REAL MADRID VS BARCELONA: JORNADA 24 LIGA ENDESA

Llull es el amo

Real Madrid
Sergio Llull celebra junto a Doncic la canasta ganadora. (EFE)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Sergio Llull lo ha vuelto a hacer. Mira que estaba alto el listón. Pues el de Mahón lo superó nuevamente sin despeinarse con una canasta sobre la bocina para decidir (76-75) el Real Madrid vs Barcelona más igualado de los últimos tiempos. El base madridista anotó a 0,5 segundos del final una de sus famosas mandarinas con parábola para acabar con los culés y sumar una muesca más en su revolver de víctimas favoritas.

El Valencia Basket puede dar fe de las tremendas hazañas que es capaz de conseguir el internacional español. El Barcelona ahora compite por ser la víctima favorita de un Llull –hay que recordar aquella Copa del Rey sobre la bocina en Málaga– que no tiene límites en un baloncesto europeo que gobierna con mano de hierro.

El Real Madrid se complicó la vida, y mucho, ante un rival que venía muy herido y al que dio aire por falta de tensión defensiva en la primera mitad y por desacierto en ataque en la segunda parte, pero ahí estaba Llull para volver a salvar los muebles con una canasta que le convierte en leyenda del Palacio.

El Barcelona salió más agresivo que nunca, intentando evitar que el Madrid buscara una paliza histórica. Bartzokas puso a Oleson como un perro de presa tras los pasos de Llull y consiguió bloquear la producción anotadora de los locales. Sólo Maciulis –es uno de los mejores francotiradores de Europa– podía contrarrestar una avalancha culé cimentada en un 7-15 en el marcador.

Por si fuera poco, Gustavo Ayón se quedó fuera del choque anticipadamente por dos personales en el primer periodo. Tomic estaba haciendo daño en el rebote ofensivo y los blancos tenían que cambiar algo. La anticipada entrada de Draper en el primer cuarto era un mensaje claro: había que parar el acierto culé y luego correr.

Entro Doncic y la lió

El Madrid conseguía contener la situación empatando el choque al final del primer cuarto a 23. Laso, viendo que los suyos ya se habían enchufado en defensa, pudo dar por fin rienda suelta a Luka Doncic –inédito hasta el segundo periodo– para encabezar un parcial brutal antes del descanso: 20-6.

En esos minutos de lucidez blanca, el esloveno hizo lo que quiso. Asistió, reboteó y se marchó siendo el mejor valorado de los blancos al descanso. En su paso por cancha, Randolph se enchufó, al igual que un Llull que anotó un triplazo sobre la bocina para poner la máxima en el 47-36. El Barcelona, tras haber cuajado quizá su mejor primera parte de la temporada, se iba con una losa muy complicada de levantar.

Muchos fallos en ataque

Tan fácil lo vio el Real Madrid que salió relajado en el tercer cuarto. Para muestra de ello, Víctor Claver firmó sus mejores minutos con la camiseta culé –hasta metió un triple a tablero– haciendo de todo y reduciendo la renta hasta los tres puntos. Laso trinaba desde su banquillo por la falta de tensión defensiva y pensó que la mejor solución era responder con triples y puntos. Rudy y Carroll abrieron el campo con dos triples balsámicos que evitaron que los culés le dieran la vuelta a la tortilla antes del cuarto final.

El Madrid había dado vida al Barcelona permitiendo un enorme botín en el rebote ofensivo. Laso volvió a incidir en la defensa en el último cuarto jugándose a unos guarismos más propios del balonmano que del baloncesto. Entre tanto fallo a canasta, Felipe Reyes se puso las botas para convertirse en el máximo reboteador de la historia de la Liga Endesa.

El homenaje paró por algunos minutos el partido y el Madrid, concretamente Jaycee Carroll, salió mucho más enchufado tras los aplausos al capitán blanco. El norteamericano anotó cinco puntos consecutivos que alejaban a un Barcelona que se había llegado a poner a un punto.

Pero el Barcelona tenía muchas vidas y con apoyo arbitral –a Tyrese Rice no le pitaron un campo atrás en el último minuto– para llegar a siete segundos del final con un punto de ventaja. Fue en ese cuando apareció la magia de Llull ante un Oleson que no podía dar crédito al canastón del menorquín. Que le comparen como el Sergio Ramos del baloncesto ya se le queda corto.

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