LEVANTE VS REAL MADRID: JORNADA 22 DE LIGA

No hay quien lo levante

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Ramos marca el 0-1 para el Real Madrid. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

A este Real Madrid no hay quien lo levante. El equipo blanco ahondó en sus propias miserias en el Ciutat de Valencia ante un Levante voluntarioso que jamás perdió la fe. Los blancos se adelantaron dos veces y las mismas se dejaron empatar. Y, lo que es más grave, el equipo de Zidane volvió a demostrar una insoportable levedad futbolística y una enorme endeblez defensiva. Lo peor es que el PSG, como en el cuento de Pedro y el lobo, ahora sí que está a la vuelta de la esquina.

Zidane se tomaba el duelo ante el Levante como un ensayo general para el PSG. Iba con todo. El mismo once que pondrá, si Dios quiere y las lesiones lo permiten, el fatídico 14-F era el que saltaba al césped del Ciutat de Valencia. Estaban todos en el Real Madrid, desde Keylor hasta Benzema, pasando por la zaga de gala –Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo–, el trío de centrocampistas habitual –Casemiro, Kroos y Modric– y las otras dos patas de la BBC: Bale y Cristiano Ronaldo.

Y así comenzó el partido. La pelota era del Real Madrid, que trataba de tomar el pulso al duelo y al Levante. Aguantaban bien pertrechados los granotas como Puigdemont en Waterloo. Bien abiertas las bandas, profundos Carvajal y Marcelo, tratando de ensanchar el césped del Ciutat. Bale volvía a sacrificarse en defensa cuando su equipo perdía la pelota, pero los blancos tenían esa pinta seria, como el ama de llaves de Rebecca.

Un mano a mano de Marcelo al filo del 11 de la segunda parte propició un córner del que nacería el primer gol del Real Madrid. Lo botó Toni Kroos y lo cabeceó, quién si no, Sergio Ramos. Por allí merodeaba Benzema quizá no para tocar el balón, pero sí para estorbar el remate de cabeza del capitán del equipo blanco. Los de Zidane encontraban un tanto balsámico, como quien tiene la garganta irritada y se encuentra un caramelo de menta.

El gol insufló confianza al Real Madrid y dejó tocado a un Levante, que propuso una guerra de guerrillas que sólo Sergio Ramos parecía dispuesto a librar. Pasaron los minutos y llegamos al filo del 25 en el que Cristiano tuvo una falta pintiparada para reivindicarse con un golito. No lo consiguió y el Ciutat se tomó su lanzamiento a chufla.

Ramos da aire al Madrid

Manejaba el partido el Real Madrid con la soltura de un padre de familia numerosa cambiando pañales. Sin agobios y con pocos alardes, el duelo se dibujaba en torno al área de Oier, que empezaba a chupar demasiada cámara. Los blancos, con todo, no terminaban de cerrar el partido.

Casemiro gobernaba el mediocampo con galones y Marcelo echaba cucharadas de imaginación a cada jugada, pero el Madrid añoraba a sus delanteros, sólo de cuerpo presente. Si les digo que el mejor era Benzema, con esto está todo escrito.

El Real Madrid se vio con el partido en el bolsillo, se relajó, se echó la siesta… y zasca. Sergio Ramos perdió la espalda en el desmarque de Ivi, que se plantó solito ante Keylor. Tiró al muñeco, cierto es, pero Keylor, con su habitual vicio de rechazar al centro, dejó el rechace en los pies de Boateng, que sólo tuvo que tocarla suave y colocada desde lejísimos para que el portero del Real Madrid no fuera capaz de estirarse a despejar el balón. Así que, después de mucho remar, el Levante se fue al descanso con 1-1 en el marcador.

Se enreda el Madrid

En la reanudación el Real Madrid salió perdido como un cura en un sex-shop. Precipitado con la pelota, descolocado en los ataques y con la BBC fundida a negro. Aun así, inclinaba otra vez el partido hacia el área del Levante. El partido empezaba a ponerse para un desatascador como Isco. Los blancos volvían a confiarse y Keylor se jugó la cara para evitar el 2-1. Lo consiguió con una parada mezcla de valentía y suerte.

Enfilábamos la hora de partido y Zidane se resistía a mover su banquillo como Rajoy a sus ministros, aunque el Real Madrid pedía a gritos un cambio. Zizou, como Mariano, es más de aguantar que de remover. Un disparo de Cristiano en el 63 fue el primer síntoma de vida inteligente (o de vida al menos) el en equipo blanco. Al final, Zizou sacó del campo a un comatoso Bale y metió a Isco, a ver si el malagueño resucitaba al equipo.

Se volcó el Real Madrid con más alma que fútbol. Sólo en las botas del malagueño entontraban los blancos un rayo de sol, uo-o-o-o. Insuficiente a todas luces para generar la ocasión deseada y con ella el ansiado gol que podría valer tres puntos. Lo intentó Benzema en una jugada con la pelota cosida al pie, pero el delantero centro del Real Madrid, es bien sabido, lo hace todo bien menos marcar goles. Luego Oier evitó el 2-1 a cabezazo otra vez de Sergio Ramos.

Isco salva y Pazzini entierra

Sí lo encontró en el 80 y tuvo que ser Isco quien, se lo habíamos avisado, desatascara el partido. La jugada, un poco enredada, la gestó Benzema dentro del área y el malagueño apareció emboscado entre jugadores granotas para hacer el 2-1, merecido para el Real Madrid más por insistencia que por fútbol. Zidane entonces quitó a Cristiano Ronaldo –otra vez intrascendente– y sacó a Asensio. El luso se fue con carita, pero ese es el menor de los problemas para Zizou, el mayor es que no le hace un gol a (casi) nadie.

Eran los minutos finales. Parecía que el Madrid iba a salvar los tres puntos mientras Cristiano ponía carita triste en el banquillo. No fue así. Primero Roger falló el gol del siglo en un cabezazo a diez centímetros del área. Luego se lió Carvajal, perdió la pelota y la espalda y Pazzini se plantó ante Keylor, que intentó sacar la pelota, pero su despeje fue flojo y se coló para adentro.

No le dio tiempo ni ganas al Real Madrid de intentar la heroica, así que los blancos se dejaron otros dos puntos, y van millones ya, en una Liga donde el equipo de Zidane está rozando el ridículo. Y el PSG, ahora sí, está a la vuelta de la esquina.

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