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Estado de hibernación

Singapur
Pedro Sánchez con mascarilla. (Foto: Moncloa)

“Nunca tomes decisiones racionales en un estado emocional”

Las naciones modernas se enfrentan a la crisis más dramática del siglo XXI, y al problema humanitario más severo desde la Segunda Guerra Mundial. Nuestra generación afronta de cara un problema absolutamente primitivo en plena era digital. Seremos juzgados como sociedad en función de la capacidad que tengamos de resolver esta guerra, puesto que aún pudiendo catalogar la crisis del COVID-19 como sanitaria, estamos ante la ‘IIIWW’. Ésta es una guerra contra un enemigo invisible y extremadamente peligroso, al que no se le gana con la fuerza bruta, ni con presupuesto militar. La única forma de vencer es desde la madurez y la solidaridad social que entre todos sepamos construir. Siempre he mantenido que en esta vida hay dos tipos de relaciones: aquellas en las que se sienten identificados contigo por algo, y aquellas en las que se creen que pueden sacarte algo. Este es el momento de emprender una tercera derivada, pero como seres humanos. ¿Estamos preparados para ser la mejor versión de nosotros mismos?

Mientras nuestras mentes más brillantes buscan alternativas para construir hospitales, crear respiradores, mascarillas, material sanitario de protección, soluciones sociales y médicas hasta encontrar la vacuna del coronavirus, nuestras autoridades políticas y monetarias, las cuales no me representan, tratan de buscar el éxito a medio plazo mediante medidas que permitan dentro de esta ‘hibernación’ garantizar la supervivencia de nuestra economía. Y la pregunta del millón es: ¿cómo? Sus hechos hablan tan, pero que tan alto y fuerte, que sus palabras no consigo oírlas, y créanme que querría… Dicen que la fe es lo último que uno pierde.

Como economista sí tengo claro que la economía se puede congelar si logramos inducir nuestro tejido empresarial al coma, especialmente a nuestros héroes, pymes y autónomos. Para lograr dicho coma inducido sobre la economía podemos considerar que las medidas tomadas por parte de USA son positivas para tal cometido. Al fin y al cabo, a nadie le amarga un dulce. Dulce en forma de ‘infinity bazooka’ por parte de la Fed, que imprime dólares para comprar deuda de manera indefinida.

Además de eso, las medidas fiscales de la administración Trump tratan de inducir al coma a la economía mutualizando el coste del virus entre todos y cada uno de los estadounidenses. Nada menos que ¡dos trillones de dólares! se inyectan en la economía para repartir dinero físico a familias y empresas, en lugar de regalárselo a los bancos de turno y a los mercados especulativos: ésta es la gran diferencia del 2008 a hoy.

Sin embargo, es muy necesario que recordemos que el pragmatismo americano es incomparable al sistema intervencionista y altamente burócrata de Europa. En EEUU si hay trabajo, se trabaja. Y si no lo hay, al paro se van. La flexibilidad de los contratos laborales permite a las empresas y a los autónomos no depender de costes obligados, y aquí solamente vale lo que valga cada uno. En un entorno social de este tipo, lo que hace grande a la administración americana es entender que no existe un estado del bienestar como tal, y por lo tanto “el sueño americano” de que cada cual se haga a sí mismo sólo es factible cuando no nos encontremos en una economía de guerra como actualmente.

Con ello me refiero específicamente a todas aquellas empresas que no puedan ejercer su actividad habitual, no porque no sean viables sino porque es físicamente imposible ante un confinamiento tal, lo cual exige que el Estado sirva para que los recursos públicos sean destinados a mantener la economía congelada mientras nuestro preciado mundo le gana la guerra al COVID-19.

España

En España, sin embargo, me viene a la mente aquella maravillosa frase de Margaret Thatcher: «El socialismo fracasa cuándo se les acaba el dinero… de los demás». Aquí tenemos un sistema de sanidad público, y teóricamente un Estado del bienestar que como estamos viviendo, no sirve para absolutamente nada. Cierto es que muchos pensarán en la sanidad pública como el remedio, pero no nos equivoquemos: no es el sistema de sanidad pública sino los héroes sanitarios los que están salvando este magnífico país. Pero cuidémoslos, porque cuando a uno le duele algo tanto, acaba cansándose. Lo cual da paso a lo peor.

¡Europa necesita reformas fiscales liberales urgentemente! El BCE ya ha ampliado su programa de compra de activos en un total de 820.000 millones de euros. Este programa de compra de deuda permite a los Estados que no han sabido reducir la deuda ir al mercado a financiarse. El problema de España e Italia es pretender mutualizar el coste del coronavirus entre todos los europeos, algo que Holanda y Alemania no ven con buenos ojos, y con mucha razón.

En época de bonanza los famosos ‘PIIGS’ nos hemos dormido en los laureles reduciendo nuestra capacidad de endeudamiento, e incumpliendo los compromisos fiscales con la Unión Europea. Por lo tanto, aquí sí que entra en juego la capacidad de cada Estado miembro de ser creativo, lo que me lleva a una cuestión importante: ¿es justo que quien decida nuestro futuro represente al 34% y 9,74% de todos los españoles en edad de votar? La respuesta es bastante evidente, ¡NO! Y es que al parecer ni ellos mismos son capaces de entenderse.

¿Créditos?

La única lectura que puedo hacer de este gobierno es desorden y usurpación de poder político por real decreto ley. La solución que España ha planteado a la economía es muy simplista: pidan créditos para pagar sus impuestos y sus facturas señores/as, lo cual no es nada fácil. ¿Para esta chapuza necesitamos una administración? Considero que a esta conclusión podemos llegar todos solos. Es muy curioso que al final sea Pablo Iglesias aquél que vuelva a rescatar a la Banca. Paradójico cuanto menos ¿no creen? Aunque ya es habitual, dada la hipocresía política en la que vivimos inmersos. Hipócrita: Que finge una cualidad, sentimiento, virtud u opinión que no tiene. ¿Les suena?

¡España necesita liquidez! La única solución que hará factible este ‘estado de hibernación’ es la exención y rebaja, que no diferimiento, de los impuestos. Bajo estas medida dotaríamos de liquidez a las empresas y permitiríamos un ‘estado de hibernación’ que junto a las prestaciones de desempleo den oxígeno a nuestro tejido empresarial. Los microcréditos para alquileres no servirán más que para adornar el discurso populista anti ‘fondos buitre’. Las familias desfavorecidas deben recibir un subsidio que les permita asumir el coste de su alquiler, los suministros básicos y la comida. Ni microcréditos, ni moratorias, ni más mentiras: ¡SUBSIDIOS!

No cabe duda de que quién nos sacará de esta crisis serán las personas, y no los Estados. Estados que ya demostraron sus carencias en 2008 y que nuevamente en la peor crisis de nuestra generación se muestran inservibles. Debemos aprender a detectar cuándo seguir se convierte en un problema de conducta. A veces en la vida sentimos que hay cosas imperdonables y sencillamente debemos aceptar que esos hechos harán que nuestra imagen sobre algo, o alguien, jamás pueda volver a ser la misma. 

Gisela Turazzini, CEO, Blackbird Bank

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