SEVILLA - BARCELONA: JORNADA 30 DE LIGA

Messi resucita al Barça

Messi
Los jugadores del Barcelona celebran el gol con Messi. (EFE)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

La primera derrota del Barcelona en Liga parecía grabada en el Domingo de Resurrección, tras una actuación mediocre y en ocasiones impropia del líder, pero un minuto mágico para los culés y fatídico para un Sevilla que dejó todo hasta el 88′, devolvió las tablas (2-2) a un partido en el que el Barça no mereció premio pero lo encontró en la figura del de siempre, Lionel Messi. La salida del astro argentino al césped iluminó a unos compañeros que dejaron de lado la resignación para acabar creyendo y llevándose un punto, tan inmerecido como real, del Ramón Sánchez Pizjuán.

El Barcelona comenzó golpeando para tratar de tapar la ausencia de su gran joya, en el banco tras las molestias físicas que arrastraba, y Dembélé desde la diestra y Coutinho y Suárez orientando sus ataques en la siniestra pusieron en peligro a la zaga sevillista, que respondió notablemente liderada por sus dos bastiones, Lenglet y Rico. El gol estaba cerca de llegar y tras diez minutos el Sevilla se animó la fiesta y en su afán por triunfar volteó el encuentro, que pasó a estar bajo su dominio haciendo gala de un gran juego, espoleado por una afición metida de pleno en el partido.

No obstante, la fragilidad que mostró en los laterales el equipo de Montella, bien por falta de agilidad –Mercado– o inspiración –Escudero–, permitió una salida relativamente sencilla a un Barcelona aturdido por la reacción del Sevilla a sus primeras estocadas. En este escenario se echó mucho en falta la presencia de Messi, capaz de aparecer por el medio hasta cuando el cierre de filas, además de numeroso es efectivo. Sólo ciertas apariciones de Coutinho pudieron atraer algún peligro por el carril central defensivo de los sevillistas, que en la otra mitad del campo tomaban si cabe más protagonismo.

De la mano de Joaquín Correa, al que sólo le falta gol y una pizca de regularidad para ser lo que promete, los ataques locales hacían soñar a la grada con una victoria de tronío, pero el peligro no se traducía en gol por la recurrente falta de punch de los delanteros nervionenses. Ni Correa, ni Navas y Muriel, un ‘9’ con virtudes dispares a las de Benzema pero un denominador común, la escasa puntería cara a portería. Tuvo que ser el Mudo Vázquez, con el tobillo y de forma heterodoxa, el que pusiera realidad al devenir del encuentro y subiera el primer tanto al marcador.

El Sevilla se imponía en juego y en el marcador al descanso, mientras que el Barcelona añoraba a Messi para encontrar una versión más ordenada del que será, sino media debacle, campeón liguero en las próximas semanas. El empate había estado al alcance de Piqué, pero el central no había metido la cabeza para rematar en la prolongación de la primera, y de nuevo a escasos centímetros de su presencia veía pasar la pelota en la reanudación, pero esta vez para comprobar como Muriel acababa con su desacierto y ponía el 2-0 ante una versión absolutamente descafeinada del líder.

Messi y un minuto mágico

Messi ya calentaba y no tardaría en salir. Un pase del argentino acercó al Barça al 2-1, el segundo provocó un lanzamiento al palo de Suárez. Dos acciones esporádicas y normales –en él– habían cambiado el partido ofensivamente para los culés. En defensa, en cambio, la pasividad y falta de tensión seguía quedando patente en cada contra sevillista, y a pesar del paso atrás local, el tercero seguía estando tan cerca como el que inaugurara el marcador culé.

El arreón eléctrico del Barça se apagó de inmediato nada más ver Messi la realidad del partido. El argentino comenzó a andar viendo que la colaboración era nula y las ocasiones comenzaron a llegar sólo de un lado, el local, que no anotó el tercero debido, de nuevo a la falta puntería de sus jugadores. El Sevilla perdonaba y se desgastaba sin saber lo que estaba por llegar.

El panorama, a pesar de los fallos, seguía siendo idílico para los de Montella, que veían como el Barca continuaba deambulando por el campo y finalizando sus jugadas sin el acierto y la actitud necesarias. Con cinco minutos por jugarse, la suerte no estuvo del lado de Rakitic, pero su cabezazo al palo no era sino la antesala de lo que estaba por venir. Un minuto, un minuto de resurrección en el que primero Luis Suárez y más tarde Messi lograrían una remontada in extremis para mantener la imbatibilidad del Barça en la Liga. Un golpe de mano del líder de la mano de su gran estrella, de la que volvieron a mostrar depenencia y gracias a la cual, a pesar de no venir acompañada de su mejor versión, mantienen la imbatibilidad.

 

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