Uno de cada cuatro parados europeos reside en España

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Paro (Foto: EFE)

La economía española crece ya como antes de la crisis, pero el nivel de desempleo es de los más altos del mundo desarrollado. Aunque la reforma laboral del Gobierno y el aumento de la actividad han reducido la tasa de paro en los últimos meses, el volumen de personas que han sido expulsadas del mercado sólo es comparable con el de países en bancarrota.

Según los últimos datos de la oficina estadística comunitaria (Eurostat) España sólo es superada por Grecia en volumen de desempleo. En concreto, la tasa de paro se situó en el 22,2% de la población activa al cierre del pasado julio, frente al 25% de la economía griega. La tasa de paro media de los países de la UE es del 9,5%, inferior a la contabilizada en los estados de la eurozona, que alcanza el 10,9%.

El volumen de desempleados en la UE es de 23 millones de euros, mientras que en España es de 5,2 millones, lo que supone que uno de cada 4,4 parados que hay en la UE reside en España.

En los últimos doces meses, la tasa de paro española se ha reducido 2,1 puntos, desde el 24,3% que Eurostat contabilizó en julio de 2014. No obstante, a pesar del descenso, el desempleo en España duplica la media comunitaria y se encuentra a años luz de los países que con menos paro, como Alemania (4,7%), República Checa y Malta (ambos con un 5,1%).

Tasa de paro en la UE (jul 2015)

Si analizamos el dato de desempleo juvenil el panorama es aún más desolador. En España el 48,6% de los menores de 25 años no logran encontrar un puesto de trabajo. Es también la segunda más alta de la UE tras la griega, que se sitúa del 51,8%.

El objetivo del Gobierno es reducir la tasa de paro para situarla en el entorno del 15% en 2018 gracias a un crecimiento anual del 3%. Aunque se trata de una notable reducción respecto a los niveles actuales es una cifra muy superior a la de los años previos de la crisis, cuando rondaba el 8%. Esto implica que existe un elevado paro estructural que se mantiene a pesar de la bonanza económica y la única manera de luchar contra ese lastre es afrontar reformas de calado.

¿Cómo reducir el paro estructural?

Pero ¿de qué reformas hablamos? Más allá de las que conciernen estrictamente al mercado laboral -como por ejemplo la reducción del poder de los sindicatos, la rebaja de las cotizaciones sociales o la facilidad para emprender un negocio- hay mucho camino por recorrer a la hora de reducir la intervención del sector público; y limitarla a aportar la necesaria seguridad jurídica para que las empresas puedan afrontar proyectos de inversión sin sobresaltos normativos.

La falta de una unidad de mercado, con 17 autonomías que tienen sus propias regulaciones, la excesiva burocracia y la falta de comprensión por parte de las autoridades políticas de que la creación de empleo corresponde al sector privado (y no al Gobierno de turno) configuran un cóctel explosivo de difícil digestión para un mercado laboral que, como el español, es heredero de un modelo diseñado en la etapa de la dictadura.

Modernizar las relaciones laborales sigue siendo una tarea pendiente, a pesar de las tímidas modificaciones realizadas en la legislación, y requiere de representantes públicos que, además de comprender el problema, estén dispuestos a asumir el coste electoral que se derive de la oposición de los grupos privilegiados en el actual marco normativo.

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