ASÍ DEJA CARDENAL AL CSD TRAS CINCO AÑOS

Hoy se va Miguel Cardenal: fiesta en el CSD

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Miguel Cardenal, en uno de sus últimos eventos en el CSD, que abandonará en las próximas horas.
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Miguel Cardenal siempre ha anhelado distinguirse como un gestor eficiente. En todas sus intervenciones alude a su capacidad en ese apartado. Obviamente en ese capítulo no debe examinarse a sí mismo. Si se analiza la administración de recursos de puertas hacia dentro del CSD, las conclusiones no resultan nada coincidentes con sus palabras. Un sondeo somero entre los funcionarios del CSD encuentra una respuesta unánime: «Cardenal nos ha vaciado de contenido. En toda la Casa del Deporte apenas ha existido actividad en los últimos dos años. No es extraño ver a compañeros que deben recurrir a los sudokus para que se haga el día más ameno. Profesionalmente es denigrante. Te acaban pagando por sentarte en tu silla».

Cardenal ha pretendido ejercer un papel omnímodo, que todo pasara por sus manos y ha acabado reduciendo totalmente las competencias de todas las unidades. En una Administración esa política es la antítesis de la eficiencia. Profesionales que desean trabajar, que perciben un sueldo todos los meses y que, en cambio, aprecian cómo el funcionamiento del CSD sigue una pauta personalista totalmente volcada en los medios de comunicación y en el exterior, obviando que centenares de personas acuden a sus puestos de trabajo a realizar un cometido que Cardenal ha tendido a eliminar. 

Si se va a la capacidad de ahorro de Cardenal, ya se ha advertido en otro artículo su alergia a bajarse del coche oficial. Sus secretarias también son testigo de que al afrontar los viajes en otros otros medios de transporte tampoco opta por la austeridad que tanto quiso promulgar en las Federaciones. En alguna ocasión sus secretarias han actuado de forma responsable y han adquirido billete de turista para que el importe fuera más reducido. Cuando las secretarias tomaban esta decisión, Cardenal se enteraba a pocas horas de emprender el viaje y se encolerizaba, exigía que se le sacaran los billetes de mayor clase que pudieran haber. Sí, le resultaba indiferente que el billete de turista no se pudiera anular al encontrarse a escasas horas de la celebración del viaje. No tenía en cuenta el gasto, ni la situación crítica que vive buena parte de nuestra ciudadanía. 

Cardenal reclamaba siempre el billete más oneroso tanto para él, como para su acompañante, el Director de Comunicación (Villarejo o Charneco, según la etapa). Su Director de Comunicación le tenía que acompañar a cualquier lado, aunque supusiera el doble de gasto y  no tuvieran relación con alguna con el motivo del desplazamiento. Otro rasgo más de altivez, de petulancia, de creerse merecedor de esas diferenciaciones, sin importarle los conceptos de justicia o moralidad. Él se creía merecedor de un séquito.

Los Directores de Comunicación han sido la prolongación de Cardenal a todos los niveles. Aunque ahora pretendan ocultarlo. Han justificado su presencia como acompañantes aduciendo que Cardenal es muy despistado para reconocer a las personas. Han sido íntimos, casi inseparables. Han viajado en primera y han compartido banquetes por doquier. Han sido los alumnos aventajados del Organismo.

Esa proximidad que ha mostrado Cardenal con sus responsables de comunicación contrasta con el alejamiento que ha tenido hacia otras personas de confianza. Según se cuenta en el CSD, los asesores han cumplido con un papel decorativo. Fundamentalmente han sido monedas de cambio o favores prestados de Cardenal hacia otras personas. Ya se ha hablado de la sexagenaria que fue integrada en la Agencia. También porque se lo pidieron de fuera, entró una gran deportista a ejercer como asesora. Cardenal la obvió; no contó con ella para nada. Quizá como cara representativa del CSD en los actos de poco fuste a los que no quería asistir él, pero no se reunía con ella ni de casualidad. La mantenía al margen. Incluso Charneco se tomaba la licencia de referirle órdenes, aunque estrictamente no dependiera de él. 

En otra ocasión introdujo un asesor por petición de un Director de Gabinete. Sus cometidos eran muy alentadores: retirarle los papeles una vez que pronunciase sus parlamentos, distribuir las entradas de Campeonatos del Mundo o competiciones de fútbol siguiendo las órdenes de Cardenal. Vamos, lo que se puede conocer como un taquillero. El pobre nunca aprendió que lo preceptivo en su cargo era haber llevado corbata. Por no hablar de Javier Calderón que ha llegado a cobrar durante unos meses, mientras arregla una difícil situación sentimental en la que le ha dejado sumido su mujer. Graefenhain también le pidió que entraran asesores de su cuerda y, pese a ser perfiles preparados, Cardenal los ignoraba por completo. ¿Y Cardenal no eligió a ningún asesor? Sí, a uno al que los funcionarios recuerdan por haber ligoteado en el CSD y porque Cardenal, para quitárselo de encima, lo colocó en la UEFA. 

La obsesión de Cardenal con los medios

La eficiencia de Cardenal tampoco se manifiesta si se toman en cuenta otras incorporaciones. Nada más llegar relegó a un Director de Comunicación leal, conocedor de la materia y con mucha experiencia polideportiva a sus espaldas para incorporar a Luis Villarejo, una persona que ignora cualquier otro deporte distinto al fútbol. Él sabía exactamente que había una persona en la Oficina de Prensa más cualificada que él para ejercer su puesto, por lo que no dudo en implorar a Cardenal para que buscara acomodo al periodista titular. Se salió con la suya y pudo ejercer su misión sin sentirse observado. Libre de cargas.

Según cuenta su ex gente, Luis Villarejo siempre tenía su mesa vacía de documentos y de bolígrafos. Durante sus años de responsable de comunicación no se le conoce apunte estilístico ninguno. Lo suyo no era escribir, al menos para el Organismo. En cambio, en su casa sí producía en ese tiempo, ha sido capaz de escribir dos libros. Quizá se reservaba en el jornada laboral para sus fines literarios. Villarejo antes de irse aseguró que su fiel discípulo, Enrique Ramón se enrolara en el CSD con un contrato laboral que pervive de momento. Su pasada lealtad a Cayetano Martínez de Irujo en la Asociación de Deportistas también ha servido como bonificación. 

Posteriormente ha llegado Charneco. Persona desabrida, hosca y que considera a los funcionarios que trabajan en la Oficina de Prensa como de su propiedad. Víctor Charneco es el desdoblamiento de Cardenal. Él no saluda a ningún empleado hasta garantizar que éste recibe el saludo de Cardenal. No da ningún paso en falso o divergente a su jefe. Ese ha sido su lema, hasta ahora.

Dicen en el CSD que se le ve preocupado por no contar con un pesebre seguro. De hecho, se le ve menos con Cardenal y hasta se le ha visto venderse al entorno del Ministro para ganarse la continuidad. A nadie le extraña esa actitud. Un lavado de cara con la esperanza de pasar desapercibido y que pueda conservar el puesto. Eso o que Tebas le haga hueco a petición -la enésima- de Cardenal. Pipe Gómez, amigo de Miguel, seguro que le puede mostrar el camino que él siguió.

Cardenal y las mujeres

Por otro lado, ya que Cardenal ha hablado en tantas ocasiones del papel creciente de la mujer en el deporte, habrá que detenerse en el área de «Deporte y mujer», unidad que se ha representado como obra culminante de la legislatura. En el mundo del deporte se contradice el valor de esta unidad. La Subdirectora correspondiente, Susana Pérez-Amor, también llegó como sugerida a la estructura ideada por Cardenal. Un perfil de Administración totalmente ajeno al mundo del deporte y de la comunicación. La prueba más palpable es que Susana ha ido rogando que le escribieran artículos, discursos e intervenciones por todos los despachos. La gran responsable del departamento de más fama del CSD era incapaz de rellenar un folio en blanco con 10 líneas que versaran sobre la materia.

La encargada de ese legado que cree haber dejado Cardenal no conoce ni a mujeres deportistas, ni sabe diferenciar el deporte profesional del amateur y tampoco domina las especialidades deportivas que puede haber en España, quizá hasta se le escape la periodicidad de los JJOO. Su mérito es haber gestionado la posibilidad de que los funcionarios del CSD pudieran practicar zumba con clases organizadas. Ella se apuntó. Puede alegar que con el ensayo de las coreografías ha podido sentirse casi como una deportista federada. Es su contribución más destacada. 

Todavía se espera que Cardenal agradezca al Ministro por su confianza. A fin de cuentas alega que ha decidido abandonar el CSD por «coherencia» y, en cambio, no es capaz de expresar consideración hacia la persona que «no ha decidido» prescindir de él: Méndez del Vigo. Poco congruente parece todo. Ahora se acordará Cardenal de su presión para que Ana Muñoz dimitiera. La ex Directora General trabajó con firmeza y valentía por el deporte y, con más arrojo si cabe, por los deportistas. Accedió a abandonar la Agencia para ayudar a Cardenal. Ella había liderado a la Agencia a la conquista de unas cotas de prestigio elevadas. Cardenal la reclamó. Ella se comprometió con su papel de Directora General con ahínco y valor. Cuando empezaba a contar con el crédito generalizado del mundo del deporte, Cardenal sintió celos. La trató de restringir. Él pretendía acudir a los escenarios de más lustre y a ella relegarla a los lugares de menor notoriedad. No se conformó con ello.

No se detuvo hasta forzar la dimisión de Ana y pedirle a Luis Villarejo que difundiera en la prensa que era una «decisión personal de Ana» y no lo que fue, una salida inevitable teniendo en cuenta la presión a la que era sometida por alguien que no soporta que adquieran más protagonismo que él. Villarejo vendió que ambos mantenían una gran relación. La prueba de lo contrario es evidente. Según cuentan los funcionarios del CSD, Ana no ha vuelto a pisar ese Organismo desde que lo abandonó. Por algo no querrá ver a Cardenal, quien ha preferido devaluar el Organismo en el que impera la inacción y al desatino. Casos hay por doquier.

Un médico de larga trayectoria es el responsable de las Relaciones Internacionales y de la Cooperación. Si fuera un electricista también podría desempeñar el puesto. No existe ninguna actividad en el departamento. La única misión ha sido organizar los viajes internacionales de Cardenal que en ocasiones ha ejercido el papel de Willy Fogg con la excepción de que la vuelta al mundo la ha preferido realizar en primera tumbado boca arriba y no en globo.

En la Fundación Deporte Joven –dependiente del CSD–, Cardenal ha ido despidiendo a numerosas personas. En esa criba solo ha respetado a una de las antiguas. No debe extrañar que sea precisamente la responsable de comunicación, con un intenso currículum amoroso con periodistas ilustres a sus espaldas. Ha recibido un aumento sustancial de sueldo por parte de Cardenal a cambio de que le haya facilitado reconducir las relaciones con otros periodistas. Es el resumen de su labor como Presidente del CSD. Emitir mensajes a la prensa de cordialidad sin importarle el agravio y afrentas que haya podido recibir el personal del CSD. Afable con el exterior mediático. Cruel con los recursos humanos cercanos. Altivo, celoso, injusto; sus actuaciones han sido propias de alguien que entiende el CSD como su casa.

He aquí un nuevo relato sobre la gestión de Cardenal. Se puede resumir en que Cardenal ha optado por adjudicarse el relieve y el gasto -también con comidas cotidianas financiadas con el presupuesto del CSD que se han incrustado en su voluminosa figura- a costa de crear una alteración total en el orden y funcionamiento del CSD. Los funcionarios que dominan han sido desposeídos de cualquier cometido y Cardenal ha ido incluyendo en el Organismo personas para corresponder a amistades que se han llevado retribuciones sin que hayan tenido ni que aportar. Con tal de que Cardenal saliera locuaz en la prensa, lo demás no importaba. Con tal de que se designara a sí mismo como «eficiente». 

Sin embargo, todo tiene un final y deberá abandonar el que ha sido su cortijo por la puerta de atrás entre hoy y mañana. Que nadie dude, no va a recibir ningún detalle del personal del CSD. No habrá ningún obsequio. No obstante, puede que en la prensa aparezca que Cardenal no ha recibido ceremonia de despedida porque el personal del CSD se ha dejado llevar por esa palabra que tanto le gusta: la eficiencia. La celebración será seguramente posterior, como en aquel clásico navideño Este chico es un demonio. Cuando Ben Healy Junior abandona el orfanato con monjas en el que vive y se monta la mayor fiesta jamás vista en el edificio. Eso sí, aquel niño encontró acogida en un hogar adoptivo, mientras que todo apunta a que la nueva casa de Cardenal serán los Juzgados de Plaza Castilla. Posiblemente allí encuentre la eficiencia que tanto predica.

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