En el campeonato de Europa

Orlando Ortega logra la medalla de bronce en 110 metros vallas

Orlando Ortega
Orlando Ortega celebra su bronce en el Europeo. (AFP)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Minutos después de que el atletismo español se resarciera de la decepción del 400 de Husillos con un bronce mágico de Ana Peleteiro, Orlando Ortega volvió a sacar un grito de euforia en los Europeos de Berlín con una medalla de bronce en 110 metros vallas, lograda de forma épica y con una remontada obligada tras tropezar en el primer obstáculo de la carrera. El atleta español, de origen cubano fue superado por Martinot-Lagarde, sorprendente vencedor, y Shubenkov, pero con 13’32 se hizo con su primera presea en un campeonato de Europa.

Llegaba en buena forma y, como siempre, confiado en sus posibilidades. Un talento como el de Ortega necesita siempre de libertad y apoyo, y el atleta nacido en Cuba se creía capaz de todo tras pasar a la final con una notable victoria en semis. Desde la calle 3 iba a intentar el milagro de derrotar a Shubenkov, poseedor de las cinco mejores marcas europeas del año, y con Martinot-Lagarde como gran rival por la plata. 

El pistoletazo de salida no representó ninguna buena noticia para Orlando, de arrancada peculiar y no siempre efectiva, pero que en esta ocasión no cedió un centímetro a sus rivales. Llegada la primera valla, crisis y casi catástrofe. Ortega no afrontaba bien el obstáculo y lo derribaba, perdiendo un tiempo precioso que le relegaba a los últimos puestos con 80 metros por disputarse.

A pesar del palo el español no se rindió y se centró, con una reacción épica, en remontar hasta el bronce. Martinot y Shubenkov luchaban por un oro que se iba a llevar el primero de forma sorpresiva, pero la remontada del hombre de rojo y amarillo obligaba a que las miradas, al menos en España, estuvieran más atrás. Entrando de cabeza y prácticamente exhausto, Orlando pasó del sufrimiento a la euforia, representada en lágrimas de alegría. Lo había conseguido, sus 13’32 bien valen un bronce europeo.

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