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¿Queremos acercarnos a Dinamarca o a Venezuela?

Venezuela
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela (Foto: Getty)

Los socialistas de todos los partidos odian la reforma laboral de 2012. Argumentan que la misma provocó una caída de los salarios (“deflación salarial”) y que es la esencia de un “modelo de crecimiento” erróneo, que se apoyaría en el recorte de las remuneraciones para ganar competitividad. Sin embargo, los datos muestran que no hubo una caída generalizada de salarios.

Los datos de Eurostat del salario bruto por hora trabajada en el sector privado muestran para España un incremento de 1,3% entre 2012 y 2016. Entre las 15 principales ramas de actividad, solo tres exhiben una caída de los salarios por hora. Una es la Construcción (caída del 2%), lo que no sorprende al ser el sector más golpeado por la crisis. Las otras dos son precisamente las que suelen recibir las mayores críticas de los socialistas de todos los partidos: Electricidad y gas (-2,2%) y Finanzas y seguros (-1,4%).

Las dos ramas con salarios más bajos han tenido incrementos superiores a la media: Hostelería (+2%) y Servicios administrativos (+3,8%). En las Manufacturas, el aumento del salario por hora más que duplicó la media general (+3%). En la rama de Ocio y cultura, la subida llegó al 7%.

Los gustos y las necesidades de los consumidores cambian continuamente, por lo que su demanda también varía. Esos cambios en la demanda obligan a los productores a adaptarse, aumentando o disminuyendo la producción de ciertas mercancías y servicios. Esos cambios en la producción derivan en ajustes en las plantillas, que a su vez tienen su reflejo en los salarios.

Por lo tanto, las variaciones salariales antes mencionadas pueden explicarse, al menos en parte, en cambios de la demanda. Así como evolucionan de modo diferente los salarios de los distintos sectores, también hay diferencias en la evolución de los salarios entre distintas regiones, ocupaciones y tamaños de empresas. Que hubo y hay casos de reducciones de salarios es cierto. Que eso haya sido un proceso generalizado es falso.

Los cambios en la demanda implican que, en una economía dinámica, los salarios de todos los sectores nunca evolucionan en la misma proporción. Por el mismo motivo, cualquier incremento generalizado de salarios está destinado a perjudicar a la mayoría de trabajadores, al pasar por alto la diversidad de situaciones sectoriales, regionales y de otro tipo.

El número de parados cayó desde 6,2 millones a comienzos de 2013 hasta unos 4 millones ahora. Una caída formidable. Sin embargo, el paro aún debe caer mucho más. La gente debe saber que cualquier incremento de salarios que no esté respaldado por un incremento previo de la productividad desalienta la contratación. Es decir, dificulta la reducción del paro.

Aunque a todos nos gustaría ganar más, la verdad es que lo más importante para las familias es el empleo y no el salario. ¿De qué le serviría a una persona que le aumenten su salario un 5% si al mismo tiempo su pareja pierde su empleo o tarda más en salir del paro?

Que no se me malinterprete. Yo quiero para España lo mismo que tiene Dinamarca: casi pleno empleo (tasa de paro del 6%) y un salario medio de más de 3.500 euros mensuales. Llegar hasta allí no es cuestión de bonitos proyectos de ley ni del capricho de uno u otro político. Es cuestión de muchos años de inversión productiva, gestión prudente de las finanzas públicas y, lo más importante, un entorno de gran libertad económica para invertir, contratar y trabajar.

La reforma laboral de 2012 no es la ideal (¿hay alguna ley “ideal”?), pero nos acercó varios pasos a la meta deseada. Si queremos acercarnos a Dinamarca, lo lógico es ir hacia el norte, y no al oeste (Venezuela), ni al este (Grecia), ni al sur (África).

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