Fernando Alonso salva la vida de milagro tras un brutal accidente a 310km/h

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Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Unos segundos de angustia, con el corazón encogido y aguantando la respiración mientras el McLaren-Honda yacía destrozado después de estrellarse contra un muro. Unos segundos de miedo a ver al monoplaza dar dos vueltas de campana mientras las piezas salaban por los aires como metralla por la recta de Albert Park. Unos segundos eternos, inundados de incertidumbre y pánico, hasta que la silueta de Fernando Alonso se dibujó saliendo del coche.

El piloto asturiano se toca las piernas y espera a Esteban Gutiérrez, el piloto con el que acaba de chocar a 310 km/h. Se dan la mano. Se abrazan. Fernando Alonso se quita el casco, esboza una sonrisa de quien se sabe vivo de milagro y saluda al público australiano. Un amigo le abraza antes de atender a la prensa. El accidente ya está olvidado y Alonso dice estar «deseando volver a subirse al coche». Porque Alonso es de otra pasta.

Todo pasó volando. Era la vuelta 18 y Fernando Alonso intentaba el adelantamiento al Haas de Gutiérrez. Entonces su rueda delantera derecha tocó la trasera izquierda del mexicano. El resultado fue un escalofriante accidente en el que el McLaren-Honda voló por los aires y chocó contra el muro de protección.

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El McLaren-Honda de Alonso quedó destrozado. (Getty)

A Fernando Alonso, aparte de la fortuna o su ángel de la guarda, le salvó la célula antivuelco, el sistema de protección montan los monoplazas de la Fórmula 1 y que se somete cada temporada a mil pruebas, esos famosos crash test. En buena hora y que siga así por muchos años.

El bicampeón del mundo fue trasladado después del accidente al centro médico del circuito de Albert Park donde se sometió a los controles rutinarios que depararon buenas noticias: su estado es perfecto y ni siquiera tuvo que ir a ningún otro hospital.

Al regresar al paddock, Fernando Alonso recibió el cariño de Gene Haas, propietario de la escudería estadounidense, y de Eric Boullier, su jefe de equipo y con quien se fundió en un largo abrazo. Según el piloto asturiano, le duele «un poco una pierna, la rodilla». Daños colaterales, rasguños leves de un accidente en el que Alonso volvió a nacer cuando chocó al 310 km/h.

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