Inversión

Una amenaza a largo plazo para la economía española

Sánchez junqueras
Pedro Sánchez durante el debate de investidura

Casos como Italia pueden hacernos ver las consecuencias de la ingobernabilidad en el largo plazo. Mientras la economía se desacelera, en España, seguimos jugando al juego de los sillones.

La situación que presenta el escenario político en España sigue siendo un oasis de incertidumbre. El bloque gubernamental que presenta el país tortura psicológicamente a los ciudadanos, que miran impasibles los despilfarros de gasto público que nos supone mantener a un numeroso grupo de personas que, representando a España, discuten en el hemiciclo ante la imposibilidad de actuar, pues carecen de acuerdos que lo permitan.

Esta situación ya comienza a tensarse. Más aún cuando nos despertamos con una encuesta del Centro de Investigaciones Socilógicas, el CIS, en la que el señor Tezanos muestra la supremacía socialista frente al resto de partidos políticos que supondría un escenario en el que España fuese a unas nuevas elecciones. Un gran incentivo para el vigente presidente en funciones, pues es conocido su ansiado deseo de gobernar, y ya no solo gobernar, pues de hacerlo, quiere que sea en solitario.

Unas encuestas que han despertado el sarcasmo hasta en la sede de los que ahora son sus supuestos socios, Unidas Podemos. Pablo Echenique, actual diputado de la formación morada bromeaba esta semana con la encuesta, diciendo que el señor Tezanos pronosticaba que a Sánchez, en unas nuevas elecciones, se le haría Rey de España. Entiendo el sarcasmo y la ironía, pues aunque hayamos dicho socio preferente, el señor Sánchez ha dejado muy claro que de ser sus socios preferentes, claramente son indeseados por la formación socialista.

Y es que, para Sánchez, el partido de Unidas Podemos no se ajusta a los deseos de Gobierno del vigente vencedor de las elecciones generales. En el Congreso, a falta de haber visto acuerdos, si hemos podido ver la clara humillación del Partido Socialista a Podemos, al que tachó de incompetente para asumir determinadas competencias en diversos ministerios que, para Sánchez, por el grueso presupuestario que soportan, no eran calificados como entregables en las negociaciones con Podemos.

El propio Pablo Iglesias llegó a decir que a Sánchez solo le faltaba pedir que se cortase la coleta, advirtiendo que si lo hiciese, se podría plantear la alternativa de hacerlo. Como podemos ver, una humillación en toda regla y que entra dentro de la estrategia de Sánchez para ningunear a Podemos. Un ninguneo menos abusivo del que el propio Presidente en funciones realiza a la formación de Santiago Abascal, pero que, si lo observamos detenidamente, es increíblemente más humillante.

En resumen, estamos ante una situación en la que el escenario futuro se decanta más por la celebración de unos nuevos comicios que por la culminación de acuerdos entre diversas formaciones. De hecho, el nivel al que estamos llegando es excesivamente divagante. Tal es la situación que el propio Casado plantea postularse a dirigir una investidura con la abstención de Sánchez, pese haber logrado unos resultados muy distantes, a la baja, de los obtenidos por la formación socialista.

Pero ojo, que no gobiernen no significa que a los españoles no nos cueste dinero, tampoco que la economía siga funcionando o que los ciudadanos tengan que pagar sus impuestos. El mundo continua funcionando como lo hacía anteriormente y la desaceleración económica, aquella que no quieren ver desde la formación socialista, sigue achacando nuestra economía y amenazando con una mayor pronunciación. Una desaceleración que aprieta a un país que carece de posibilidades para aplicar reformas estructurales que traten de paliar la situación.

Y es que, como muchos saben, los presupuestos con los que está gobernando el partido socialista hasta el día de hoy y que marcan el gasto del país fueron los aprobados durante la pasada legislatura de Mariano Rajoy. Lo mismo ocurre con la reforma laboral, que pese a haber sido alabada por organismos como BBVA Research, hablamos de una reforma que aplicó el Partido Popular en 2012 y que, por muy buena que pueda ser, no es eterna.

Si observamos la economía, desde el punto de vista socialista, la desaceleración económica es una clara falsedad, pues para los dirigentes, en funciones, las previsiones que realizan los distintos organismos, así como las instituciones europeas, revisan al alza los crecimientos de la economía española, destacando frente al resto de homólogos europeos. Sin embargo, si observamos los históricos, en contraste con los años predecesores, la desaceleración subyacente de la economía no podía ser más real.

Las previsiones de BBVA Research así lo indican. Los crecimientos para España se continuarán moderando, perdiendo un mayor dinamismo en 2020, donde la economía prevé moderar sus crecimientos y rebajarlos hasta el 1,9%. La demanda interna, que se situaba al alza, para este año ya ha rebajado sus registros y la actividad económica en el país, así como la creación de empleo ya muestran las vulnerabilidades y fallas estructurales de la economía española.

Pero no nos asustemos. Como he dicho, esto es algo lógico. Nos llevan avisando mucho tiempo de que necesitamos adoptar reformas y promover nuevos proyectos como país que traten de revertir la situación. Países como Estados Unidos, China, Portugal, Francia, entre otros, están adoptando medidas para paliar la desaceleración como ellos creen, mientras que España sigue jugando al egocéntrico juego de los sillones en el hemiciclo.

El juego, por lo que parece, durará al menos un mes más. Ahora, nuestros políticos, se van de vacaciones y las negociaciones se volverán a retomar en septiembre. Unas negociaciones que, observando el estado de las mismas, no parecen muy clarividentes. No podemos saber que va a pasar en el escenario político, aunque si en el escenario económico. Un escenario que cada vez que muestra un nuevo indicador, nos avisa de que nuestra economía se siente vulnerable y que, en el largo plazo, podría pasarnos una gruesa, y grave, factura.

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