Iglesias intenta liquidar a los ‘errejonistas’ en Extremadura en su guerra por el control de Podemos

Pablo Iglesias Íñigo Errejón
Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. (Foto: EFE)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha participado este viernes en Mérida (Extremadura) en un acto público de la campaña ‘Vamos!’, una iniciativa para promover, según explica el partido, el “empoderamiento y el protagonismo popular”.

El acto adquiere un especial significado, en un momento crítico de las relaciones entre los sectores ‘pablistas’ y ‘errejonistas’. Por varios motivos.

Primero, porque Extremadura es, junto con Madrid y Andalucía, una de las comunidades que en otoño renovará su Consejo Autonómico. Segundo, porque Iglesias ha aprovechado este acto para aupar la candidatura ‘oficialista’ del actual secretario general, Álvaro Jaén, arropado en su día por Errejón. Y tercero, porque la campaña es en realidad una iniciativa promovida por el sector ‘pablista’. De hecho, el número dos, y sus afines, apenas la han difundido en sus perfiles sociales ni se han involucrado en su organización. Iglesias ha estado acompañado por dos miembros de su núcleo duro: su jefa de gabinete, Irene Montero, y Rafa Mayoral, responsable de las relaciones del partido con la Sociedad Civil.

Como se explica desde el propio Podemos, la campaña se propone «desplegar a pie de calle, en cada barrio y en cada pueblo, espacios de participación y acción colectiva que respondan a las necesidades de la gente y de los territorios», con una «filosofía la auto-organizaciónes» que «sea flexible y se adapte a cada territorio según las necesidades y la creatividad de la gente”. Esto es, en esencia, la vuelta al movimiento quincemayista por el que apuestan los ‘pablistas’, de cara a la Asamblea, que, a principios del próximo año, servirá para renovar el liderazgo del partido.

Conquistar los territorios

El pulso entre ‘pablistas’ y ‘errejonistas’ en los distintos territorios es la antesala de una disputa que, soterrada durante meses, ha explotado ya de manera definitiva. Este anticipo servirá para poner negro sobre blanco los apoyos con que cuenta cada uno de ellos de cara a esa cita que, por ahora, cuenta con la única candidatura de Iglesias.

Tras la explosión que supuso el enfrentamiento público entre el líder morado y su número dos, con estrategias de futuro enfrentadas, el partido trata de recomponer la paz interna. Al menos, de cara a la galería.  Así quedó de manifiesto ya en el consejo ciudadano estatal, que el partido celebró el pasado sábado. Desde la formación se trata ahora de limitar cualquier crispación a la lógica de un debate sano en el seno de toda organización. O, en palabras del propio Errejón, una “discusión fraterna y rica”.

No obstante, la disputa ideológica es un hecho y tiene su gran epicentro en la Comunidad de Madrid y en la candidatura ‘errejonista’ impulsada por Rita Maestre y Tania Sánchez. La aspiración de Errejón de controlar una Comunidad en la que Iglesias no tiene consolidado su poder ha sido interpretada como un “desafío” al liderazgo del secretario general, que reaccionó negociando una candidatura conjunta con los anticapitalistas, que estará encabezada por Ramón Espinar.

La estrategia de Iglesias pasa ahora por conseguir más poder en los territorios, que se han demostrado más afines a Errejón. No es tarea fácil. Andalucía, otra de las comunidades que deben renovar su dirección, quedará con toda seguridad en manos de la actual secretaria general, Teresa Rodríguez. Aunque ambos dirigentes han tratado de visibilidad un cierto acuerdo frente a la ‘vía Errejón’, lo cierto es que, en la práctica, la candidata andaluza aspira a dirigir una federación con autonomía de la dirección de Madrid, un claro desafío para Iglesias.

Otro de los frentes está en Cataluña, donde Podemos deberá digerir el paso adelante dado por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, para construir su propio partido. Un golpe estratégico que podría llevar a los de Iglesias a la irrelevancia, en una comunidad clave para consolidar su expansión territorial. Y, en consecuencia también, la fortaleza de su liderazgo interno.

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