ELECCIONES GENERALES 2016

Mariano, sí se puede

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Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, durante un acto de campaña (Foto: EFE)

La imagen que los vídeos electorales del PP transmitían de Mariano Rajoy como corredor de fondo, una suerte de Forrest Gump que recorre los caminos de España imperturbable, es la mejor metáfora que explica su victoria electoral en la noche del 26J.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, se lo jugó todo a la carta de las elecciones anticipadas. Se negó a apoyar la investidura de Pedro Sánchez, convencido de que la alianza con IU permitiría a Podemos dar el sorpasso al PSOE para reclamar la Presidencia del Gobierno. El resultado es que la coalición Unidos Podemos (UP) ha perdido 1,1 millones de votos y se ha estancado en los 71 escaños. Y lo más importante: sus puentes con el PSOE están prácticamente rotos para negociar un pacto de gobierno. Su audacia le ha jugado una mala pasada a Iglesias.

La estrategia de Mariano Rajoy ha sido exactamente la contraria: resistir, mostrándose como principal dique de contención para frenar la victoria del populismo en España. Las buenas cifras de creación de empleo y la mejora de la situación económica han avalado la gestión del PP de los últimos cuatro años. El mensaje de Rajoy era claro: un cambio de rumbo en el Gobierno puede poner en peligro la recuperación económica y la salida de la crisis.

Y la receta ha dado resultados: la apelación al voto útil, la llamada a concentrar el voto moderado para frenar el avance del populismo ha permitido al PP movilizar a una parte de sus electores que en diciembre se fueron a la abstención y ha arrebatado cerca de 400.000 votantes a Ciudadanos.

Ésta fue también la clave de la intervención de Mariano Rajoy en el debate electoral a cuatro: insistió en que «gobernar es muy difícil» para recalcar su experiencia frente a los otros tres aspirantes, a los que presentó como meros aprendices que nunca han gobernado un ayuntamiento, una diputación o una Comunidad autónoma. «Al Gobierno hay que venir aprendido», recalcó sin apartarse ni un milímetro del guión.

Los casos de corrupción, amortizados

Rajoy evitó el cuerpo a cuerpo con ellos y dejó que fuera Rivera quien se desgastara con ataques directos a Pablo Iglesias. Rajoy sólo palideció y comenzó a titubear cuando el líder de Ciudadanos mencionó los papeles de Bárcenas.

Pero ni los casos de corrupción ni la filtración de las conversaciones grabadas ilegalmente al ministro de interior, Jorge Fernández Díaz, han pasado factura al PP en las urnas. Tras la profunda crisis económica atravesada durante los últimos años, los españoles han votado pensando en su cartera y su bienestar económico.

Durante la campaña electoral, Albert Rivera dejó caer que Ciudadanos sólo apoyará un pacto con el PP si Mariano Rajoy da un paso atrás y cede la Presidencia a otro dirigente de su partido. Entre ellos, llegó a mencionar a Cristina Cifuentes, Alberto Núñez Feijóo y Pablo Casado. Sin embargo, el resultado electoral refuerza el liderazgo de Mariano Rajoy y aleja la posibilidad de este veto.

Más difícil lo tiene el socialista Pedro Sánchez, que ha perdido cinco escaños tras registrar en diciembre el peor resultado en la historia del PSOE. Por supuesto, todo sigue abierto: sin mayorías absolutas, cualquier Gobierno pasa necesariamente por un pacto entre dos o más partidos. O por la abstención del PSOE para que Rajoy pueda ser investido presidente. El futuro de Pedro Sánchez como líder del PSOE puede despejar este escenario

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