Reto de la Financiación

¿En qué consiste la Ley de Segunda Oportunidad?

Renta Fija
(Foto: iStock)

En países como Estados Unidos el hecho de no haber tenido éxito en una aventura empresarial no se considera un demérito. Al contrario: en caso de querer abrir un nuevo negocio, es más probable conseguir financiación. Su razonamiento es el siguiente: quien antes ha intentado emprender tendrá una experiencia y un conocimiento sobre aquellos aspectos a mejorar que, quien empieza, no. Por lo tanto, es más probable que le salga bien.

Aquí, por el contrario, la mentalidad es distinta: si no se han conseguido los objetivos en un primer momento, uno ya queda marcado por el “fracaso” y tiene muy complicado atraer algún tipo de financiación. Para intentar solventar, en parte, este problema, se tiró adelante la Ley de Segunda Oportunidad.

¿Qué es la Ley de Segunda Oportunidad?

Se trata de una normativa que pretende fomentar el emprendimiento, especialmente entre los autónomos que deben de hacer frente a las deudas contraídas con todo su patrimonio. Así, es posible renegociar deudas y hasta conseguir quitas.

Ahora bien, no es posible realizar estas gestiones con todo tipo de deuda. Quedan fuera, justamente, aquellas que suceden con mayor frecuencia: las deudas con Hacienda, Seguridad Social o hipotecarias. En cambio, se incluyen las que acostumbran a ser de un importe menor, como las tarjetas de crédito o recibos de suministros básicos.

¿Qué requisitos hay que cumplir para acceder a la Ley?

Para poder ser beneficiario de la Ley de Segunda Oportunidad hay que cumplir una serie de aspectos:

  • Tener una deuda inferior a los cinco millones de euros: cualquier cantidad por encima de este valor no podrá ser renegociada.
  • Exponer un plan de viabilidad: el emprendedor debe presentar a sus acreedores un plan conforme podrá hacer frente a los pagos resultantes del acuerdo. Ahora bien, con anterioridad, se habrá tenido que ceder a éstos aquellos bienes que no se consideren imprescindibles para proseguir con la actividad.
  • Demostrar que no se tienen activos para pagar las deudas: en ese sentido, para haber llegado a este punto, se tendrán que haber entregado activos y recursos.
  • Demostrar que se actúa de buena fe: significa que la situación de insolvencia no se ha buscado a propósito para generar un daño a los acreedores, sino que es el resultado de un mal resultado empresarial. De la misma forma, se habrá tenido que intentar llegar a un acuerdo con los acreedores antes de la celebración del juicio. También, en relación a este punto, el emprendedor puede perder la exoneración de las deudas si, en un plazo de cinco años, el deudor demuestra que se ha operado de mala fe o que se ha ingresado dinero negro.

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