Garbiñe se desinfla y no estará en la final del Masters

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Garbiñe Muguruza celebra uno de los puntos conseguidos en el partido ante Radwanska. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Saltó Garbiñe dispuesta a liquidar el partido por la vía rápida. Eligió restar primero, como si tuviera planeado sacar de la pista a Radwanska desde el primer pelotazo. Lo hizo con tres restos demoledores que demostraban a la polaca sus intenciones de mandar en la pista. Muguruza consiguió el break a la primera, pero se complicó su saque tras un 40-15 y Radwanska le devolvió la rotura de servicio. El partido iba a virar.

Radwanska se creció y sacó de la raqueta un repertorio de golpes que desconcentraron a Garbiñe. El segundo break consecutivo de la polaca complicaba las cosas a Muguruza, que se ponía 4-1 en contra, tras cuatro juegos seguidos, demasiado precipitada en sus ataques. Su entrenador, Sam Sumyk, bajó a hablar con ella y la calmó con susurros. Sus palabras hicieron magia. Entonces apareció sobre la pista la Garbiñe de siempre, cuyos derechazos hicieron estragos en la polaca. Ocho puntos consecutivos para la española y dos juegos en blanco ponían el 4-3 en el marcador.

Con su saque Garbiñe igualó el partido (4-4) y tuvo después dos bolas de break en el noveno juego, pero Radwanska las levantó y sostuvo su servicio. Logró la española el 5-5 con su servicio con un impecable juego –el tercero del primer set– en blanco para despejar dudas. La polaca, dura de roer, aguantó su saque y llevó el partido al tie-break.

La española volvió a arrancar con mal pie: un 0-3 en contra daba a Radwanska medio set en el juego decisivo. Pero entonces emergió la mejor Garbiñe, valiente, agresiva y con una derecha, que logró seis puntos consecutivos por uno de la polaca, que levantó una bola de set, pero acabó cayendo a la segunda: 7-5 para Muguruza en el tie-break del primero después de 23 golpes ganadores para la española, que ponía un pie en la final.

Remontar, remontar y volver a remontar

Radwanska llamó a la fisio para que le quitara el aparatoso vendaje de su muslo izquierdo y le pusiera otro aún más aparatoso, en esa táctica de parar el partido tan propia de Djokovic. El parón desconcentró algo a Garbiñe, que cedió su servicio a las primeras de cambio después de conceder cinco bolas de break. Al siguiente desperdició una bola de 1-1 y todo se complicó. La polaca soltaba el brazo y la española estaba fuera de la pista. El 4-0 a favor con el que se ponía Radwanska lo resumía perfectamente.

Reaccionó Garbiñe, que llegó a remontar hasta el 4-3, pero la polaca aguantó su saque en el octavo juego y se ponía a uno de lograr el set. Le tocaba sacar a Muguruza y Radwanska no tenía intención de seguir prolongando el set. La polaca levantó bolas imposibles y superó a Garbiñe, a la que rompió el saque por tercera vez en el set para lograr un incontestable 6-3. El partido se iba casi a las dos horas de duración.

El tercer set volvía a empezar mal para Muguruza. Otro break en contra y otra vez a remar. La española era víctima de sus 80 errores no forzados a comienzos de la manga definitiva, que arrancaba 3-0 en contra. De ahí al 4-1 para Radwanska, como en los dos sets anteriores. Garbiñe parecía agotada y fallaba bolas fáciles a media pista, pero la española sacó arrestos de debajo de la falta y consiguió devolver el break a la polaca en el séptimo juego y colocarse 4-3 abajo con su servicio.

En el octavo juego concedió Muguruza dos bolas de rotura que tenían valor de partido para Radwanska, pero dos soberbios servicios permitieron resucitar a Garbiñe y volver al partido: del 4-1 al 4-4. La polaca, indestructible, siguió a lo suyo: devolver bolas y variar el ritmo del partido. Se puso con 6-5 a su favor y el saque para la española, que no pudo con la presión de mantener su servicio y sucumbió agotada a la experiencia de Radwanska.

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