El edil se presentó en bermudas ante inversores chinos

Consejos para no ‘hacerse un Pisarello’ y perder 80 millones de euros

Gerardo Pisarello
El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, junto a Ada Colau. (Foto: Youtube)
María Villardón

Un mal gesto puede arruinar un negocio con una compañía china y, si no es así, que se lo digan a Gerard Pisarello, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona que ha dejado pasar una inversión de 80 millones de euros en la ciudad. El hombre fuerte del Consistorio de Ada Colau llegó a la reunión con los empresarios asiáticos alrededor de media hora tarde, atendiéndoles de manera atropellada y vestido en pantalón corto. China es un país que tiene muy en cuenta el protocolo y los tiempos en las negociaciones.

Gerard Pisarello, teniente alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, ha dejado escapar una inversión de 80 millones de una empresa china. Tongrentang, la firma asiática, pretendía asentarse en la Ciudad Condal y abrir el Centro Europeo de Medicina China Tradicional, un macroproyecto que forma parte de la extensión por el mundo del país de la Gran Muralla. Es más, Wang Guaopiang, ministro de Medicina Tradicional, ha señalado que “producirá un intercambio” de conocimientos entre ambos países.

En definitiva, la compañía iba a cerrar una operación con el Consistorio que venía de lejos, concretamente de la anterior legislatura municipal, valorada en 80 millones de euros. Bien, según Crónica Global, el dirigente de Barcelona en Comú se presentó tarde a la cita con los inversores chinos, les atendió de una manera rápida y, además, vestido en pantalón corto.

Pisarello, por su parte, ha desmentido la información y ha negado haber recibido a los empresarios asiáticos en “bermudas”. Sin embargo, en pantalón corto o no y según ha podido saber OKDIARIO, el alcalde momentáneo de Barcelona está harto de la polémica que ha levantado este asunto, sobre todo porque, efectivamente, ha dejado pasar una oportunidad de oro.

Nuria Marín, alcaldesa de Hopitalet de Llobregat, tomó el relevo y ha cerrado con la compañía china el acuerdo de instalar en su ciudad el Centro Europeo de Medicina Tradicional con la inversión de 80 millones. La edil viajará a Pekín para rubricar de manera firme el acuerdo.

Además, Pisarello se ha justificado argumentando que la “realidad es que era un proyecto privado en ‘stand by’ que requería, entre otras cosas, un solar gratuito en Barcelona. Y era dudoso que supusiera puestos de trabajo para los barceloneses”.

Definitivamente, a tenor de los hechos, Occidente no es Oriente y al revés. Lo que a nosotros, como españoles, nos puede parecer de lo más normal y natural, a ellos los asiáticos les puede parecer un gesto absolutamente descortés.

Los expertos en negocios con países asiáticos bien lo avisan, los chinos le dan mucha importancia a los tiempos y a la red de relaciones conocida como ‘Guanxi’. Dos aspectos que Pisarello podría no haber tenido en cuenta a la hora de intercambiar opiniones.

Desde la Cámara de Comercio Hispano China me explicaron que es muy importante llegar a la reunión de la mano de un ‘anfitrión’ e intercambiar tarjetas de visita con las dos manos. Nada de prisas, nada de atropellos. Hay que tomarse unos segundos para mirar quién es y qué cargo ostenta.

Es simplemente mostrar interés, si no es así, el inversor chino podría pensar que el interés escaso y huir con su inversión a otro lugar.

Con respecto al ‘dress code’. Los asiáticos dan por hecho que los empresarios/altos cargos/figuras institucionales de España acuden a sus citas en traje. Efectivamente, imaginamos que la aparición en pantalón corto en el encuentro fue un ‘shock’.

Se toman tiempos pausados y se dejan agasajar. Los negocios con China se hacen alrededor de la mesa, si están en España esperan que les lleves a un restaurante español, claro. Según la institución comercial, les gusta mucho el jamón y no demasiado los quesos.

Por cierto, el momento del brindis es importante. A los asiáticos les gusta brindar con bebidas espirituosas con aquellos con los que comparten la mesa. De alguna forma, es la manera de poner a prueba el aguante recio de la persona que se tiene frente a frente. Es probable que 80 millones de euros bien valgan un poco de paciencia.

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