Análisis

¡Europa de palomas, tiempo de halcones!

La recesión llama a las puertas de Europa.
La recesión llama a las puertas de Europa.

«El mejor argumento contra la democracia es cinco minutos de conversación con el votante medio», Winston Churchill.

No podría haber comenzado mejor mi tribuna semanal que con una célebre frase del que fuera probablemente el gran padre de la Unión Europea; Winston Churchill. Siempre he defendido que la fundación de dicha Unión, así como la del euro, va mucho más allá de un tratado económico y social. La Unión Europea es la victoria de la paz sobre la guerra, y el inmediato paso previo al gran desarrollo de esta sociedad. Quien sabe si en un futuro próximo se recuerde nuestra era como ‘la era de las sensibilidades’, en un mundo para mi gusto a veces excesivamente ostensible hacia lo políticamente correcto y que alejado de los principios fundamentales del sentido común, ya que las cosas nunca son perfectas ¡y menos mal! parece que se esfuerza copiosamente en dar suma importancia a cantidades ingentes de banalidades, en contraposición a hacerlo a aspectos relevantes que verdaderamente marcan nuestras vidas.

Probablemente partimos del desconocimiento de una mayoría social en cuanto al peso que la economía tiene en nuestra sociedad, que nadando en la ilusoria abundancia no valora lo que cuesta, o mejor dicho, lo que nos ha costado llegar hasta aquí. Por supuesto, recalco que las absurdas peleas a las que la política nos ha sumido y acostumbrado, nos ha llevado a un peligroso desapego social hacia ciertos temas políticos, que repito, promovido por la ignorancia, al poder le está sentando de perlas. Tal vez por eso, mi inicial cita a Churchill explica de una manera simple el porqué la democracia, siendo un mal menor, está sobrevalorada.

Soy consciente de que cada vez que me expreso en estos términos la gente se sorprende en un primer instante, pero es simple de comprender si tu ideología, como la mía, es marcadamente liberal. Y está claro que es absurdo renegar de aquellos que defendemos que el presupuesto público debería ser gestionado por tecnócratas con un bonus sobre éxito, que pagados como corresponde dirigirían el presupuesto más grande de la nación con mucho más esmero. Tener un incentivo por tener superávit sería el fin a los problemas de deuda de cualquier país de Europa, y liberalizar los servicios públicos abriría las puertas a la competencia y al incentivo de tener que espabilar.

En efecto, privatizar permite capitalizar recursos estatales, y liberalizar mejorar los servicios públicos. Ya me lo vendréis a contar los más escépticos cuando se lleve a cabo el Ave Barcelona-Madrid en 2:30h por 19€. Que rápido se ha avivado Renfe para realizar aquello que hace 15 años ya debería haber existido, ¿no? La innovación parte de la necesidad, y nunca de lo contrario. Y señores, llegados a este punto de absurda burocracia, nos encontramos con la Europa del desastre, la Europa en la que empezamos a entender a los británicos, que han pasado de ser los inductores de la Unión, ¡a huir por patas! Y no es para menos viendo cómo están gestionando la administración de la vacuna, entre otras muchas variables… razón no les faltaba. ¡Europa es una olla de grillos! grillos más centrados en ver quién tiene más cuota de poder, que en dar soluciones. Aquello de que la Unión Europea es un club selecto de élites podría ser completado por; ‘un club selecto y MUY torpe de élites’. ¿Tan difícil es pensar localmente y actuar globalmente?

Y así, sin dejar títere con cabeza, les explico también que ya en 2010, mientras USA ganaba dinero vendiendo las acciones que había comprado ampliando capital para rescatar a la banca, aquí en Europa seguíamos debatiendo si éramos halcones o palomas… Mientras tanto Grecia, Irlanda, España e Italia se iban a la quiebra por una crisis sustancialmente menor que la americana. Y todos sabemos qué ocurrió, ¿a qué sí? Que una maldita vez admitido el fracaso y dilapidados los recursos públicos con planes E y absurdidades varias, llegó el tecnócrata de turno para salvar Europa, sí sí ¡Mario Draghi! Señores burócratas, ¿quieren que volvamos a esperar sentaditos que estemos al borde del precipicio sanitario para exigirles proceder? Esto de ejercer impulsivamente en el último minuto va siendo norma en la selecta y torpe clase de estas élites europeas, y es impermisible. Igual que lo fue con el Brexit.

Dicho lo cual, considero que el mundo del siglo XXI va con unas cuantas marchas por delante de las que lleva Europa, y no olviden que los debates eternos que tratan de contentar a todos, terminan por no contentar a nadie. La toma de decisión en cualquier organización es el elemento clave, es aquello que empresarialmente te otorga ventajas competitivas y te hace adaptarte al cambio. ¿Habría llegado el iPhone sin la determinación de Mr. Jobs?, ¿podría yo referirme en estos términos si no me sintiera visionaria de aportar avance? Ampliamos el círculo con la palabra visión, esa que han tenido Tesla, Edison, Ford incluso BioNTech y Moderna, a la hora de centrar toda su energía en solucionar un problema.

La focalización es lo que nos permite avanzar en esta vida, especialmente cuando tenemos un incentivo. Y el posicionamiento es aquello que la determina. Y volviendo a la Unión Europea, el único incentivo que demuestra tener este selecto y torpe club de élites es su ambición a un poder finito que omisos de la enorme responsabilidad que nace de gestionar el presupuesto de todos, no han tenido ni rendido cuentas a nadie. Como decía mi querido Fito Páez; gente sin swing, son como halcones. Pueden fingir hasta que llores, pero mi amor, son impostores. Y aunque te inviten a su mesa, no estarán de tu lado. Y aunque lo juren y prometan, no estarán a tu lado.

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