El Gobierno intentará seducir al partido corrupto de Mas y Puigdemont para aprobar los Presupuestos

francesc homs
Francesc Homs, portavoz del PDeCAT.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

«El escenario es muy complicado», se admite en fuentes parlamentarias. Pero aún así, ni PP ni Gobierno quieren evitar esfuerzos para que los Presupuestos de este año salgan adelante. Descartado el apoyo del PSOE, las conversaciones se enfocan al PNV, pero también a la antigua Convergencia, cuyos ocho diputados resultan fundamentales para que las cuentas puedan superar el trámite parlamentario. Por ahora, se trata de un sondeo informal, aunque se confía que esas conversaciones puedan convertirse en negociación en el proceso de las enmiendas parciales, la segunda fase del trámite presupuestario.

El único contacto que trascendió públicamente fue la reunión que, hace unos días, mantuvo el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, con el portavoz de Presupuestos en el Congreso, Ferran Bel. Según fuentes del partido catalán, en ese encuentro no se avanzó en ningún asunto concreto. Fue una mera aproximación para sondear el calendario de los Presupuestos y una invitación a mantener nuevas reuniones. Los plazos apremian al Gobierno, decidido a presentar el borrador en el último Consejo de Ministros de marzo, para que inicie el trámite parlamentario el 3 de abril.

«Se hablará con todos», ha sido siempre la insistente premisa del presidente del Gobierno. Y la pasada semana, Mariano Rajoy ya confirmó ya que su puerta está abierta para los convergentes, un partido que, en anteriores legislaturas, completó las mayorías absolutas que permitieron tanto a PP como a PSOE sacar adelante sus Presupuestos.

«Quiero hablar también de los Presupuestos, de las inversiones, infraestructuras…», dijo Rajoy sobre su voluntad de buscar un acuerdo con los independentistas catalanes, un gesto en plena ‘Operación Diálogo’ en Cataluña.

No fue el único. En otro guiño, hace unos días, el PP permitió que el PDeCAT, y también ERC, tengan representación en la Comisión de Secretos Oficiales. Si los populares se hubiesen negado, los independentistas habrían quedado excluidos, por lo que se trata de un gesto relevante, teniendo en cuenta que a los convergentes no les correspondería sentarse en esa comisión, al no tener grupo propio.

Precisamente, ese es otro tema de conversación entre el PP y PDeCAT. El partido, que en Madrid lidera Francesc Homs, imputado por el 9N, ha empezado a tantear a los populares para salir del Grupo Mixto, donde se integra al no disponer del mínimo de escaños necesarios para formar uno propio. Sería posible si se organizan como agrupación parlamentaria, lo que, entre otras cosas, les permitiría tener más presencia en comisiones.

En el PP se abren a estudiarlo, haciendo una interpretación amable del reglamento, que en su artículo 23, establece que «podrán constituirse en grupo parlamentario los diputados de una o varias formaciones políticas que hubieren obtenido un número de escaños no inferior a cinco y, al menos, el quince por ciento de los votos correspondientes a las circunscripciones en que hubieren presentado candidatura o el cinco por ciento de los emitidos en el conjunto de la nación». Con ocho diputados, el PDeCat solo cumplía con el primero de los requisitos.

Negociación con límites

Aunque en fuentes populares se asume que los convergentes no dará su apoyo en un primer momento-para tumbar la enmienda a la totalidad del PSOE-se intentará conseguirlo en una segunda fase. Sobre todo a cambio de inversión en infraestructuras.

La compleja situación política en Cataluña y la intención de los catalanes de no hacer «concesiones» ante el Ejecutivo limita mucho las posibilidades de éxito pero esa negociación, en la que se implican los distintos departamentos gubernamentales, es  la única fórmula que podría salvar las cuentas, porque todos los grupos quieren que el Gobierno les conceda incluir algunas de sus medidas de programa.

Desde el Ejecutivo están dispuestos a negociar, sí, pero con serios límites: un techo de gasto acordado, un objetivo de déficit que cumplir con Bruselas, y la firme intención de que los Presupuestos del Gobierno no pueden quedar desfigurados. 

Entre tanto, se aprieta también al PNV, con quien el acuerdo aún está lejano. Los vascos no están muy por la labor, y los populares tampoco confían en que finalmente les den el apoyo, imprescindible para, después de tres votaciones con empate, dejar sin efecto la enmienda socialista.

Con Ferraz los puentes están rotos desde «el mismo día en que fijaron el calendario de su congreso», se admite en fuentes del PP. Entonces, la Gestora trasladó al Gobierno, con quien ya se habían sondeado los PGE, que cualquier apoyo quedaba abortado en espera de que el partido tuviese una nueva dirección.

Esas primarias coincidirán necesariamente con la fase de negociaciones. Y no solo de los actuales Presupuestos. También del techo de gasto que delimitará las cuentas de 2018. Hoy por hoy, lo que más le interesa a Rajoy. «Porque un año se puede vivir con cuentas prorrogadas, dos ya no», señalan esas fuentes.

 

 

 

 

 

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