Suelo radiante: costes vs. eficiencia

Suelo radiante
(Fuente: Unsplash)

El verano ya es historia y estás reordenando los armarios para sacar la ropa de invierno y revisarás tu sistema de calefacción para que esté a punto cuando lo necesites. Tanto si tienes radiadores eléctricos, como un sistema de calefacción con caldera de gas –o simplemente utilizas braseros y calefactores–, es un momento ideal para que te replantees si el sistema que hay en tu hogar es el más adecuado o si existen alternativas más baratas, eficientes y respetuosas con el medioambiente.

Una opción que cada día cobra más fuerza es el suelo radiante, un sistema que permite un notable ahorro de costes sin renunciar al confort y que, además, es más respetuoso con el medioambiente que los sistemas de calefacción tradicionales porque es más eficiente. Los hay principalmente de dos tipos: aquellos que generan el calor mediante conducciones de agua y los que están diseñados para funcionar con resistencias eléctricas.

Aunque esta alternativa sea una gran desconocida para muchas familias españolas, lo cierto es que su existencia se remonta incluso a la época romana del siglo I antes de Cristo, cuando el ingeniero Cayo Sergio Orata perfeccionó un modelo de calefacción a través del suelo que dio servicio a los clientes de las termas del imperio y se que se denominaba hipocausto. Hoy, dos mil años después, las empresas de reformas instalan sistemas que, basándose en esta idea, permiten a las viviendas del siglo XXI luchar contra las inclemencias invernales. Pasemos a analizar sus características y los elementos diferenciales del suelo radiante respecto a los sistemas de calefacción tradicionales.

Es más barato

Aunque el suelo radiante precisa una inversión inicial, al ser más eficiente permite un ahorro mensual en tu factura energética que hará que amortices rápidamente el desembolso, especialmente si se trata de suelo radiante por agua. Este sistema logra temperaturas de 25 a 29 grados en el hogar sin excesivo consumo porque es eficiente e inmediato, es decir, emite el calor de forma directa y permite la regulación mediante termostatos ubicados en todas las habitaciones de la vivienda.

El ahorro en el consumo energético mensual puede ser del 20%, ya que al estar ubicada la fuente de calor debajo del suelo de forma uniforme se consigue una mayor eficiencia (y confort) que en los sistemas convencionales (radiadores) con una menor temperatura de la fuentes de calor.

En cuanto al desembolso inicial, varía mucho en función de la calidad de los materiales y de la empresa de reformas, pero según indica la plataforma Certicalia el importe medio de la instalación es de 40 euros por metro cuadrado, una cantidad a la que hay que sumar los gastos de guardamuebles y los derivados de tener que pasar unos días fuera de la vivienda.

Reduce la sequedad

Las calefacciones tradicionales obligan a colocar humidificadores para lugar contra la sequedad, especialmente si viven niños o mayores en casa y queremos evitar pasarnos todo el invierno en la sala de espera del médico por gripes, resfriados y problemas respiratorios.

Los radiadores reducen la humedad por debajo del 20%, cuando los profesionales sanitarios recomiendan una tasa mínima cercana al 40% que es más fácil alcanzar con sistemas de suelo radiante. Al estar ubicada la fuente calorífica en el suelo y distribuida por toda la vivienda se produce mucha menos sequedad ambiental y, además, se reduce el polvo, factores muy relevantes a tener en cuenta sobre todo si el inmueble está ubicado en zonas del interior de España.

Es más estético

Si te decides por poner suelo radiante en tu casa dirás adiós a los radiadores, estufas, calefactores, braseros y cualquier otro tipo de aparato emisor de calor que, además de ocupar espacio, son antiestéticos. La vivienda se mantendrá a la temperatura que decidas de forma uniforme sin que haya ningún elemento visible que dificulte la colocación de muebles o de adornos en las paredes. Podrás aprovechar mejor la distribución de tu casa colocando ese armario que nunca pudiste o poniendo una cama extra en la habitación de invitados que antes no cabía porque había un enorme radiador.

Existen varias opciones

En la actualidad existen dos tipos de suelo radiante para calefacción. El más demandado es el que utiliza el agua como materia prima para calentar el inmueble. El sistema requiere la instalación de tuberías por toda la superficie de la vivienda bajo el suelo, que puede ser de parquet, mármol, moqueta u otros materiales. Estas tuberías conducen agua caliente transmitiendo calor al ambiente de la vivienda y, para producir la energía, podemos utilizar calderas de gas, bombas de calor, placas solares o cualquier otro sistema de generación.

La otra opción es utilizar un suelo radiante eléctrico (que también se denomina losa radiante eléctrica) y que funciona con resistencias instaladas bajo el pavimento mediante un circuito de clave o malla calefactora, que se coloca encima de una lámina aislante. Es una evolución al sistema de tuberías de agua y permite realizar la instalación de una forma más sencilla, rápida y económica.

Para saber cuál de los dos sistemas se adapta mejor a tus necesidades hay que pedir opinión a un experto y solicitarle que realice un estudio sobre la ubicación del inmueble, la superficie disponible y los metros que es necesario calefactar. Aunque lo normal si tienes en casa caldera de gas natural es apostar por el sistema de suelo radiante por agua para evitar sustos en la factura de la luz, no en todos los casos hay que descartar el suelo radiante eléctrico, ya que puede resultar rentable por su rapidez de respuesta, eficiencia energética y rápida instalación con bajo coste. Si este es tu caso te recomendamos que contrates un tipo de tarifa eléctrica con discriminación horaria para limitar el impacto en la factura mensual de la luz.

¿Cuáles son las desventajas?

En cuanto a las principales desventajas lo primero que hay que señalar es que el suelo radiante es tedioso de instalar si no se trata de una vivienda que vaya a ser reformada o un inmueble de obra nueva. Sacar los muebles del domicilio, levantar el suelo y poner el nuevo sistema de calefacción soterrado es un proceso engorroso y que te obligará a tener que abandonar el inmueble durante unos días.

Otro elemento a destacar es que cuando se utiliza suelo radiante por agua el tiempo necesario para calentar la vivienda es mayor que el los sistemas de calefacción tradicionales, ya que se usan temperaturas más bajas. Por eso no hay que  encenderlo y apagarlo a no ser que vayas a pasar largas temporadas fuera de la vivienda. Además, debes realizar inspecciones periódicas y reciclar el agua del circuito para evitar que las impurezas reduzcan la eficiencia de la instalación.

Ahora que ya sabes qué es y cómo funciona el suelo radiante puedes plantearte instalarlo en tu casa. Haz números para ver si te cuadra en tu presupuesto familiar y contrata a un especialista de confianza que te aconseje cuál es el sistema que más encaja en tu vivienda y es más adecuado para tus necesidades.

Lo último en Economía

Últimas noticias