REDUCIENDO SU IMPORTE

El BCE quiere ampliar su programa de compra de activos al menos hasta junio de 2018

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Impresión de billetes de 500 euros (Foto: GETTY/ISTOCK).

El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido aplazar a su próxima reunión de otoño la decisión sobre el futuro del plan de estímulos en el que destaca el programa de compra de activos (deuda pública y privada). Sin embargo, fuentes del seno de la autoridad monetaria confirman que se ampliará la duración de la barra libre financiera al menos hasta junio de 2018.

Según informa la agencia Reuters, esta prórroga podría ampliarse incluso hasta septiembre del próximo año y se verá acompañada por una reducción del volumen de dinero que cada mes destina el BCE a comprar bonos soberanos y deuda corporativa. En la actualidad el montante es de 60.000 millones de euros y el objetivo es reducirlo hasta los 40.000 millones de euros y, posteriormente, a 20.000 millones.

La excusa que va a utilizar el organismo que preside Mario Draghi para ampliar su plan de estímulos (basado en medidas «no convencionales») es doble: por un lado la fortaleza del euro respecto al dólar afecta a las exportaciones europeas –haciendo especial daño a Alemania–; y por otra parte que el índice general de precios de la eurozona (el IPC) todavía está lejos del objetivo del BCE y que le obligará a retomar la ortodoxia monetaria cuando la inflación alcance el 2%.

Precisamente el banco central ha revisado a la baja sus previsiones de inflación de 2018 hasta el 1,2%, y en 2019 espera que la tasa sea del 1,5%. Es decir, que con los datos en la mano y, si se cumplen estas estimaciones, la primera subida de tipos de interés en la eurozona de la última década tendrá que esperar unos años más.

El programa de compra de activos del BCE ha permitido a los países europeos elevar su endeudamiento a menor coste, retrasando las necesarias reformas que es necesario aprobar en las etapas de crecimiento para reducir los déficits estructurales, que se traducen en unos gastos públicos mayores que los ingresos de forma recurrente. España es un ejemplo de ello, ya que a pesar de crecer por encima del 3% no es capaz de cuadrar sus cuentas públicas y la deuda roza el 100% del PIB.

Además, el denominado programa de expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) ha rebajado artificialmente el coste de financiación de las grandes empresas, destacando en España el caso de Telefónica o Iberdrola.

Esta manipulación del mercado de renta fija ha alimentado la creación de una nueva burbuja que ahora es difícil pinchar. En Estados Unidos el repliegue ha comenzado, con una leve subida de tipos de la Reserva Federal tras la crisis y la intención de reducir su balance, pero en Europa la retirada de estímulos (el conocido como tapering) aún no ha comenzado.

El presidente del banco central alemán (Bundesbank) es quien lidera el grupo de críticos con la gestión de Draghi reclamándole que no debería dejar pasar la oportunidad de ajustar la política monetaria cuando el PIB de la eurozona está creciendo y se han eliminado una parte de los riesgos derivados del auge del populismo en el Viejo Continente.

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