Bale es un cañón y Asensio un genio

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Bale celebra e 0-1 del Real Madrid en Anoeta. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Real Madrid presentó su candidatura a la Liga con un partido ordenado, formal, eficaz y a ratos brillante en Anoeta. Zidane va en serio a por el título y, a pesar de bajas de relumbrón como Pepe, Modric, Benzema o el mismísimo Cristiano Ronaldo, los blancos tienen más fondo de armario que Carolina Versace. Y lo demostraron ante la Real Sociedad. Bale, que hizo doblete, abrió el camino del triunfo con un cabezazo de manual y lo selló Marco Asensio, el Harry Potter blanco, con una obra de arte.

El primer once liguero que presentaba Zinedine Zidane era un aviso a navegantes. Concretamente, a dos: Isco y James. Ambos ocupaban plácidamente un puesto en el banquillo del Real Madrid, mientras que Kovacic y Asensio tenían camiseta de titular. A falta de Modric, Cristiano y Benzema, que el malagueño y el colombiano se queden fuera del equipo, dice mucho de que el técnico madridista no cuenta con ellos entre sus preferidos. Si lo aceptan, bien. Si no, Isco y James todavía tienen diez días para buscarse equipo.

El Real Madrid salió dispuesto a pasaportar el partido por la vía rápida, con las prisas de quien quiere bajar el primero a la playa para colocar la toalla en primera línea. Lo consiguió con la eficacia con la que un jubilado se cuela en la cola del supermercado. Tras un primer aviso de Morata, fue Bale, quién si no, el que abriría el marcador en Anoeta.

La diagonal de Sergio Ramos la pinchó con elegancia Carvajal. El lateral miró al área y la puso medida. Allí apareció Bale para elevarse por encima de su marcador y conectar un cabezazo más colocado que un guiri en Ibiza que se coló junto al poste izquierdo de Rulli. Dos minutos de juego y 0-1 para el Real Madrid. El inicio liguero soñado para Zidane. Los blancos habían encontrado el gol antes que el fútbol.

A los 14 minutos, después de un susto de la Real tras un error de Ramos que evitó Kiko Casilla, Morata quiso marcar el gol de Butragueño al Cádiz. Rompió junto a la línea de fondo a Yuri, un lateral con nombre de cantante mexicana, y se coló en el área de Rulli, pero le faltó levantar la cabeza y sólo vio portería. Al final, su disparo sin ángulo murió en los pies de un defensor realista.

Marcelo y Asensio han ligado

En pleno vendaval madridista y con la Real tocada, tuvo Kroos en sus botas el 0-2 después de una buena conexión entre Marcelo y Asensio, que acabó con una maravillosa asistencia del nuevo crack blanco. El alemán llegó desde segunda línea y conectó un tiro raso y colocadísimo, pero la mano derecha de Rulli evitó que el Real Madrid hiciera el segundo. Los de Zidane manejaban el partido con la comodidad con la que Jesús Gil se bañaba en el jacuzzi.

Toque a toque, la Real Sociedad empezó a sacudirse el dominio blanco y pudo empatar en el minuto 28. Fue después de una mala decisión de Marcelo en la salida de la pelota, pero Illarra hizo por el Madrid más que en su etapa de blanco y eligió mal cuando estaba solito delante de Casilla.

El peligro de los de Zidane estaba en las contras. Asensio galopaba, conducía y miraba. Pasada la media hora pudo hacer el Real Madrid el segundo, pero tras la asistencia de Marco, Bale eligió mal el pase de la muerte y Rulli se anticipó a Morata, que esperaba con la caña.

Tres minutos después Morata firmó otro jugadón enorme, lleno de potencia y habilidad, pero su disparo a bocajarro lo despejó Rulli. Estuvo un poco chupón y volvió a fallar en el remate, como un torero que yerra con el estoque después de una faena de puerta grande. El Real Madrid merecía el segundo tanto, pero estaba perdonando la vida a la Real.

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Asensio celebra el 0-2. (EFE)

El Mago Asensio sacó la varita

Al menos hasta que apareció el Mago Asensio. Fue al filo del minuto 40. El genio mallorquín recibió un pase kilométrico de Varane. Pinchó la pelota como sólo los más grandes saben hacerlo. El tiempo se detuvo en su puntera y dibujó un control majestuoso digno de estar en un museo del fútbol. De la pausa sacó aceleración, como el Bugatti de Cristiano, y se plantó delante de Rulli. Le miró a los ojos y se volvió a parar. Entonces, con suavidad y nervios de acero, le puso una genial vaselina de esas que tantas veces intentaba sin éxito el mismísimo Raúl.

En la segunda mitad apenas varió la tónica. Arrancó con dominio del Real Madrid, que buscaba el tercero con soltura y descaro. Lo intentaba la Real, pero dejaba latifundios a las espaldas de Illarramendi. Pudo hacer el 0-3 Morata en el 53, pero decidió tirarse en el área delante de Mikel. Un minuto después, en una jugada calcada, Rulli sacó un pie ante el delantero del Real Madrid. Su rechace lo remató Toni Kroos en una posición acrobática estilo Simon Biles, pero su volea se estrelló contra el larguero. Perdonaban otra vez los de Zidane.

El Madrid controla

Pasaban los minutos y el Real Madrid seguía manejando el partido, aunque había levantado un poco el pie del acelerador. Los blancos se dedicaban a jugar a uno o dos toques, como en un entrenamiento en Valdebebas. Pero bastaba cualquier pase filtrado por Asensio o cualquier aceleración de Morata para que los de Zidane crearan peligro.

En el 69 Kovacic pudo marcar el tercero, pero una maravillosa estirada de Rulli evitó el tanto. La Real Sociedad apenas podía capear el temporal madridista cada vez que los blancos pasaban el centro del campo. Zidane había sacado a Lucas Vázquez por Asensio y a Isco por Kroos para oxigenar el centro del campo. Después metió a James por Morata. El colombiano sigue haciéndose el sordo, pero los mensajes de Zidane no pueden ser más claros.

Casemiro se bastaba solito para contener las acometidas realistas, aunque en una contra Oyarzabal, velocísimo, obligó a Marcelo a pegarse un carrerón digno de Usain Bolt. Al partido le quedaban apenas seis minutos para morirse y no parecía que el Real Madrid tuviera riesgo de perderlo. No lo hizo. Más allá de alguna escaramuza de guerrillas en las postrimerías, el duelo concluiría con el tercero, que firmaría Gareth Bale para sellar una victoria blanca que supone el inicio de una candidatura anunciada por la Liga, aunque esa guerra apenas acaba de dirimir su primera batalla.

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