Estrategia en la cadena de moda low cost

Mulaya se ‘occidentaliza’: ni rastro de empleadas asiáticas en las tiendas, toda la plantilla es española

Mulaya
Tienda Mulaya en Madrid (Foto. Pinterest)
María Villardón

Mulaya traslada de las tiendas a los almacenes y gestión a las empleadas chinas y refuerza la atención al cliente en los puntos de venta con dependientas españolas y latinoamericanas. La líder de la compañía de moda low cost, Peiyao Bao, refuerza el visual merchandising en los escaparates y la atención al cliente para ‘occidentalizar’ la marca y no se le identifique como moda china.

La primera tienda de Bao se abrió en la Avenida del Mediterráneo, en el distrito Retiro de Madrid, en 2003 y hasta ahora el mercado madrileño está abastecido con una veintena de tiendas. En los primeros años, la compañía tenía en plantilla dependientas compatriotas, pero de cinco años a esta parte la estrategia ha dado un giro. De manera paulatina han ido sustituyendo a las empleadas de origen chino por trabajadoras españolas y latinoamericanas.

Actualmente, la compañía de origen asiático cuenta con una plantilla de alrededor de 200 empleados y una treintena de tiendas repartidas por España, fundamentalmente en Madrid, aunque también tienen presencia en Zaragoza, Valencia y Cataluña.

El objetivo, según comentan fuentes del sector a este periódico, es conseguir que el consumidor no identifique las tienda Mulaya con moda hecha en China como algo “cutre o despectivo”. Pues explican, “la gente no dice con tanta ligereza que lo que lleva puesto es de Mulaya, pero sí que dice que lo ha comprado en Inditex, aunque lo fabrican en el mismo lugar en muchas ocasiones. Solo hay que mirar las etiquetas”, apuntan las mismas fuentes.

No obstante, sus empleadas asiáticas siguen dentro de la compañía, refuerzan la atención al cliente con españolas en las tiendas, pero en la organización y los almacenes las controlan las compatriotas de Bao.

Este golpe de timón comenzó a percibirse hace alrededor de 5 años cuando Mulaya fichó al directivo Javier García, procedente del mundo inmobiliario y la exportación, para que capitanear toda la estrategia de expansión de la cadena de moda low cost. Hace alrededor de un año que García salió de Mulaya al fichar por la compañía canaria Encuentro Moda.

También crece Mulaya a través del sistema de franquicias, sin embargo, no hay franquiciados españoles, solo a empresarios chinos y cercanos a la familia, tal como confirmaba Bao a Modaes en la única entrevista que ha concedido en España. En la aventura empresarial en España, Bao está acompañada de su marido Quinghua He y su hermana Eva Bao.

Además de esta ‘occidentalización’ de la atención al cliente, también en este mismo periodo se ha cuidado mucho el visual merchansiding de la red de tiendas. Al igual que Inditex, en la que sin duda se está inspirando Bao, han elevado el nivel de la decoración y el cuidado en los escaparates para ser más atractivos sin hacer publicidad.

La compañía textil opera con dos sociedades: Mulaya para gestionar la red comercial y Mulaya On-Line para su ecommerce. No ofrece cifras, pero según datos del registro Mercantil, Mulaya cerró el ejercicio fiscal 2016 con unas ventas de 3 millones de euros y números verdes de más de 190.000 euros.

La mercancía de Mulaya no se compra directamente en China, los proveedores se sitúan en el sur de Madrid, en el polígono de Cobo Calleja -también regentado por ciudadanos asiáticos-, así como en la localidad de Prato, ubicada en la Toscana, o en el macrocomplejo de Aubervilliers (Francia). Ambos dos lobbies comerciales de moda fast fashion de China para la distribución en Europa.

Producción china en Europa, por cierto, que se ha visto en más de una ocasión salpicada por la polémica. En la última década, la fiscalía de Florencia ha puesto en marcha algunas investigaciones sobre una posible relación entre los fabricantes chinos en Prato con la mafia italiana tras redadas periódicas en los talleres de confección.

Escándalos de los que la confección textil española tampoco se libra. En 2009 la policía llevó a cabo alrededor de 70 registros en los talleres y naves industriales de Mataró (Barcelona). La redada se saldó con la detención de una veintena de sospechosos.

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