La agencia de valores Finanbest destaca los 13 fallos más habituales entre los pequeños inversores patrios

Los errores más comunes a la hora de invertir: ser impaciente y no diversificar correctamente

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Inversor consultando pantallas (Foto:GETTY)

Hace muchos años en Televisión Española (TVE) un programa sobre educación vial recordaba con una impactante imagen de un coche chocando contra una piedra que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Algo parecido podríamos afirmar sobre el mundo de la inversión. Sólo que en este caso no hablaríamos de dos sino de 13 errores habituales. Así al menos lo considera la agencia de valores Finanbest que utiliza símiles marineros, estamos en pleno mes de julio, para orientar a los «marineros» que se adentran en las procelosas aguas del mundo de la inversión.

Primero, recomiendan no llevar toda la mercancía en un único mercante o si lo prefieren poner todos los huevos en la misma cesta siempre puede traer consecuencias negativas. Lo ideal es diversificar el riesgo eligiendo activos o productos que tengan un peso distinto entre ellos. De este modo, en caso de que haya pérdidas, éstas podrán verse compensadas con las ganancias que se obtengan en otros activos.

Segundo, no hay viento favorable para el barco que no sabe a dónde ir. A la hora de realizar una compra o venta de activos es necesario tener en cuenta los objetivos, necesidades y riesgos que se quieren asumir para que la vida financiera del cliente sea lo más tranquila posible. Tras tener claros estos aspectos se definirá el plazo temporal de la inversión.

Tercero, un refrán muy marinero: en calma de mar no creas, por sereno que lo veas. La volatilidad de algunos activos financieros es difícil de controlar, de hecho, se desaconseja invertir en aquellos que han vivido recientemente una época de bonanza.

Invertir en función de las metas individuales

Cuarto y esta es válida no sólo para la inversión, no hay que seguir la corriente. La mejor forma de invertir es hacerlo en función de las metas individuales de cada inversor, sin dejarse llevar por las modas pasajeras. En caso de hacerlo, se corre el riesgo de llegar tarde y quedar atrapado en inversiones que pueden tardar en recuperarse.

Quinto, en mar y amores, entrarás cuando quieras y saldrás cuando puedas. Uno siempre puede deshacerse de los títulos en caso de que se necesite liquidez de forma inmediata. No obstante, puede ocurrir que, al necesitar solvencia, se tenga que vender a un precio inferior al precio de compra y, por tanto, la inversión termine con pérdidas.

En sexto lugar hay que tener cuidado con las olas. Que un valor baje, no quiere decir que el rebote esté cerca, es más, lo que baja, puede caer aún más. Lo ideal sería analizar la razón por la que se ha producido ese descenso y estudiar si puede persistir en el tiempo.

Tener paciencia y formarse en inversión

En séptima posición hay que tener paciencia de surfista. Suele ser más fácil recomendar tener paciencia que tenerla, pero en el caso de las finanzas e inversiones aguantar la posición cuando las ganancias están descendiendo es otro aspecto que el inversor debe controlar. Dejarse dominar por la euforia o el pánico convierte a las emociones en la brújula de la inversión, corriendo serios riesgos.

En el número ocho se advierte del peligro de nadar a contracorriente. Lo más adecuado en las inversiones es comprar barato y vender caro, pero son muchos los ahorradores que, en un intento de maximizar beneficios a corto plazo, optan por comprar cuando el valor está en uno de sus puntos más altos.

En noveno lugar se alerta de que a piloto diestro, no hay siniestro. Cuanto más tiempo dedique el inversor a formarse, más rentabilidad podrá sacar a sus ahorros. Esta formación puede complementarse con el asesoramiento de un experto que canalice la inversión, o la supervise; pero será el inversor el que tenga que estar al tanto en todo momento de lo que se está haciendo con su dinero.

En línea con esto y en décimo lugar, a golpe de mar, pecho sereno. El mundo de la inversión requiere ser metódico y no tomar decisiones a la ligera, lo que implica saber controlar las pérdidas. En la mayoría de los casos, intentar recuperar a corto plazo el dinero sin una reflexión previa, puede acarrear una consecuencia clara: agravar la caída.

Tener en cuenta la inflación y los costes potenciales

El número 11 habla de que la captura se reparte. Toda inversión implica hacer cuentas con Hacienda. Por ello, es imprescindible estar al tanto del coste potencial de cada una de ellas. Si los costes son elevados, pueden afectar significativamente al patrimonio a largo plazo. Aun así, la compra o venta debe estar impulsada por el propio valor y nunca por las consecuencias fiscales que deriven del mismo.

El número 12 afirma que navío parado no gana flete. Es decir, la inflación es el enemigo silencioso de los inversores, dado que la mayoría de ellos se centran en los rendimientos nominales y no en los reales, olvidándose de la inflación. Un proceso económico que nunca se sabe en qué va a derivar al año que viene.

En último lugar, la agencia presidida por Asier Uribeechebarría dice que la vela hay que velarla y si no, guardarla. Una vez diseñada una cartera, lo normal es que con el paso del tiempo unas cosas suban y otras bajen, de manera que, al cabo de un año, la cartera configurada puede ser muy distinta a la que se creó en un principio. Estos cambios implican la necesidad de comprobar la situación de cada uno de los activos que la componen a fin de mantener el equilibrio.

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