EUROLIGA: DOGUS DARUSSAFAKA VS REAL MADRID

Cortocircuito madridista en el infierno de Estambul (81-68)

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Rudy y Maciulis, cabizbajos tras una canasta de Darussafaka. (@dackadogus)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

El Real Madrid vivió uno de esos días en los que no sale nada y sucumbió ante la fuerza de Darussafaka Dogus, que se impuso por 81-68 en el Volkswagen Arena obligando a los blancos a subir al casillero su cuarta derrota. El acierto de Wannamaker, sumado a las bajas de Llull y Randolph, fue una losa demasiada pesada para un equipo madridista que cerró la que posiblemente sea la peor actuación de la temporada. 

Las bajas limitaban el trabajo de los de Pablo Laso ante uno de los tapados de la Euroliga. El encuentro comenzó como acostumbran a hacerlo los encuentros del Real Madrid, con mucho enfoque ofensivo y las defensas descuidadas, pero la diferencia con el guión habitual es que ninguno de los dos equipos metía una, al menos a la primera.

Los rebotes ofensivos eran única la fuente de canastas y ahí el Real Madrid, con Felipe y Ayón, profesores de la materia, marcaba la diferencia, sobre todo en los últimos minutos del cuarto inicial, bajo la dirección de un Draper que funcionó mejor que Doncic en un comienzo para expertos en el que el Madrid tomaba una ventaja reducida al mínimo debido a un triple de Bertans cuando la bocina asomaba (17-20).

La defensa del Madrid tomó importancia en el partido y durante cuatro minutos las redes de los blancos no tuvieron que soportar el tacto del balón. Un triple de Maciulis ponía los diez de ventaja, que iban a dar paso a un parcial lamentable para las aspiraciones del Real.

Clyburn, Anderson y Wanamaker, los tres grandes talentos americanos de Darussafaka, comenzaban a correr y a anotar mientras su rival seguía estancado en el triple –2/13 con Maciulis como único anotador– y veía como el liderato se le marchaba antes de un descanso que debía servir para afilar el colmillo (35-31).

El inicio de tercer cuarto, sin embargo, volvió a resultar perjudicial para el Madrid ante una marea verde que también lograba anotar. Un triple de Doncic, que cayó con nieve sin tocar aro, permitía romper un parcial que comenzaba a convertirse en crisis y demostraba que el Real menos brillante estaba dispuesto a luchar por el partido.

Los puntos, que tantas otras veces entraban como churros, estaban provocando una desconexión sin igual del Madrid. El triple de Doncic del que hablábamos anteriormente se mantuvo solo en el marcador blanco de la segunda parte hasta que un escaso tiro libre de Felipe sumó el cuarto punto de los blancos en siete minutos de la segunda parte.

Debacle a pesar de Felipe

Una pequeña reacción blanca vino respondida con dos triples inverosímiles de Clyburn y Wilbekin como si de sendos crochés de derechas se trataran. La diferencia amenazaba con ampliarse hasta el incorregible, pero de nuevo apareció el niño Doncic para, con un lanzamiento de nueve metros sobre la bocina, alzar el comodín que le iba a permitir al Madrid optar a competir en el último cuarto (52-44).

El día no estaba para florituras y el Madrid siguió sufriendo una penalización en cada tiro o bote fuera del guión. Darussafaka, por su parte, seguían serios con su plan a las órdenes de Blatt y manejandose por encima de los diez puntos de diferencia.

Seis puntos de Wannamaker acabaron con los ánimos de todo el Real Madrid menos de Felipe, que actuó como capitán haciendo confiar a los suyos al menos unos minutos más con un académico 2+1, pero de nuevo Wannamaker hacía imposible la arenga del ‘9’ madridista. Los 20 de diferencia llegaban para aumentar la segunda pesadilla de diciembre para el Real Madrid en Estambul, muy distinta de la vivida frente a Fenerbahce, pero si cabe más dolorosa por la falta de un elemento indispensable: la competitividad, que brilló por su ausencia a pesar del maquillaje final.

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