CHAMPIONS LEAGUE: OCTAVOS DE FINAL

San Valentinazo en París

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Ángel Di María celebra su gol al Barcelona. (AFP)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

El Barcelona nunca olvidará la noche en la que el PSG le barrió en el Parque de los Príncipes. Los culés se llevaron un 4-0 en el partido de ida de los octavos de final de la Champions que deja en milagro sus opciones de pasar a la siguiente ronda. Un excelso Di María, con dos geniales tantos, lideró al equipo de Unai Emery al triunfo. El equipo francés funcionó como un bloque titánico que sólo permitió un remate a puerta de los culés.

El Paris Saint Germain llevaba dos años esperando una revancha con el Barcelona. El equipo culé pintó la cara al conjunto francés en aquellos cuartos de final de la Champions de 2015 consiguiendo llegando a ir ganando por 0-3 y los parisinos se la tenían bien guardada desde aquel día.

La primera jugada presentó a un PSG irreconocible para los culés: la posesión les duró casi dos minutos. Emery había concienciado a los suyos para que no regalasen el balón y obligasen al Barcelona a correr, correr muchísimo. El Parque de los Príncipes se le hizo gigante a un Barça que estaba pesado de piernas y partido en dos desde el primer momento.

Emery fue a hacer pupa desde el primer momento con una presión que pronto le reportó réditos en forma de ocasiones. Di María y Draxler entraban como cuchillos por la banda y sólo un Cavani empeñado en convertir a Ter Stegen en el héroe de los culés impidió que la renta se abriese antes.

Fue un ex madridista, Ángel Di María, quien con un golpe genial consiguió batir al destacado portero alemán. El jugador argentino se aprovechó de una falta sobre Draxler en la frontal para superar a la barrera con un toque excelso. Luis Suárez, perdido en sus piques personales con los jugadores del PSG, pudo haber impedido que el balón sobrepasase la barrera.

Los locales, quizá por miedo a la historia y la tradición, dieron un paso atrás permitiendo al Barça disfrutar de una posesión larga por primera vez en el minuto 20. El PSG, sin embargo, se encontró con una MSN totalmente desconectada. Sólo los escasos chispazos de Neymar aportaban cierta incertidumbre. El brasileño dejó sólo a André Gomes ante Trapp como la ocasión más clara de los azulgrana casi cumpliendo la media hora.

Emery y los suyos se dieron cuenta de que la bestia no era tan fiera como se pensaban. El PSG volvió a tomar la posesión de balón y empezó nuevamente a marear a un Barça que se amparaba a una genialidad de los de arriba con balonazos. Del centro del campo azulgrana nunca más se supo.

Al Barcelona le pesaban las piernas

El PSG volvió a tener ocasiones y era cuestión de tiempo que el siguiente gol de los locales llegase por un vía u otra. Verratti, disfrazado todo el partido de la mejor versión de Xavi Hernández, sirvió en bandeja el segundo tanto para Draxler. El alemán cruzó por raso la salida de Ter Stegen para poner el 2-0 antes del descanso. El Barça necesitaba el descanso como el comer para reorganizarse.

El receso, al contrario de lo que todos podrían pensar, reactivó al PSG otorgándoles máxima confianza con el balón en los pies. El Barça seguía corriendo y corriendo detrás de la bola y como consecuencia perdían claridad cuando les tocaba atacar. A los cinco minutos, Luis Enrique se volvió loco desde la banda viendo partido su equipo.

Una genialidad de Di María pondría al Barça en la esquina y pidiendo oxígeno. El argentino controló, se quitó de encima a dos defensores culés, se perfiló desde la frontal y puso el balón en la escuadra. Un gol monumental para un partido del mismo nivel del ex madridista que, a este nivel de forma, es uno de los jugadores más decisivos del mundo. El 0-3 que tanto había dolido hace dos años ya estaba en el marcador, aunque a la inversa.

Pero el PSG olía la sangre y fue a por más. El 4-0 evidenció todos los males del Barcelona durante el choque. Meunier se marchó con suma facilidad de Neymar, avanzó por el campo culé casi hasta la frontal sin que nadie saliese a su paso, sirvió para el desmarque de Cavani, que ya por fin, consiguió liberarse tras un partido lleno de ocasiones perdidas.

El Barcelona lo intentó con más corazón que fútbol en los minutos finales, pero para nada era el día. Sólo en un córner cabeceado por Umtiti al larguero puso la inquietud en el Parque de los Príncipes. El resultado, pese a lo abultado, hizo justicia con un equipo que presentó su juego más gris desde la era Gaspart. La diferencia es que en esta ocasión Messi no apareció como suele. Sólo un milagro puede salvar a los culés de su noche más negra en Europa desde la final de Champions de 1994.

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