Copa del Rey: Real Madrid-Melilla

Isco y Asensio se ganan el perdón

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El Real Madrid se dio un festín ante el Melilla. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Isco y Asensio no están para estas cosas. Ambos podrían jugar estos partidos casi sin botas como el gato de Shrek. Eran dos tipos de un talento gigantesco, eran dos tipos geniales, eran dos tipos casi divinos, eran dos tipos a los que la pereza les condenó al banquillo. Se redimieron ante el Melilla. Ambos. Asensio hizo un doblete e Isco un golazo. Bueno, un golazo y lo que quiso. También lució Vinicius, un talento innato con más velocidad que control, un diamante que, bien pulido, puede tener muchos kilates para el Real Madrid.

Como era día feriado Solari dio fiesta a los pesos pesados del Real Madrid. Era un partido que nacía muerto, como el futuro político de Susana Díaz. Pero había que jugarlo. ¿Digno de cambiarse por una buena siesta arropadito con el nórdico? Vive Dios que no. Pero, así a bote pronto, podía tener sus cositas. Para los morbosos, ver a Isco de titular y de capitán. Quizá el malagueño iba a tener la sensación de estar fuera de sitio igual que Darth Vader en un Belén o como Al Pacino interpretando a Torrente.

Los más soñadores podía fijar su mirada en Vinicius, titular por vez primera en un Bernabéu que tiene muchas ilusiones –quién sabe si demasiadas– puestas en él. Los nostálgicos podían ver de portero a Keylor Navas, el de las tres Champions seguidas. Puede que no sea Iribar pero en el vestuario se le aprecia más por su gran corazón que por sus habilidades bajo los palos. También jugaban otros de los menos habituales, incluido Vallejo que, como Teruel, también existe.

Dominó de salida el Real Madrid… sólo faltaba, con un Mariano poderoso y ubicuo, aunque el primer susto lo dio el Melilla con un disparo a bocajarro de Mizziam que rechazó bien abajo Keylor Navas, pleno de reflejos. No se acomplejó el Melilla, que se presentó un par de veces en el área blanca como si tal cosa.

Aparece Vinicius

La primera aparición de Vinicius fue al filo del minuto 20. Su disparo lo rechazó espectacularmente del Melilla con un vuelo sin motor. No tenía demasiado el partido con un Real Madrid al ralentí que iba inclinando poco a poco el partido hacia el área melillense. Sin ocasiones, eso sí, pero con un dominio cansino y facilón del equipo de Solari.

En el 27 volvió a aparecer la velocidad de Vinicius precedida de la imaginación de Isco en una asistencia genial. El pase final del brasileño llegó demasiado largo y fuerte para que lo rematara Mariano y consiguiera el primer gol para el Real Madrid. El Bernabéu jaleaba cualquier acción de su nuevo ídolo con la necesidad de quien está huérfano de talento.

En el 31 de nuevo fue Vinicius quien pudo marcar después de otra asistencia de Isco. Otra vez el brasileño la echó arriba en un gesto técnico en el que colocó mal el cuerpo. Un minuto después sí llegaría el 1-0 del Real Madrid. Lo marcó Asensio en una jugada en la que dividió por el centro y acabó marcando a placer ante la pasividad de los centrales del Melilla.

Resiste el Melilla… hasta que apareció Asensio

No había sacado ni de centro el Melilla cuando cayó el segundo. Otra vez la conexión Isco-Vinicus generó el tanto. El brasileño se marcó una nueva genialidad y Asensio empujó a la red. Era el 2-0 en un primer tiempo que se iba haciendo cuesta abajo para el Real Madrid.

En el 39 cayó el tercero. Lo marcó el central Javi Sánchez, otra vez a pase de un Isco, que se estaba gustando con sus asistencias que parecían pases de pecho de un Morante inspiradísimo. El Melilla demasiado había resistido, pero el Real Madrid había pasaportado el partido en cinco minutos de inspiración. Y así, con un 3-0 sencillito para los de Solari nos fuimos al descanso.

En la reanudación Isco volvió a exhibirse. Fue en una jugada trenzada y sencilla entre defensas del Melilla. Al malagueño se le quedó la pelota muerta a poco más de 25 metros del área, se perfiló, apuntó y la puso en la escuadra de la meta melillense. La puso en la escuadra como sólo la ponen los elegidos, los grandes entre los grandes, los que son los mejores aunque tengan sobrepeso.

No había más que ver en el partido. Bueno, sí, un gol de Vinicius, el quinto. Con demasiados rebotes, con demasiada precipitación, pero un gol al fin y al cabo. Y una buena parada de Keylor, en su mejor temporada en el Real Madrid aunque sea de suplente. Hizo el tanto del honor el Melilla en el 80, el que era el 5-1, merced a un penalti merecido que anotaron los visitantes. Y el sexto, que también lo marcó Isco exhibiendo un talento tan grande que no entraría en un monovolumen.

A pesar de ello, el tanto de Isco, el cuarto del Real Madrid, lo había resuelto todo. No la incertidumbre, que nunca la hubo, sino la parte estética de un duelo sin historia en el que participaron dos jugadores, Isco y Asensio, con un talento enorme, demasiado grande para estos partidos y quizá demasiado insuficiente para afrontar retos mayores.

De ellos dependerá entrar entre los titulares, esos que juegan la Champions, o quedarse con el carrito de los suplentes, esos que juegan la Copa.

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