Benítez también tiene una flor

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Cristiano Ronaldo felicita a Nacho por su gol al PSG. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Como un divorciado en una discoteca, Benítez salía con todo por delante. Bueno, con todo lo que tenía. Defensa de gala y luego el currante Casemiro para escoltar al trío de violinistas: Kroos, Modric e Isco. Arriba, Cristiano y Jesé, El Bicho y El Bichito, dispuestos a picar a la pareja brasileña de centrales del PSG, Thiago Silva y David Luiz. Como Raphael, el técnico esperaba que esta fuera su gran noche en el Bernabéu. No lo fue.

Enfrente estaba el PSG, un equipo con más millones que Paris Hilton y más celebrities que la familia Kardashian. Un conjunto construido a golpe de talonario, como la herencia de los Pujol, kilo por kilo, uno de los mejores de la Champions. Regresaba Di María al Bernabéu, aunque su nombre pasó más inadvertido que un pedo en un jakuzzi cuando sonó por la megafonía.

Blindaba al Madrid Benítez de salida con ese 4-1-4-1 que tanto le gusta. Isco y Jesé trabajaban como interiores en defensa, pero el sistema poliédrico se volvía un 4-3-3 cuando los blancos tenían la pelota. En el palco, el Rey Juan Carlos susurraba al oído de Florentino Pérez, mientras que Manuela Carmena, alcaldesa plebeya, se sentía fuera de sitio, como un cura en un burdel, en el palco del Bernabéu al lado de su homóloga en París, Anne Hidalgo.

Presionaba arriba el Madrid, pero el PSG tenía la lección aprendida de lo que ocurrió en el Parque de los Príncipes. Una primera incursión de Jesé por la derecha provocó el primer córner, que a punto estuvo de rematar Varane. Luego Isco se abrió la cabeza en un salto con Aurier, del que el malagueño salió peor parado y chorreando sangre. Seguían los accidentes y el siguiente en caer fue Verrati, al que se le enganchó el tobillo en una acción con Cristiano. La lesión el italiano obligó a Blanc a mover el banquillo antes del cuarto de hora y dar entrada a Rabiot.

Entre las interrupciones y el imperio de la táctica, el partido parecía una película de Isabel Coixet: no pasaba nada. A los 20 minutos apareció Di María para dividir al Madrid como cuando jugaba de blanco. El Fideo la puso para Aurier, que asistió a Matuidi, pero el disparo mordido del francés lo atrapó sin problemas Keylor Navas. Un minuto después apareció Ibrahimovic en el área y se soltó un disparo colocado, pero con la mala leche de Fernán-Gómez, que se marchó a la izquierda de la meta del Madrid. Era el segundo aviso.

Al Madrid no le duraba la pelota. Matuidi secaba al hombre a Modric y Motta hacía lo mismo con Kroos. A Cristiano y Jesé les daban menos bola que a Rajoy en La Sexta. Blanc tenía el partido exactamente donde quería. A los 28 minutos, Ibrahimovic sacó una falta sobrecogedora desde casi 30 metros. El sueco la pegó con el interior de pie y el baló describió una órbita imposible que no acabó en gol por unos centímetros de nada.

Nacho fue ‘San Ignacio’

A Benítez le crecían los problemas. Marcelo, uno de los pocos soldados que aún no habían caído por la causa blanca, se rompía a la media hora. Lo de los problemas musculares en el Madrid empieza a ser digno de que Iker Jiménez le dedique un programa monográfico con los mejores exorcistas, ufólogos, parapsicólogos e hipnotizadores de Europa occidental. Por Marcelo salió Nacho, que se convertiría en el héroe por accidente del Bernabéu.

El gol fue un churro mayúsculo. Kroos pegó un tirazo desde fuera, que rechazó en un defensor francés y se fue al cielo de Madrid. La pelota bajaba llovida y Nacho, que se había incorporado por allí, la miró como si fuera el globo de UP. La siguió con la mirada y acomodó su pierna derecha para centrar al área, pero la dio tan mordida, que la pelota botó, rebotó y se acabó colando en la portería de un descolocadísimo Trapp.

Un minuto después pudo empatar Rabiot, pero su tirazo con bote incluido se estrelló contra el palo derecho de Keylor Navas, que parece haber heredado también la suerte de Casillas. Antes del descanso la volvió a tener Rabiot, pero su disparo se marchó fuera. Lejos de mercer ir perdiendo, el PSG se merecía ir ganando.

Pudo sentenciar Isco al filo del descanso en la única jugada decente del Madrid en la primera parte, pero su disparo lo sacó Trapp. En la contra Di María reventó a Nacho en velocidad, pero Cavani, un delantero que sabe trabajar pero no definir, desperdició una jugada de gol cantado. El descanso pillaba al técnico madridista jurando en arameo por la acción que habían provocado sus propios jugadores al sacar mal un córner. El Bernabéu premiaba el gris partido de los suyos con una pitada, porque a Benítez en el Bernabéu no le va a bastar con ganar.

Ataca el PSG, defiende el Madrid

La tuvo Di María nada más comenzar el segundo tiempo, pero su disparo, centrado y flojo, lo atrapó Keylor sin problemas. Atacaba el PSG y se defendía el Madrid, con Casemiro repartiendo estopa a diestro y siniestro. Ibra y Di María disfrutaban en cada jugada lo que Jesé y Cristiano sufrían esperando que alguien les pusiera una pelota.

A los diez minutos un tiro de Isco, que tocó en la espalda de David Luiz, se envenenó tanto que parecía el segundo del Madrid, pero Trapp sacó la manopla a tiempo. Movía el banquillo Benítez y metía a Lucas Vázquez por un inadvertido Jesé. El Bernabéu guardaba silencio, a mitad entre el tedio y el susto, porque su equipo corría, pero no dominaba. La pelota era del PSG y el sufrimiento de los blancos.

Una contra perfectamente interpretada por los tacones de Isco y el toque de Kroos debió ser el segundo del Madrid si el malagueño hubiera definido en su rincón y no a los pies de Trapp. Los de Benítez ya jugaban a la contra sin ningún rubor. Intentó Di María el gol olímpico en el 77, pero entre Keylor y el palo desbarataron son malas intenciones. Y tres minutos después, Trapp desbarató el disparo de su compatriota Kroos dentro del área.

La última fue para Di María, el mejor jugador de todos los que hollaron el césped del Bernabéu. Posiblemente, en su mejor partido desde que se fue del Madrid, El Fideo disparó una falta que se estrelló contra el larguero de Keylor Navas. Otra vez la madera salvaba al Madrid. Con esa ocasión del argentino se acababa el partido y sellaban los blancos su pase a octavos de la Champions con poco fútbol y mucha flor. Pero en el fútbol, como en la vida, siempre es importante tener suerte.

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