La electrificación es vital para las sociedades modernas como la nuestra. No sólo porque gran parte de nuestra actividad, tanto laboral como personal, necesita de la electricidad para desarrollarse, sino porque también es una forma potente de esquivar los problemas en los precios de la energía en los que nos hemos visto envueltos en los últimos tiempos debido a agentes externos, como en este caso la guerra de Rusia contra Ucrania.
Sustituir los combustibles fósiles, una fuente de energía altamente contaminante, por la electricidad en todos los sectores es una urgencia que tenemos que abordar. En esta línea, empresas como Endesa llevan años trabajando en poner en valor esta electrificación, los beneficios que tiene y la imperiosa necesidad de apostar por las energías renovables para mitigar la huella de carbono, crear oportunidades de empleo a través de la sostenibilidad y dejar de ser rehenes de otros proveedores de materias primas contaminantes.
Un camino teñido de verde con el que, además, ayudemos a cumplir con los ambiciosos retos globales en materia de emisiones de CO2 marcados por la Cumbre de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Recordemos que desde la organización internacional, así como desde la Unión Europea (UE), se demanda a los países que su actividad económica sea neutra en emisiones en 2050, de ahí que tanto desde el sector privado como desde el público, se haya pisado el acelerador en materia de energías limpias.
Según datos de la UE, se prevé que en los países europeos la penetración de la electricidad en el uso energético final pase del 23 % al 30-31 % en el 2030 y llegue entre el 47 % y el 60 % en el 2050.
Tampoco debemos perder de vista los agentes externos que motivan la subida de nuestros precios de energía como país y continente europeo. La agresión de Rusia a Ucrania ha tenido consecuencias que han ido mucho más allá de sus fronteras, sobre todo debido a la dependencia histórica de combustibles fósiles que el Viejo Continente tiene del país de Vladimir Putin.
Y es que hablando con cifras, hoy en día debemos indicar que el 40% del gas que consume Europa procede de Rusia, un porcentaje que en el caso de España asciende al 10%. Es decir, la escalada del precio del gas, así como el déficit del mismo, junto con la escalada de precios de los combustibles fósiles procedentes de países integrados en la OPEP, ha elevado tanto la factura energética que el escenario se ha hecho insostenible y necesitamos una revolución energética marca por la inversión y el desarrollo de energías renovables.
Una revolución que, además, requiere no sólo del trabajo de las empresas y los proveedores, sino también de la población en general. La sociedad debe estar también concienciada que debe contribuir a modernizar sus hogares y actividad empresarial, y generar perfiles formados en materia energética que contribuyan a construir modelos económicos modernos y reindustrializados.
España está llena de oportunidades en materia de energías renovables y no debemos darles la espalda. De hecho, otros países como Reino Unido, ya han dado grandes pasos en materia de eficiencia energética a nivel colectivo. En el pequeño pueblo de Bicester (a 18 kilómetros de Oxford) se ha construido Elmsbrook, una zona de viviendas sostenibles totalmente electrificada que ha conseguido ser la primera comunidad social en alcanzar las cero emisiones netas. Allí, la estética natural de la zona es de placas solares, autobuses eléctricos, bicicletas eléctricas, cargadores de vehículos eléctricos, etc.
Por tanto, es real que podemos dejar de depender de los combustibles fósiles para descarbonizar nuestro día a día y España tiene los ingredientes necesarios para poder conseguirlo. Es un país enormemente rico en sol y viento, en la gran parte del territorio nacional tenemos 2.800 horas de sol al año, por ejemplo, y el viento necesario para generar energía eólica suficiente para generar un mix energético competitivo que se usen todos los sectores.
Toda nuestra actividad debe electrificarse, sin embargo, hay algunos sectores que tienen más urgencia que otros en hacerlo. La electricidad obtenida a partir de fuentes renovables tiene la capacidad de sustituir el uso directo de combustibles fósiles en aquellos sectores que tienen una importante huella de carbono: el transporte, la industria y la vivienda.
Energías verdes que, en el caso del transporte, podrá dar un empujón a la industria de la automoción y los transportes. Los coches eléctricos son entre tres y cinco veces más eficientes que los de motor diésel o gasolina. Además, el futuro de la movilidad sostenible está más cerca de lo que pensamos, ya que está previsto que en 2030 –uno de los puntos de inflexión de la ONU y la UE en materia energética– alrededor de cinco millones de vehículos eléctricos estén circulando por las carreteras.
La vivienda también es otro punto importante de transformación, sobre todo porque no todos los hogares están lo suficientemente electrificados, lo que eleva hace que se consuma más energía de la debida. Las bombas de calor, por ejemplo, usan cuatro veces menos energía que las calderas de gas o gasoil, una materia prima energética más contaminante que, además, tenemos que importar porque no tenemos capacidad para generarla como país.
Por último, el sector industrial, que tiene un peso del 14% en nuestro PIB, está apostando por la digitalización y la electrificación de sus procesos para hacerlos más sostenibles, eficientes y, por supuesto, también menos costosos.
En definitiva, Europa vive momentos de cambio y transformación en materia socioeconómica y la energía es un gran eje vertebrador. El sector eléctrico es atractivo y esencial para las sociedades modernas, tiene la capacidad de innovar gracias a la digitalización, la robotización, la Inteligencia Artificial (IA) e impulsar la competitividad de los países creando empleo estable y de calidad.
En este último punto, además, debemos incidir porque la electrificación también conlleva inversión para los territorios y proliferación de puestos de trabajo para diversos perfiles, tanto para los jóvenes –los grandes afectados por el desempleo en toda Europa– como para aquellas personas que quieren dar un cambio de rumbo a su profesión o perfil profesional.
El Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) 2021 – 2030 prevé que la inversión en energía renovable podría generar entre 107.000 y 135.000 empleos para 2030. Además, según las previsiones, el cambio de modelo energético puede generar cerca de 120.000 empleos indirectos adicionales anualmente.
Ahí también Endesa está trabajando, dando formación a miles de personas a través de la Formación Profesional Dual en institutos escolares, así como a las pymes y empresas proveedoras de la compañía, por ejemplo, en materia de redes de distribución, y también a antiguos empleados de centrales nucleares en diferentes puntos de España para que puedan acceder al mercado laboral y no se queden atrás en este proceso de descarbonización de la economía.
En definitiva, y como conclusión, para ser más potentes como país reindustrializado, abaratar la factura, esa que tanto nos preocupa, y tener más independencia energética tenemos la posibilidad de apostar por la electrificación. Una transición donde, sin duda, las energías renovables son las verdaderas protagonistas.