Arabia Saudí acude al mercado para financiarse: ya no puede confiar sólo en el petróleo

Arabia Saudí
Mohámed bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudí y abanderado de Visión 2030 (Foto: Getty)

En demasiadas ocasiones escuchamos que España debería cambiar su modelo económico y no centrarse tanto en el turismo de mayor o menor calidad. Sólo grandes expertos económicos podrían explicarles lo difícil que es llevar a cabo tal asunto. De hecho, nuestro país debido a la crisis se ha convertido en un gran exportador incluso de tecnología. Esta necesidad no es exclusiva de España. Arabia Saudita ha llegado al convencimiento de que el petróleo tiene los días contados y va a implementar un plan para cambiar su economía nacional.

Joaquín Robles, analista de XTB en conversación con OKDIARIO ha querido aclarar los enormes retos que acechan a Arabia Saudita. Que se ha dado cuenta de que los mercados necesitan algo más que petróleo. Esta monarquía arábiga recaudó 4.500 millones de dólares en su primera venta de bonos islámicos locales este año. La mayor economía árabe está en búsqueda de nuevas vías de financiación para salvar un déficit presupuestario provocado por los bajos precios del petróleo. Lo que le está llevando a explorar nuevas fuentes de ingresos para el país.

A pesar de ser la economía a nivel mundial con menor endeudamiento sobre su PIB con un 13,10%, durante este año está siendo el país con mayor déficit presupuestario con un -17.30%. Este sería el tercer año consecutivo de déficit, en 2015 fue de un -2.3% y en 2016 de un -15%. Debido precisamente a la reiterada caída del oro negro en los mercados internacionales, una tendencia que analistas consultados por este periódico afirman que no se recuperará al menos hasta 2019.

Las mismas fuentes aseguraron a OKDIARIO que el petróleo está perdido y aunque se tardarán décadas en cambiar el sistema productivo mundial, basado en el consumo intensivo de combustibles fósiles, el futuro va por lo eléctrico y las a veces mal llamadas, energías verdes.

Con todo, este gobierno saudí recibió ofertas de inversores por más de 51.000 millones de riyals, tres veces el tamaño de la emisión, según un comunicado publicado en el sitio web del Ministerio de Finanzas.
El reino vendió 12 mil millones de riyals de bonos con vencimiento en 2022, 2,9 mil millones de riyals en deuda a siete años y 2,1 mil millones de riyals de bonos a 10 años, lo que demuestra la gran confianza que tiene en la comunidad inversora.

Los tipos de interés fijados en la subasta final fueron de un 3.55% en el bono de 10 años, un 3,25% en el de siete años y un 2,95% los de cinco años en un 2,95%, según personas familiarizadas con la venta que pidieron no ser identificadas. Es decir, buenas rentabilidades pero tampoco para tirar cohetes.

El acuerdo se produce cuando los precios del petróleo se sitúan por debajo de los 50 dólares por barril y las medidas de austeridad pesan sobre la economía de Arabia Saudita. La nación ha prometido recortes profundos en las exportaciones de crudo durante los próximos meses, enfatizando su compromiso de eliminar un exceso de suministro global, incluso mientras algunos miembros de la OPEP como Libia y Nigeria, podrán aumentar la producción.

El gobierno ha pronosticado un déficit presupuestario de 198.000 millones de riales para este año, aunque parece que está mejorando después de registrar una brecha fiscal de 26.200 millones en el primer trimestre. El déficit se financiará mediante la emisión de deuda y la retirada de reservas después lo que permitió al erario público saudita recoger 97.000 millones de riales de la venta de bonos nacionales durante el año pasado.

En la comunidad financiera internacional todos estos movimientos se ven como una nueva redirección de la política económica del principal exportador de petróleo del mundo. Su producto interno bruto se contrajo en los tres meses del ejercicio en curso por primera vez desde 2009, lo que ilustra la magnitud del reto que enfrenta el nuevo heredero del país, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, al implementar su plan para una transición fuera de la dependencia petrolera.

El flamante rey de facto tiene claro que los días de vino y rosas se han acabado y que el futuro pasa por un petróleo más barato, en el que la OPEP ya no podrá manejar a su antojo los precios pues muchos países productores en función de sus necesidades se saltarán la disciplina marcada. Además, el futuro como hemos comentado pasa por menos consumo de combustibles fósiles y sólo así se entiende la importante apuesta que todas las monarquías petroleras están haciendo por todo lo que suena a energía verde.

Lo que los financieros internacionales también alertan es de que si estos países, grandes sostenedores de las empresas y países occidentales con sus chorros de petrodólares flojean, puede tener un efecto de contracción de la demanda a todos los niveles. No sólo de bienes y servicios de lujo, en los que siempre apuestan largo, sino también de deuda soberana, de acciones de empresas del llamado primer mundo e incluso del impacto que puede tener sobre los países turísticos como puede ser España.

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