Los acreedores ya están trabajando en un nuevo plan para aliviar la deuda de Grecia

Alexis Tsipras, en una reciente rueda de prensa. (Foto: Getty)
Alexis Tsipras, en una reciente rueda de prensa. (Foto: Getty)

Es el cuento de nunca acabar. Grecia recibe fondos de sus rescatadores europeos, con los que paga préstamos antiguos vencidos que ya no podía pagar. A cambio, los prestamistas exigen reformas al Gobierno de Atenas, que nunca termina de implementarlas. Y en todo caso, cuando lo hace, es a regañadientes y atenuadas respecto a lo reclamado.

Si ya van tres rescates y aun así Grecia acumula 316.000 millones de euros de deuda pública, más de un 170% de su PIB anual, los acreedores (lo que antes llamábamos la Troika) parece que han vuelto a claudicar y ya preparan un nuevo plan de alivio para los pagos de Atenas. Nueva rebaja de tipos, nuevo alargamiento de plazos…

Así, al menos, lo publica este sábado el semanario griego ‘Agora’, dos días después de que Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, pusiera en duda «la calidad» de las reformas implementadas por el Gobierno populista de Alexis Tsipras. Los países de la zona euro son los más implicados en el rescate a Grecia, y sus préstamos han incrementado la deuda pública de Italia, Alemania, España, Francia y Países Bajos.

Las negociaciones entre los jefes de la misión de la UE y el FMI para revisar el progreso del país en una reforma de las pensiones, las metas fiscales y el manejo de los malos préstamos, se suspendieron a principios de este mes.

Amenazas

Aún no se sabe cuándo la misión volverá a Atenas, pero sin su primera evaluación positiva de las reformas, el Gobierno de Grecia no puede avanzar. Tsipras llegó a amenazar en la cumbre por el acuerdo para evitar el Brexit con bloquear todo avance si no se le aliviaba la tensión financiera y se mantenían abiertas las fronteras interiores europeas para la salida de refugiados sirios.

El ministro de Finanzas de Grecia sugirió el sábado que las diferencias entre los socios de la UE y el FMI sobre el programa de rescate estaba socavando los esfuerzos de su Gobierno para ayudar a la economía griega a recuperarse después de años de recesión.

El mecanismo de solidaridad europeo ha funcionado mejor que las reformas inconclusas del Ejecutivo de Syriza. Tanto que el propio gobernador del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, presionó a Grecia el pasado lunes para que priorice la «credibilidad» de las medidas que pacte con los acreedores.

La clave es que está pendiente la revisión del primer tramo del tercer rescate griego. Y nadie parece satisfecho. Ni los griegos, con que el dinero no llega (86.000 millones de euros), ni los acreedores, con las reformas implemetadas por Tsipras (su profundidad y su ritmo).

Tanto es así, que los acreedores (el FMI, el BCE y la Comisión, además de los países miembros del Eurogrupo) ya están trabajando en una nueva oferta de alivio gradual de la deuda para Atenas bajo la condición de que continúe implantando reformas y manteniendo el equilibrio presupuestario hasta 2022.

El plan prevé como una de sus primeras medidas la rebaja de los tipos de interés y un alargamiento de los plazos. Más adelante se abordaría la petición de Tsipras de vincular el pago de la deuda al crecimiento económico del país y siempre y cuando se aplicaran las políticas pactadas con los acreedores de aquí a 2022.

Y es que nadie cree a nadie. Mientras otros países europeos, como Portugal, Irlanda y España han empezado a darle la vuelta a los números rojos, Grecia no hace sino hundirse cada vez más en el sumidero de su inacción. Ya son muchos años y rescates sin resultados. Y mucha solidaridad inútil.

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