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¡La era de las vanidades!

Christine Lagarde, presidenta del BCE
Christine Lagarde, presidenta del BCE

“Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir”, Honoré de Balzac.

Las cosas son como son. Sufrimos porque las hemos imaginado distintas. La vanidad es un pecado capital que explica en todo o en parte, el defecto humano de sentirse superior al prójimo manifestado en forma de soberbia y arrogancia. Ello no significa que tenerse en buena consideración sea un problema, al contrario.

El problema radica en perder la percepción real de los riesgos que uno asume cuando a su vez se utiliza ese complejo de superioridad para menospreciar a los demás, es cuando entonces se convierte en un terrible defecto. Pero entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, y lo que entendemos, hay nueve posibilidades de no entenderse.

Estas semanas el tribunal de justicia alemán le ha generado una polémica compleja al BCE, puesto que sentenciar en contra de las políticas monetarias no convencionales no solamente complica la fragilidad de la Unión, sino que ataca directamente a la carta magna fundacional de la Unión Europea.

El BCE ya se ha pronunciado al respecto y en parte no le faltan razones; para cumplir su mandato precisa de creatividad cuando todos los recursos convencionales se hayan completado. Bajo mi punto de vista, este pánico infundado de Alemania a la hiperinflación es más consecuencia de recuerdos del pasado, que de cualquier otra razón.

Está claro que las medias tintas nunca funcionan, y mientras la economía ha ido más o menos bien, la UE ha tenido carta blanca. Pero justo en el momento en el que en el mundo sigue creciendo en autoritarismo, la fragilidad de la UE se hace cada vez más evidente. Las diferencias entre el norte y el sur de Europa son notables y la única manera de solucionar dicha discordancia es bajo una fiscalidad común. Pero mata a mis demonios y mis ángeles morirán también, así que se generará el lógico conflicto entre “el que paga y el que pide”.

Las viejas rencillas del seno de la UE van tomando relevancia a medida que los bancos centrales siguen haciendo de las suyas. El mundo observa atónito la recuperación bursátil de Wall Street, pero más allá de esa realidad la economía y las bolsas están absolutamente hundidas. Si echamos la vista 20 años atrás, nunca en toda la historia las Bolsas habían dado rendimientos tan reducidos, la realidad es muy distinta a la que nos narra Wall Street.

Si analizamos el índice compuesto por las ‘big five’ (Facebook, Amazon, Apple, Microsoft y Google), nos encontramos con un índice que cotiza en sus máximos históricos y que capitaliza en torno al 30% del total del mercado americano. Si analizamos el SP500, nos encontramos con un rebote técnico tras el crash de marzo que ha corregido el 50% de la caída, dejando un 0% de rentabilidad partiendo del 1 de enero de 2018.

Si lo hacemos a la inversa, es decir excluimos del SP500 las ‘big five’, entonces nos encontramos con que el SP500 lleva desde el 1 de enero de 2018 un castigo del -50%, lo cual penaliza todavía más el dato de rentabilidad acumulada por las bolsas en los últimos 20 años.

Este dato, aplicado al famoso estudio de Jeremy Siegel, es sintomático, puesto que tanto las Bolsas americanas como las europeas, cotizan en niveles de sobreventa y depresión vistos en 1841, 1921, 1932, 1945, 1974, 2003 y en 2009. A este dato, se le puede añadir el comparativo que mide el estilo de inversión ‘Growth vs. Value’, dos estilos de inversión que marcan un diferencial de comportamiento nunca antes visto a favor del ‘growth’, algo comprensible si atendemos a los datos. Las ‘big five’ destruyen cualquier estadística y cualquier realidad generalista. Twain decía que es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido engañados, ¿no?

Otros dos datos parecidos son el comparativo entre el ‘SP commodities’ y el SP500, que se encuentra en el peor nivel de toda su historia, un nivel que cuando se ha repetido a lo largo de dicha historia nos ha marcado un momento ideal para invertir en materias primas a largo plazo. Es cierto que en Blackbird Bank recomendamos siempre analizar estos datos excluyendo las ‘big five’, pero no me dirán que los datos no son reveladores. Finalmente, el spread oro/plata es otro de los que se apunta a lo nunca visto hasta la fecha. El comportamiento relativo a favor del oro respecto de la plata supone la ruptura total de su histórica correlación.

Como decía Mr. Coetzee, no hay ninguna mentira que no tenga un núcleo de verdad. Solamente hace falta saber escuchar. Y toda correlación vertida sobre el pasado se ha roto por completo en estos mercados llamados “no convencionales”. Probablemente algunos piensen de manera correcta que las ‘big five’ son el verdadero reflejo de las barbaridades que llegamos a pagar en el 2000, pero lo que nos queda no es tanto el exceso de ellas cinco, sino más bien el defecto del resto del mercado.

Un mercado apático y ninguneado por el propio Mr. Market como consecuencia de las vanidosas decisiones de los Bancos Centrales. Aquellos que desviaron el dinero de lo tradicional a lo posible, de las empresas consolidadas a los unicornios y del estado del bienestar, ¡al mercado especulativo!

Por ello debemos dejar que la vanidad sea para aquellos que lamentablemente no tengan otra cosa que exhibir. Y lo único que puede exhibir el poder es su incompetencia ante una crisis vestida de vanidad, y nunca olviden que lo más importante de una crisis es que la crisis no entre en ti.

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