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El Obamacare y la reforma sanitaria de Trump: dos caras de la misma moneda

Obamacare
Barack Obama y Donald Trump.

Mucho se ha hablado en los últimos días sobre el Obamacare y la reforma sanitaria de Donald Trump, debido a que esta última fue tumbada en el Congreso de los Estados Unidos, a pesar de que la Cámara Baja cuenta con mayoría republicana. El grupo de congresistas del Freedom Caucus —unos treinta de congresistas herederos del Tea Party— rechazó la propuesta presentada por el presidente norteamericano, aunque se introdujeron enmiendas en los días previos para evitar la derrota final. Pero, ¿en qué consiste el Obamacare y qué aspectos quería cambiar Donald Trump?

El Affordable Care Act (ACA), más conocido como Obamacare, se basa en el principio de que nadie con una enfermedad previa se quede sin asistencia médica, por tanto, se prohíbe a las aseguradoras el discriminar o dejar sin cobertura a aquellos pacientes conocidos con el nombre de  pre-existing conditions.

Al mismo tiempo, también establece seguros obligatorios, que de no ser contratados se impone una multa de hasta el 2,5% del salario o de 695$ por adulto sin seguro y 347,5$ por cada niño sin seguro, siendo la cuantía final la más grande entre estas dos cifras y proporcional al número de meses que una familia esté sin seguro.

Este seguro debe ser contratado por las empresas si tienen más de 50 de trabajadores y cuenta con deducciones fiscales para aquellas empresas de más de 25 trabajadores cuyos empleados tengan salarios menores de 40.000$ anuales. Al mismo tiempo, el gobierno a través del programa Medicaid ofrece créditos fiscales y seguros públicos para las personas con un nivel de renta reducido —menos del 400% del nivel de pobreza, en torno a 99.000$ para una familia de 4 miembros—.

El problema del Obamacare y lo que ha provocado una crítica feroz por parte de Donald Trump y su rechazo dentro de la población estadounidense es que las primas pagadas por los seguros médicos se han incrementado de forma alarmante —para este año 2017 se calculan incrementos de un 25%—, debido a la reducida competencia entre compañías aseguradoras, al socializar vía seguros la demanda sanitaria. De hecho, la propia Hillary Clinton en el segundo debate presidencial reconocía los fallos de la reforma sanitaria de Obama, indicando que iba arreglar este problema al indicar que no estaba de acuerdo en que las primeras hubieran subido tanto.

Este incremento de la factura sanitaria ha significado la creación y aumento de hasta 21 figuras tributarias, de hecho, según un estudio de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos el aumento del esfuerzo tributario será de en torno a 643.000 millones de dólares. Esto ha provocado que el 51% de empresas manufactureras y un tercio de las de servicios aseguren que el ACA ha supuesto incrementos en sus costes, lo que han solucionado despidiendo a gente en un 21,6% de los casos, o bien bajando salarios según el 21,8% de los encuestados por la Reserva Federal de Nueva York .

Además, dicho encarecimiento de los seguros médicos también los sufre la población más allá de las empresas, puesto que el Obamacare ha supuesto un descenso medio de los sueldos de 1.200$ (), y se estima que supondrá un coste fiscal de más de 100.000$ por hogar a lo largo la próxima década.

El coste total del sistema establecido por el ACA se estima de en torno a 2 billones de dólares, según el estudio de la Oficina Presupuestaria del Congreso de los Estados Unidos citado anteriormente. Todo ello teniendo en cuenta que Estados Unidos destina un 18% de su PIB al gasto en sanidad —el doble de lo que se gasta en Europa—, de los que el 90% se gasta a través de planes públicos —el mencionado Medicaid y el Medicare— y los seguros obligatorios.

¿Y qué es lo que ha propuesto Donald Trump? Pues básicamente lo mismo modificando únicamente dos aspectos, a saber, por un lado, en vez de establecer multas por permanecer sin seguro, las compañías aseguradoras podrían establecer recargos, en concreto, de hasta un 30%  del coste; por otro lado, el Medicaid pasaría a congelar el gasto y las altas en el programa a partir del año 2020 y, en vez de que el gobierno federal aporte un porcentaje de los gastos del programa, pasaría a dar una cantidad fija por asegurado que dependerá de la edad.

Esto es, el Trumpcare rechazado la semana pasada es una buena noticia en tanto en cuanto no resolvía ninguno de los problemas de los que adolece el Obamacare, si acaso trataba de limitar el gasto a través del Medicaid tímidamente pero sin introducir una reforma que, o bien camine hacia un sistema en donde las aseguradoras puedan competir de forma libre, donde exista una oferta y demanda coordinadas a través del mercado, o bien hacia una profundización de la estatalización en el sistema sanitario americano en donde, como sucede en Europa, se limite tanto la oferta como la demanda —vía listas de espera, limitación de servicios, copagos—  para tratar de garantizar su sostenibilidad.

El sistema americano de salud es un despropósito precisamente porque no es ni una cosa ni la otra, y tanto el Obamacare como el Trumpcare adolecen de este problema, son dos caras de la misma moneda.

Santiago Calvo es Coordinador de Students for Liberty Galicia

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