Ventajas y desventajas de un «renting»

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El renting permite utilizar un bien durante un período de tiempo y cambiarlo cuando hay un nuevo desarrollo tecnológico (Foto: GETTY).

Después de haber visto las diferencias principales entre renting y leasing y, una vez comprendido que cada uno de dichos mecanismos puede servirnos mejor o peor dependiendo de la situación a la que lo apliquemos, es necesario analizar las ventajas y desventajas que presenta cada uno.

¿Cuáles son las ventajas de un renting?

– Ahorra una alta inversión inicial: permite la posibilidad de usar el bien que se precisa sin la necesidad de comprarlo, con el alto coste que implica.

 – Contabilización más sencilla: desde un punto de vista contable, es más fácil de gestionar porque no precisa que se anote en el balance de situación.

– La empresa se ahorra gastos administrativos y tiempo: dentro de la cuota a pagar cada mes, ya se incluyen aquellos gastos relacionados con los impuestos, el mantenimiento o el seguro. Por lo tanto, la compañía no debe gastar tiempo en ello y simplifica toda la gestión.

– Especialmente válido para sectores que precisen renovarse continuamente: toda inversión en un bien de equipo supone un coste muy alto. Para aquellas empresas que operan en ámbitos donde constantemente hay cambios tecnológicos y que precisan incorporar innovaciones en sus procesos, supondría un problema estar adquiriendo cada novedad. En cambio, mediante el renting, pueden utilizar durante un período de tiempo aquel bien y, cuando hay una innovación, cambiarlo por otro utilizando la misma fórmula. Así, pueden adaptarse a los cambios de una forma muy rápida y segura.

– Se puede revocar cuando se precise: si el arrendatario no quiere continuar utilizando aquel bien, puede comunicarlo al arrendador y, de esa forma, adquirir otro nuevo de inmediato. Por lo tanto, en línea del punto anterior, facilita la adaptabilidad a cualquier cambio.

– Se contabiliza como un gasto: al ser equivalente a un alquiler, va directo a la cuenta de pérdidas y ganancias. De esa forma, provoca un aumento de los gastos que repercute en un menor beneficio y, como consecuencia, en un importe más pequeño a afrontar de Impuesto sobre Beneficios.

– No hay que contabilizar amortización: el bien, al no ser propiedad de la empresa ni encontrarse en el balance, tampoco hay que calcularle la correspondiente amortización.

– No afecta a la deuda: no afecta a conseguir una determinada financiación para otras inversiones ya que, al no considerarse deuda, permite mantener unos números en términos de ratios más favorables. Estas ratios son las que determinan que una entidad de crédito facilite o no la financiación pedida.

¿Cuáles son las desventajas?

– No es posible quedarse el bien en propiedad: en caso que los resultados del uso hayan sido satisfactorios, no es posible quedarse el bien en propiedad, hecho que siempre genera una cierta incertidumbre e incomodidad al no ser propio de la empresa.

– Se ponen límites al uso del bien: el arrendador marca unos límites a su uso en términos de número de años o usos, kilómetros… Por lo tanto, en caso de precisar usarlo por encima del límite establecido, no se podrá,

– No hay un control sobre el mantenimiento del bien: el propietario del bien se encarga de realizar el mantenimiento. En ese sentido, la empresa no tiene control sobre qué servicio de asistencia técnica va ni de su calidad. Además, puede que este servicio esté ubicado lejos del lugar donde opera la empresa, hecho que puede provocar parones en la producción.

– Alta penalización por cancelación anticipada del contrato: aunque existe la posibilidad de dejar de usarlo antes del fin del contrato, como contrapartida, la penalización a afrontar es importante.

– Su coste es alto respecto otras fuentes de financiación: a cambio que el arrendador se haga cargo de todos los costes, el importe mensual a afrontar es mayor.

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