teóricamente, le otorga poderes cualificados según la Constitución, pero Maduro y su cúpula se han empeñado en desoír sus iniciativas legislativas primero y en deslegitimar después al Parlamento. Incluso, el pasado 30 de marzo le usurpó sus poderes a través de unas sentencias dictadas por varios magistrados del Tribunal Supremo nombrados a dedos por el tirano. Una medida que tuvo que revertir a los pocos días ante la presión internacional y las divisiones internas del régimen.

Desde hace meses, Zapatero lidera una comisión de tres ex presidentes iberoamericanos, formada junto al dominicano Leonel Fernández y el panameño Martín Torrijos, enviados por Unasur —el organismo internacional latinoamericano más proclive a los países bolivarianos— para mediar entre el gobierno dictatorial de Maduro y la oposición democrática. Pero la posición del ex presidente español ha sido duramente criticada por los líderes de la MUD, quienes han llegado a calificarlo de «portavoz de Maduro».

De hecho, José Luis Rodríguez Zapatero no se atreve a llamar preso político a Leopoldo López, ni condenó el autogolpe de Maduro y se limitó a recomendar «diálogo» como la única solución viable en Venezuela. Y todo, a pesar de que el dictador mantiene a más de 100 prisioneros de conciencia políticos —entre ellos a López, líder de Voluntad Popular aislado en lo alto de una torre herrumbrosa de un centro de reclusión militar desde febrero de 2014 y condenado a más de 13 años de prisión por delitos que nunca cometió—, y de que sus fuerzas han llegado a bombardear desde helicópteros con botes de gases lacrimógenos a los manifestantes que han salido estos días a las calles del país.

Desde inicios de abril, son ya más de 20 días de continuas protestas en las calles de las principales ciudades venezolanas con un balance de una veintena de muertos a manos de los colectivos motorizados —las milicias pro Maduro armadas e impunes—, la Policía Nacional (PNB) y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

Cientos de miles de ciudadanos han salido día tras día a las calles de Caracas y otras capitales de Venezuela para reivindicar cuatro exigencias irrenunciables: la convocatoria de elecciones presidenciales de inmediato, el reconocimiento de la Asamblea Nacional, la apertura de un canal humanitario y la liberación de los presos políticos.

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