La falta de consejero delegado en Adolfo Domínguez acentúa una crisis que ya dura siete años

Adolfo Domínguez
Adolfo Dominguez en Cibeles en 2011 (Foto: Getty)
María Villardón

A final de mes Adolfo Domínguez tendrá que rendir cuentas después de cinco meses sin CEO. Estanislao Carpio fue cesado de su cargo y tomaba el mando el propio diseñador, algo que no es novedoso, el gallego siempre se ha ocupado del diseño y de la gestión de la empresa. Un tándem que pocas veces ha resultado exitoso, los expertos en gestión argumentan que no se puede estar en misa y repicando las campanas. La falta de CEO en la firma gallega acentúa una crisis que ya lleva candente siete años, solo en 2014 tuvo unas pérdidas de 11 millones.

A finales del mes de noviembre se van a presentar los resultados del tercer trimestre tras cuatro meses con la cúpula descabezada. Una falta de líder gestor que acentúa la crisis en la textil y por lo que no se esperan buenas cifras en este nuevo periodo.  Ya en el tercer trimestre de 2016 los números no fueron buenos, tuvo pérdidas de 4,22 millones de euros triplicando los números rojos por tres. Y es que si hay una palabra que pudiera describir la situación de Adolfo Domínguez en estos últimos años podría ser la convulsión. No ha habido desde 2009 un año de paz y tranquilidad.

Ese año cerró con unas ganancias de 0,87 millones de euros, nada ha vuelto a ser igual hasta que el año pasado cerró con ganancias de 7,7 millones de euros tras los 11 millones de euros en pérdidas en 2014. ¿Por qué arrojó cifras positivas? Porque vendió una de sus propiedades estrella en el Paseo de Gracia de Barcelona por 45 millones de euros a un fondo alemán. Un movimiento que tuvo que ser aprobado por la junta de accionistas y que tenía detrás el sello Estanislao Carpio.

El ex directivo de Camper llegaba a la empresa en 2012 como director general, algo nuevo en las pantallas de Adolfo Domínguez, la cotizada no había sigo nunca gestionada por una mano que no fuera la del propio diseñador. Fue el año pasado cuando ascendió a CEO y ha liderado un equipo de dirección que se ha disuelto casi por completo. La mayoría de ellos han abandonado el barco.

El año 2014 Carpio presentó un Plan Estratégico que duraría hasta 2018, un proyecto en el que se contemplaba reducción de plantilla, cierre de puntos de venta (actualmente cuenta con 531 tiendas), y ajuste de costes. Dos años antes, en 2012 Adolfo Domínguez presentó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que dejó la plantilla en el 50%, pero no fue suficiente, entre 2014 y 2015 se efectuaron alrededor de 70 despidos. La gallega quería apostar por descender su tamaño y apostar por clientes que apostaban por productos premium, no se planteaban bajar los precios a pesar de la caída de las ventas. El precio, uno de los pilares de las marcas de lujo, un segmento en el que AD quería estar. En 2012 las ventas ascendían a 148 millones de euros, en 2013 cayeron a 132 millones y en 2014 volvió a bajar a los 121 millones de euros.

La pregunta ahora es si Adolfo Domínguez llevará a cabo a pies juntillas el plan que tenía previsto Carpio en los dos años siguientes. En una entrevista con Modaes.es el propio ex consejero declaraba que “la gestión no era tan diferente en 2007 de la que tenemos ahora”. Y al ser preguntado por la posición de un fundador en la empresa familiar como esta como una posible amenaza para la buena salud de las cuentas Carpio contestaba que “si el fundador facilita (una buena gestión), no es una amenaza. Otra cosa es si se niega a ver el futuro, pero no es nuestro caso”. No deja de ser una declaración paradójica vista desde el presente.

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