C’s renuncia a su origen catalán en su nuevo ideario

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Albert Rivera y Juan Carlos Girauta.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Ciudadanos reafirmará en su próxima Asamblea-que se celebrará el 4 y 5 de febrero- su vocación de partido de ámbito nacional. Esa, una de las prioridades de la Ejecutiva de Albert Rivera, implicará renunciar al origen catalán que hasta ahora sí aparecía en su Ideario y del que se prescinde en el nuevo redactado. Lo que parecía una cita de trámite servirá así para enfrentar unos debates decisivos para definir al partido de los próximos años.

En el texto original, de 2007 y refrendado en 2011, las alusiones eran en cambio constantes. Para empezar, el partido se presentaba como «el fruto maduro de una reacción ciudadana que tiene su origen en Cataluña y que posteriormente se proyecta a toda España».

Una «reacción», se explicaba, «para hacer frente al ahogo que para el conjunto de la sociedad catalana suponen, desde hace más de veinticinco años, las políticas nacionalistas identitarias que pretenden homogeneizar culturalmente una sociedad plural y diversa». El partido surgía así como antídoto a las políticas nacionalistas y para llenar un «vacío de representación» en el votante de centro-izquierda no nacionalista.

La propuesta promovida por la Ejecutiva define al partido como «constitucionalista, liberal, demócrata y progresista», eliminando la palabra «socialismo», y ya no menciona expresamente ni la cuestión de Cataluña ni las «políticas nacionalistas identitarias», entre otras modificaciones.

La decisión ha generado discrepancias entre varios dirigentes, algunos cercanos a Rivera, que apuestan además porque la sede central se mantenga en Barcelona. Ven un “error” prescindir del origen catalán al considerar que ello marca precisamente la “personalidad” del propio partido: “una manera de hacer política en situaciones difíciles para hacerla”, resume uno de ellos.

Madrid gana en peso interno

La cuestión centrará los debates más importantes de la próxima Asamblea, que el partido celebra el 4 y 5 de febrero. Para empezar, ha fundamentado ya dos enmiendas a la totalidad-una presentada por Sergio Sanz, diputado en el Parlamento catalán y otra por la parlamentaria andaluza, María del Carmen Prieto-  en las que se insta a la dirección a mantener el texto aprobado en 2011, y, por tanto, a respetar las alusiones al origen de la formación, como reacción al nacionalismo catalán. 

Un cambio que llega, además, en paralelo al peso que en los últimos tiempos ha ido adquiriendo Madrid como núcleo central para el partido. De hecho, pese a  su implantación mucho más reciente, esta comunidad es la que cuenta ya con un mayor número de afiliados, casi el doble que Cataluña. Ello se traducirá en una representación desigual en la próxima Asamblea: de los 479 compromisarios, 92 corresponderán a Madrid y 53 a la comunidad ‘cuna’ del partido. Cataluña ha quedado relegada a cuarto lugar en influencia, incluso por detrás de Andalucía y la Comunidad Valenciana.

La nueva definición se produce en un momento delicado en la política territorial del partido y que últimamente ha tensionado algunas costuras, como las frágiles relaciones que la actual dirección mantiene con el grupo de los fundadores.

Desde este sector se ha criticado en los últimos tiempos lo que consideran una relajación en la oposición frente al independentismo con fines meramente tácticos: ganarse al electorado de la antigua Convergència. Una polémica avivada por las declaraciones de Inés Arrimadas en las que se mostraba dispuesta a participar en un referéndum “legal y con validez” y por la dimisión de la eurodiputada Carolina Punset en rechazo a la estrategia del partido sobre el nacionalismo. En su marcha, Punset reclamó a la dirección definir con claridad la apuesta de “la desarticulación de cualquier tipo de nacionalismo, incluyendo el regionalismo no independentista”.

La Ejecutiva negó entonces un cambio de estrategia, aunque sí avaló algunos gestos con Cataluña- una política antinacionalista pero con acentos locales- lo que avivó las suspicacias en el ala ‘dura’ de la formación. La nueva definición del Ideario no ha hecho más que echar leña a un fuego nunca apagado.

 

 

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