Alivio en Génova tras la dimisión de Aguirre: «Nos estaba perjudicando a todos»

Esperanza Aguirre
La ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. (Foto: AFP)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

La dimisión de Esperanza Aguirre como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid ha supuesto un relativo respiro para el PP.

La respuesta oficial sorprendió por su frialdad. Un escueto comunicado, emitido dos horas después del anuncio, en el que el partido aseguró respetar la «decisión personal» de Aguirre, una persona «muy relevante» para la organización. Apenas dos párrafos para romper el silencio que Génova mantuvo durante toda la tarde.

La preocupación en la cúpula ‘popular’-que en las últimas horas rechazaba presiones «directas» a Aguirre para que diese un paso atrás-era que la expresidenta madrileña se aferrase al cargo. De hecho, quienes bien la conocen, coincidieron en que bastaría con que ella misma se sintiese «forzada» a abandonar, para que resistiese aún más. «Es imprevisible», admitían incluso sus más cercanos colaboradores.

Con la renuncia-anunciada en la tarde de este lunes en una brevísima comparecencia sin preguntas-se evita, sostuvieron en medios internos, que la oposición la pueda utilizar «para desgastar al PP nacional». Su resistencia a abandonar, añadieron, estaba perjudicando a todo el partido.

El caso ha provocado un profundo malestar en los dirigentes populares, que insisten en que «algo así mancha a toda la organización».

Y por eso, «por el bien del partido», se argumentaba, Aguirre tenía que marcharse. Porque si no lo hacía ahora no lo haría «nunca». Y ese «nunca» sería hasta las elecciones, cuando lo seguro era que ya no repetiría como candidata, porque Cristina Cifuentes no lo permitiría.

De hecho, la nota del PP de la Comunidad de Madrid fue demoledor. La organización madrileña destacó estar «especialmente» de acuerdo con la decisión de Aguirre en que «debía haber vigilado con mayor eficacia los posibles casos de corrupción». Una falta de vigilancia que «ha causado daño a las instituciones y al propio partido». El equipo de la presidenta regional recuerda en la nota que el partido que encabeza Cifuentes “emprendió una nueva etapa” desde el momento que Aguirre dimitió como presidenta del PP.

La ya exconcejal era consciente de que su resistencia resultaba molesta al PP nacional. No obstante, intentó ralentizar los tiempos, y, como avanzó OKDIARIO, meditó abandonar solo una vez González ingresase en prisión. El abandono era, pues, inminente, aunque solo ella eligió la hora exacta.

En su entorno se destacó desde el miércoles, cuando se conoció la detención de González, que su estado anímico era muy bajo.

Mucho «cabreo» con González

El asunto centró este lunes los comentarios en el Comité de Dirección de los ‘populares’, celebrado en la sede nacional y esta vez, sin Mariano Rajoy, de viaje en Brasil.

El vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado-el único que estos días había sacado abiertamente la cara por Aguirre-consideró que su marcha tenía que ser una «decisión personal» y aseguró que desde Génova no se había hablado con ella en la última semana.  Casado consideró que había que «desligar»la responsabilidad actual de Aguirre, sobre la que no hay «ninguna sospecha», de su responsabilidad a la hora de elegir colaboradores que «no merecían su confianza».

En Génova, el malestar es especialmente visible hacia Ignacio González. De «cabreo», lo calificó en privado un dirigente popular. En medios internos se sienten absolutamente «traicionados» por el que fue presidente madrileño y en el que «se confió». «Estamos avergonzados», admitió abiertamente Casado.

El argumentario en Génova insiste en que al partido no le tiembla el pulso para exigir responsabilidades, aunque, al mismo tiempo, se admiten también preocupados porque en la opinión pública esté circulando la idea de una «cierta pasividad» ante la corrupción. «De que no se da la cara», sostiene abatido un dirigente, que recuerda, sin embargo, que en los últimos días todos los miembros de la cúpula han estado a disposición de los medios.

Tras estallar el escándalo,  Mariano Rajoy ordenó al partido cerrar filas con el trabajo del Ejecutivo y mantener la imagen de «normalidad». El presidente ha evitado hacer declaraciones sobre el caso Lezo, y ha iniciado esta semana una intensa agenda exterior, que lo llevará a Brasil, Uruguay o Bruselas.

Este fin de semana, en el Congreso de Nuevas Generaciones, en Sevilla, ya reivindicó el trabajo de los ‘populares’. «La política merece la pena si las cosas se hacen bien», dijo a los futuros dirigentes.

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