FINAL CHAMPIONS 2016

Zidane quiere un triplete histórico

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Zidane debutó en Champions League contra la Roma. (Getty)

A su llegada, pocos fueron capaces de adivinar la que iba a formar Zidane en la Juventus, seguramente engañados por esa primera mueca de sonrisa tímida que luego cambiaba por descaro con un balón de por medio. Conquistó Italia desde Turín, pero no le fue suficiente porque en su avanzadilla hacia la toma de Europa se dejó la Champions donde más duele, en dos finales, una de ellas contra aquel mítico Madrid de la Séptima, de la que sobre todo se recuerda a Mijatovic en el 68’, corriendo con ojos y convulsiones de alarma, como si de repente hubiera recordado que había dejado el coche en doble fila delante de una comisaría.

Tras asistir en primera fila a tanta felicidad como reflejaba Pedja, Zidane quiso parecer un loco de esos. Y entonces se le apareció Florentino Pérez, que recondujo a la estrella en su camino a la gloria continental, a la que se llega más rápido por el Madrid. Florentino supo que Zidane era el hombre, el jugador con más percha para llevar la elegancia y calidad de su ambicioso proyecto. Cuando el primero le sacó una servilleta a modo de contrato preliminar –no vinculante, parece-, el segundo no dudó si era una broma o si tenía restos de comida en la comisura: hay servilletas que sólo pasan una vez en la vida.

A partir de ahí, Zidane y los que se le unieron después sirvieron para cambiar un Madrid más modesto por uno hollywoodiense. Así llegó, pongamos por caso, la Novena, bajada del cielo por Zidane con una prodigiosa volea, el mejor gol con la zurda de un diestro. “No soy gafe”, le aclaró con la misión cumplida el ‘5’ a su presidente; las dos finales perdidas ya eran pasado; el presente lo marcaba su nuevo apodo: El héroe de la Novena.

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Zidane marcó el gol de la Novena. (AFP)

Un secundario muy protagonista

Les habrá pasado con más de una serie y película: en la práctica, el teórico secundario acaba acaparando el mismo protagonismo que el personaje principal. Algo así ocurrió con Zidane y Ancelotti el año de la Décima. Cuando le recuperó Florentino para el Madrid en su segundo proyecto, Zidane no terminaba de hacerse a su nueva etapa. Le incomodaba el traje, le ahoga la corbata. Fue cuestión de tiempo que acabase lo más cerca posible del césped. Como no podía jugar, pese a las sospechas contrarias de muchos, deshizo las maletas en el banquillo: lo mismo hacía de escudero de Ancelotti que de poli bueno con los jugadores. Así se ganó a todos.

Desde el vestuario y la directiva se subrayó su importante papel en la Décima y la Copa en la 2013-2014, siempre sumando a Ancelotti y siempre al lado de la plantilla, con atención personalizada 24 horas, como pudieron agradecer un Benzema más regular –clave, por ejemplo, en la ida de semifinales-, un Varane colosal en Lisboa o un Jesé que se hizo hombre a su amparo hasta que una patochada de Kolasinac le alejó de los meses grandes de la temporada y le acercó a los hospitales y sesiones de rehabilitación.

Tras los pasos de Muñoz y Del Bosque

Del Zidane de hoy está todo dicho: tras salirle rana Benítez, Florentino afinó la puntería y le confió el proyecto al francés. Los blancos necesitaban un milagro que ahora no parece tal: la leyenda se ha confirmado como entrenador como el verbo se hizo carne. Desde enero, el madridismo ha pasado página y se ha vuelto a enamorar: sólo se recuerda a Benítez por el alivio de ver lo lejos que estás de tu ex y lo mal que le va. Ahora todas las noches son noches de boda.

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Miguel Muñoz levanta la Copa de Europa.

El Madrid tiene la Champions para salvar la temporada y para demostrar que su espectacular remontada en Liga sirvió para algo más que morir en la orilla: los blancos llegan lanzados a la final, tanto en lo futbolístico como en lo físico. Además de perpetuar la condición de pupas del Atleti, con la victoria en Milán, Zidane cerraría su triplete de Champions: campeón como jugador, como entrenador y como asistente. Nadie antes lo ha hecho.

Con antecedentes similares están los Miguel Muñoz, Trapattoni, Cruyff, Ancelotti, Rijkaard y Guardiola, los seis únicos en toda la historia en ganar la Champions como jugadores y como entrenadores. Con la Undécima, Zidane sería el séptimo. El francés, así, incluso superaría la proeza del bueno de Muñoz, el único madridista en conseguirlo.

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