¿Cómo funciona un concurso de acreedores?

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Consecuencia de la financiación, la empresa acarrea una deuda que debe de devolver en los plazos y cantidades fijadas. Por desgracia, las circunstancias de mercado pueden ser distintas a las esperadas y pueden impedir a la compañía conseguir los ingresos necesarios para sufragarla. Junto a las deudas resultantes de haber pedido un préstamo o un crédito, normalmente tampoco se puedan afrontar otros pagos como las nóminas de los trabajadores o las distintas cuotas a la Seguridad Social. Si esta situación no cambia en tres meses, la empresa debe de pedir un concurso de acreedores.

¿Qué tipos de concurso de acreedores encontramos?

Existen dos tipos de concursos de acreedores según quien haga la demanda. Se generan, también, situaciones distintas. Son los siguientes:

  • Concurso voluntario: es la propia empresa la que pide el concurso de acreedores consciente que no puede hacer frente a los pagos más inmediatos. A partir del momento que se hace la petición, los acreedores no pueden interponer ninguna demanda por impago y, además, se paraliza la suma de intereses sobre la deuda. Además, el empresario puede seguir gestionando la empresa con la supervisión, eso sí, de un administrador concursal. Por lo tanto, es una alternativa que permite mantener en parte la gestión de la empresa y paralizar posibles demandas.
  • Concurso necesario: en este caso, algún acreedor es el que solicita el concurso de acreedores. También puede realizarlo algún socio de la empresa. A diferencia del caso anterior, el propietario deja de tener el control de la empresa, que pasa en su totalidad a un administrador concursal que elige el juez. Por lo tanto, si el empresario quiere evitar perder el control de su compañía, debe de pedir el concurso voluntario antes que algún acreedor dé el paso.

¿Tienen éxito los concursos de acreedores?

En teoría, el concurso de acreedores está pensado para que la empresa tenga tiempo de reestructurarse y presentar un plan que le permita proseguir con su actividad a medio y largo plazo. Ahora bien, si nos fijamos en las cifras, solamente un porcentaje muy pequeño de las compañías que presentan el concurso (apenas una de cada veinte) consiguen salir a flote. A este dato, hay que añadirle que la mayoría de empresas que emprenden esta acción son pequeñas y medianas, hecho que demuestra la dificultad que pasan muchas de ellas para poder sobrevivir en el mercado competitivo actual.

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