Soraya y Cospedal pelearon hasta el último minuto por el control del CNI

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Soraya Sáenz de Santamaría, Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, en el Congreso de los Diputados.

En la España de los dosieres secretos, los escándalos financieros y los intentos de dinamitar la Constitución, ya sea a través del golpismo independentista o del populismo que pretende desbordar las calles, el auténtico poder no está en el control de los medios de comunicación. Ni siquiera en la gestión del presupuesto público.

Para cualquier político que se precie, el verdadero poder está en el control del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la Casa de los espías cuya sombra se ha proyectado durante décadas sobre los grandes escándalos de la política nacional: desde los crímenes del GAL al caso Urdangarin, el caso del Pequeño Nicolás, los evasores fiscales de la lista Falciani o la «amistad entrañable» de la princesa Corinna.

Hasta pocos minutos antes de que Mariano Rajoy comunicara al Rey Felipe VI la lista de sus nuevos ministros, se ha mantenido la pugna entre las dos mujeres que atesoran más poder en la política española: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que mantiene el pulso del día a día del Gobierno, y María Dolores de Cospedal, que como secretaria general lleva las riendas del partido.

Aspirantes a suceder a Rajoy

Y como trasfondo de esta lucha, dos claves: la sucesión del propio Mariano Rajoy –muchos dan por descontado que el Gobierno en minoría tendrá que convocar elecciones anticipadas antes de agotar los cuatro años de la legislatura– y el control de la Casa de los espías.

Como informó OKDIARIO, De Cospedal había comunicado a Rajoy su disposición a entrar en el Gobierno, pero advirtió que no quería quedar relegada respecto a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, quien coordina los asuntos que llegan al Consejo de Ministros, dirige la política de comunicación como portavoz del Ejecutivo y es la encargada, además, de despachar regularmente con el director del CNI, el general Félix Sanz Roldán. Tanto poder, que apenas nadie podría hacerle sombra.

Cuando algunas filtraciones desvelaron que Dolores de Cospedal ocuparía la cartera de Defensa, se dio por hecho que asumiría también la gestión del CNI. Así ha ocurrido tradicionalmente –desde Narcís Serra a Eduardo Serra, Federico Trillo o José Bono–, salvo en la última legislatura, cuando la Casa de los Espías quedó adscrita a la Vicepresidencia.

De hecho, la nota de prensa difundida el jueves por La Moncloa para dar a conocer los nombres de los 13 ministros y 25 secretarios de Estado no especificaba a qué Ministerio queda adscrito el CNI. Fuentes de la calle Génova han indicado a los periodistas que el general Sanz Roldán despachará habitualmente tanto con Soraya Sáenz de Santamaría (sobre los grandes asuntos de Estado) como con Cospedal, sobre las cuestiones que afectan a la seguridad nacional.

La prioridad: el terrorismo yihadista

Ha habido que esperar a este viernes para despejar la duda: el Real Decreto sobre la composición del nuevo Gobierno publicado en el BOE aclara que «el Centro Nacional de Inteligencia, de acuerdo con la disposición transitoria tercera de la Ley 11/2002, queda adscrito al Ministerio de Presidencia y para las Administraciones Territoriales».

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) maneja un presupuesto anual de más de 220 millones de euros y una plantilla de alrededor de 3.500 agentes, buena parte de ellos procedentes de la carrera militar. Tiene 60 “antenas” distribuidas por todo el planeta, con agentes encargados de conocer sobre el terreno la situación de países aliados y potenciales enemigos, así como cientos de colaboradores externos, que suministran información a cambio de una remuneración económica.

Según la Ley 11/2002 que regula su actividad, el objetivo del CNI es suministrar al Gobierno “informaciones y análisis” que permitan “prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”.

Históricamente, el CNI ha jugado un papel decisivo en la lucha contra la banda terrorista ETA. En la actualidad, una de sus prioridades es recopilar información que permita detener a terroristas yihadistas y evitar sus atentados: tan sólo a lo largo de 2015 y los primeros meses de este año han sido detenidos 83 en España.

Pablo Iglesias también quería el CNI

La muerte de siete agentes del CNI en una emboscada, el 29 de noviembre de 2003, cuando viajaban en dos vehículos todoterreno desde Bagdad a Diwaniya (Irak), da buena cuenta de la labor casi siempre desconocida que desarrollan los espías españoles en el exterior.

En los últimos años, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ha potenciado también su papel de investigación sobre las grandes corporaciones y poderes económicos que puedan amenazar a la soberanía nacional. De hecho, el CNI colaboró para traer a España a Hervé Falciani, el ex empleado del HSBC que ha facilitado a la Agencia Tributaria la lista de los grandes defraudadores que ocultaban su fortuna en Suiza.

Por todo ello, en la Cuesta de las Perdices se dispararon todas las alarmas cuando el pasado mes de enero el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se postuló como vicepresidente de un hipotético Gobierno presidido por el socialista Pedro Sánchez.

Algo que dejaría el control de la Casa de los espías en manos de un partido, Podemos, cuyos principales líderes han recibido financiación de la dictadura chavista de Venezuela y la teocracia iraní de los ayatolas. Dos regímenes que esperan cobrarse ahora los servicios prestados. De hecho, hasta ahora Podemos se ha negado sistemáticamente a firmar el Pacto Antiyihadista.

«No os vais a librar de mí»

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha salido reforzada en el nuevo Gobierno presentado el jueves por Rajoy: mantiene el control directo del CNI y suma a sus competencias Administraciones Públicas, que en esta legislatura será esencial para hacer frente al desafío secesionista de Cataluña y renegociar el modelo de financiación autonómica. Dos de las cuestiones más urgentes que aparecen en la agenda del nuevo Gobierno.

Sáenz de Santamaría únicamente ha cedido la Portavocía del Gobierno, que asumirá el ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo. En cuanto a Dolores de Cospedal, se ve con fuerzas para compatibilizar el Ministerio de Defensa con el cargo de secretaria general del PP. Este mismo viernes ha bromeado sobre ello asegurando a los periodistas: «No os vais a librar de mí».

Cospedal ha asentido al ser preguntada si seguirá como secretaria general del PP tanto antes como después del congreso del partido, previsto para comienzos de 2017 aunque todavía no tiene la fecha fijada.

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