VILLARREAL 2-3 REAL MADRID: JORNADA 24 DE LIGA

Este líder no es de porcelana

BRUNO SORIANO
Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de penalti de Cristiano. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Otra remontada imposible del Real Madrid, que demostró en el Estadio de La Cerámica que este líder no es de porcelana. A los blancos se les había puesto cuesta arriba el duelo tras el 2-0 del Villarreal en cinco minutos en el segundo tiempo, pero entonces Zidane metió a Isco al campo y con Isco cambió todo. Bale dio esperanzas con el 1-2, Cristiano empató de penalti y Morata selló la remontada con otro tesarazo. Con tesón, fútbol y el ADN de las remontadas, el Real Madrid va de cabeza a la Liga.

Presionado como Errejón en Podemos y exigido como el peluquero de Donald Trump, el Real Madrid afrontaba el duelo ante el Villarreal con el espíritu de una final liguera. Y qué mejor que el once de una final para encarar una final. Después de una eternidad –275 días y 38 partidos oficiales– Zidane podía alinear el once de La Undécima. Dicho de otro modo, nueve de los once que jugaron en Mestalla con Pepe por Varane y Bale por James.

De salida el Villarreal cerraba todas las puertas a su área porque Escribá no quería que a su equipo se le escapara el gato. Dominaba el Real Madrid con pausa, pero sin vértigo. Maduraba el partido. Se presumía un partido de desgaste para ganarlo desde la erosión, toque a toque, llegada a llegada. Con paciencia y un punto de prudencia también.

Un disparo cruzado de Mario que hizo lucirse a Keylor Navas en un vuelo sin motor fue el primer aviso del Villarreal a los diez minutos de partido. El tico necesitaba una acción como esa para ir ganando la confianza perdida. Respondió el Madrid con una acción individual de Benzema bien frenado por Musacchio. El duelo se agitaba. Cristiano reclamó una mano precisamente del argentino en un despeje que, en verdad, fue con el pecho.

El Real Madrid empezó a moverse al compás de Modric y eso es música celestial para los blancos. Sin demasiada profundidad, vive Dios, y con Cristiano y Bale inéditos en el primer cuarto de hora. El luso apareció por la izquierda en el 18, pero su centro murió en las seguras manos de Asenjo. El Villarreal se dejaba dominar. Los de Escribá están cómodos como sujeto pasivo y listos siempre para una contra vertical.

Dominantes y dominados

Adrián dio otro susto a Keylor en el 21, pero su disparo tocadito lo desvió a córner la cabeza legendaria de Sergio Ramos. El Madrid seguía dibujando ataques desde los costados y precisamente de un centro de Marcelo llegó la mejor ocasión para los de Zidane. Cabeceó Benzema sin demasiado ímpetu y Asenjo voló para salvar el gol cantado de los blancos. Desperdiciaban los madridistas su primera ocasión.

A la media hora Castillejo perdonó el 1-0 después de un centro lateral que Keylor no atacó. Su disparo a bocajarro se marchó al cielo de Villarreal para respiro de Zidane. A continuación el meta tico despejó al centro un tiro amable de Bakambu. Afortunadamente (otra vez) no había ningún amarillo al rechace. Sufría el Madrid con las contras del Villarreal. Respondió Bale con un cabezazo en el 32 que también se marchó arriba.

El dominio blanco comenzó a tornarse en acoso –sí, lento, pero acoso– en los últimos minutos del primer acto, aunque el Villarreal se asía al talento sin límites de Samu Castillejo. El duelo era correcto desde los cánones futbolísticos, pero le faltaba un poco de nervio y de vértigo. Una falta que botó Kroos y devino en un fuera de juego y una llegada atolondrada de Benzema fueron las últimas llegada de un primer tiempo que se hizo, reconozcámoslo, un poco piedra.

Karim perdona, Trigueros no

Perdonó Benzema el 0-1 de salida en la segunda mitad después de una buena maniobra de Bale. Disparó flojito y al centro, como si fuera un delantero alevín. El Real Madrid fallaba su segunda ocasión clara –las dos de Benzema– ante un Villarreal que tenía pinta de que no le iba a conceder muchas más.

Y en el fútbol, ya se sabe, el que perdona, pierde. Trigueros empaló una volea tras un lío en el área ante la que Keylor, tapado, se tiró tarde y no pudo hacer nada. Había centrado Adrián, prolongado al medio Samu y rematado Trigueros. Era todo un torpedo a la línea de flotación del Real Madrid. Tocaba remar, y remar mucho, para hundir al Submarino.

Y seis minutos después al Madrid le cayó el segundo. Era un calco de lo de Mestalla pero ne la segunda parte. Fue un pase de Bruno, sin que nadie le defendiera, para Bakambu. El delantero encaró y dribló a Sergio Ramos y batió en su salida a Keylor Navas. Segundo torpedo a la Liga y los de Zidane, tocadísimos.

El técnico metía a Isco por Casemiro para intentar agitar un partido. Era una contrarreloj de apenas media hora para intentar al menos salvar los muebles con un empate. Respondió Cristiano Ronaldo en el 60 con una volea que se estrelló contra el palo. El rechace también lo desaprovechó Benzema. El Madrid parecía negado de cara al gol.

Bale da esperanzas, CR7 empata

Esa maldición la superó Bale en el 63 después de cabecear a la red un pase medido de Carvajal. Zidane y el madridismo recuperaban las esperanzas de remontada. El Real Madrid apelaba a esa épica que lleva escrita en su ADN desde hace más de 100 años. Tocaba zafarrancho de combate y a contrarreloj. Vamos, como les gusta a los blancos.

Bale se echó al Madrid a la espalda en los minutos de calentón. Lo mismo que Isco, que se había adueñado de la pelota y eso siempre es una buena noticia para los de Zidane. Una mano clamorosa de Bruno Soriano en el área provocó que Cristiano Ronaldo igualara el partido de penalti en el 73. Al Real Madrid le quedaban 17 minutos y una larga prolongación para consumar la remontada.

Moratazo a la Liga

Zidane metía a Morata por Benzema en busca de la pegada definitiva. Apretaba, ahora sí, el Real Madrid. Iban con todo los blancos y resistían los amarillos casi extenuados. Isco era amo y señor del juego. Y entonces apareció Morata para poner el 2-3. Marcelo subió, la puso al área y Morata cabeceó picado. Su remate de lo tragó Andrés Fernández, incapaz de sujetar el cabezazo al cuerpo. El Real Madrid lo había vuelto a hacer. Otra remontada imposible.

Pudo lograr Morata el cuarto, pero se le escapó en boca de gol. Después, aguantó el pequeño arreón final del Villarreal y salvó tres puntos de oro para demostrar que este líder no es de porcelana.

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