REAL MADRID – LEGANÉS: JORNADA 34 DE LIGA SANTANDER

La Liga importa un pepino

Clásico
Los jugadores del Real Madrid celebran un gol ante el Leganés. (AFP) | Barcelona - Real Madrid | Clásico
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Ganó el Real Madrid, pero no importaba. Fue una victoria gris, triste e insípida, porque desde hace mucho tiempo al madridismo la Liga le importa un pepino. Marcaron Bale y Mayoral en la primera mitad y acortó distancias para el Leganés Brasanac en la segunda parte. Todo el mundo en el Bernabéu, empezando por los futbolistas, estaban pensando en el martes, porque lo del martes sí que importa. Que una Champions no se gana todos los años. Bueno, salvo si eres el Real Madrid.

El partido era al madridismo lo que la Reina Letizia a la foto de Doña Sofía con sus nietas: un puñetero estorbo. El Real Madrid no tenía modo de quitarse de encima el duelo ante el Leganés, que estaba ahí fastidiando en mitad del foco, puesto desde el miércoles pasado en el partido ante el Bayern. Era un compromiso incómodo y molesto como ir a comer paella a casa de los suegros. Pero es lo que tocaba.

Zidane reinició a su equipo con un once en el que sólo estaba Casemiro de los que jugaron en Múnich. Varane, Ramos y Cristiano no entraron ni en la convocatoria, a los que había que sumar las bajas de los lesionados Carvajal, Isco y Nacho, así que el Real Madrid tenía los efectivos justitos para rellenar la convocatoria.

En el once del Real Madrid estaban Kiko Casilla de portero –quizá porque Keylor se merece un descanso y unos días de reflexión–, con una defensa inédita formada por Achraf y Theo en los laterales, con Vallejo y Casemiro en el centro de la defensa. En el centro del campo comparecían los inéditos Llorente y Ceballos, junto al polivalente Kovacic, acomodaticio para jugar con titulares o con suplentes, pero siempre útil. Y arriba, sorprendía ver entre los meritorios a Bale y a Benzema, que compartían tridente con Borja Mayoral, pero es para lo que han quedado por deméritos propios.

Y mientras uno escribía estas líneas comenzó el apasionante –modo ironía ON– partido. El Real Madrid se adueñó de la pelota con un omnipresente Ceballos que gobernaba el partido con arte y talento. Bale avisó a los dos minutos con un disparo desviado y alto que se marchó al cielo de Madrid.

Chilenita de Bale

Y en el segundo aviso el galés pasaportó al Leganés. Fue una jugada atolondrada que acabó con un remate defectuoso de Benzema. La pelota tocó en un central y por allí apareció Bale, que estaba en fuera de juego, para conectar una chilena –más bien chilenita– defectuosa que se coló entre las piernas de Pichu Cuéllar. El Real Madrid, como en los buenos tiempos, encontraba el gol antes que el juego.

Y tras el tanto llegó el parón. El Leganés se adueñó del partido y rondó el área de Casilla. Un cabezazo de Guerrero en el 25 lamió por fuera el palo izquierdo de la meta del Real Madrid. Y dos minutos después volvió el propio Guerrero a rozar el tanto con un taconazo en boca de gol. Definitivamente, los de Zidane se habían echado la siesta.

Siguió el Lega mereciendo el empate y el Real Madrid acumulando deméritos ante un Bernabéu que jugaba al Candy Crash en el móvil y prestaba poca o ninguna atención al partido. Un disparo de Amrabat tocó en el travesaño y se marchó fuera. Garitano se desesperaba en el banquillo. Y pasaban los minutos, no demasiado lentos, gracias a Dios.

Mayoral, gol legal

Y en el 45 llegó un gol sainetesco, un poco esperpéntico, un tanto que bien podría haber descrito Valle-Inclán en Luces de Bohemia. Fue un córner que tocó un central del Leganés y la pelota murió en los pies de Mayoral casi en línea de gol. Borja marcó y el asistente lo anuló, pero luego Iglesias Villanueva corrigió a su ayudante y dio validez al gol mientras por la megafonía del Bernabéu sonaba a toda pastilla la música del descanso.

Reanudóse el partido en la misma tónica de trámite insulso. Real Madrid y Leganés se entregaban la pelota sin disputa, así como dos novios tontean con aquello de «cuelga tú, no tú, no, cuelga tú». No había ocasiones porque los ataques morían en las áreas por inanición.

A la hora de juego Zidane sacó del campo a Kovacic y Benzema y metió a Kroos y Marco Asensio. Hubo pitada leve para el futbolista francés, que completó otro partido sin pena ni gloria en el que se quedó sin marcar. El partido era tan raro que Bale heredó el brazalete de capitán del Real Madrid.

Acorta distancias el Lega

Y en el 65 cayó el habitual gol del rival del Madrid. Marcó el Leganés después de que Amrabat sentara a Theo y de que Achraf dejara solo a Brasanac en el segundo palo. No es noticia que al Real Madrid le hagan un gol y menos en el Bernabéu, pero parte de la grada se mosqueó con un equipo que manifestaba un pasotismo comprensible pero insoportable.

No espabiló el Madrid y el Lega tuvo el 2-2 en un remate a bocajarro de Rubén Pérez, pero la mano salvadora de Casilla, vencido bajo palos, lo evitó. El runrún empezaba a escucharse en las paredes de un Bernabéu que se aburría soberanamente con el partido. Algunos jugadores de Zidane, como Vallejo y Theo, se llevaban tenues silbidos de premio.

Afortunadamente, los últimos minutos pasaron y el Real Madrid acabó ganando sin querer a un Leganés que mereció más. La mente de todos –incluida la mía– estaba en el partido ante el Bayern. Pero esa será otra historia. Y se la contaremos.

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