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Carta abierta del promotor del Mallorca Classic de golf: el sueño final jamás se alcanzó

mallorca classic
El Mallorca Classic, un torneo que marcó la diferencia. (Getty)

Romeo Sala puso al Pula Golf con el Mallorca Classic en el mapa mundial del golf. El torneo tuvo en su palmarés de ganadores a estrellas del panorama español como Sergio García o José María Olazabal. Su desaparición en 2007 del calendario europeo de la PGA fue una de las noticias más desagradables para el golf nacional. A continuación reproducimos una carta de Romeo Sala, promotor del torneo y director de Pula Golf:

«Nostalgia, rabia y envidia son a veces sentimientos que se entremezclan tanto que son difíciles de identificar. Al final prevalece otro aún más poderoso, el de la satisfacción por lo intentado, por el éxito -efímero como la vida- conseguido, por haber situado un día mi tierra, Mallorca, y mi campo, Pula Golf, en la nobleza europea. El sueño final jamás se alcanzó pero valió la pena. 

Nunca conseguiré lo que un día imaginé y otros ‘ilusos’ (de ilusiones) también hicieron: albergar la final del Circuito Europeo, el segundo más importante del mundo. En estos días, eso queda ya para el Golfo Pérsico por 20 millones de poderosas razones. Quizás algún día se lo arrebate Turquía, un país que ha visto en el golf un imán para el turismo e invierte en su torneo cuatro veces más del mayor presupuesto que tuvimos. A nosotros, en este privilegiado rincón del Mediterráneo, nos quedan los recuerdos. Los maravillosos recuerdos de una aventura, el Mallorca Classic, que dotó de sentido una gran parte de mi vida y todo mi legado. Unos días, que, en un resumen urgente más o menos, se podría condensar en tres actos: alumbramiento, crecimiento y desaparición. 

Fue un sabio, el doctor Maijard, vecino de esta zona y presidente del gigante alemán Linde, quien me descubrió las posibilidades que el golf concede para penetrar como casi ningún otro deporte en los hogares de medio mundo. Su empresa era quien patrocinaba el Masters Alemán en los albores de este siglo y fue de su experiencia de la que me nutrí durante tres años.

Con el asesoramiento de Sergio Gómez, el mánager de José María Olazábal y con vasta experiencia en la organización de torneos del European Tour, mi equipo y yo nos pusimos en marcha para lograr una fecha en un circuito en el que no había semanas. «Vuelva usted el año que viene», encontré por respuesta al inicio pero la persistencia, la confianza que depositó sobre mí David Garland, director general del European Tour, y el hombre más resolutivo que he conocido jamás, Miguel Vidaor, que fue siempre nuestro director del torneo, tuvo premio y en 2003 pudimos albergar la primera de las ediciones junto a Matchgolf Consulting, la empresa de referencia en aquella época en la organización de torneos.

La contraprestación fue exigente. Obligaba a un rediseño radical del campo en tres fases -¡gracias José María Olazábal por concederme tu obra cumbre!- que constituyeron un desafío. Se preparaba el campo para octubre y se destrozaba a la semana siguiente para seguir con las ideas que salían de la cabeza del genio y que plasmaba en una servilleta en el vuelo de regreso. Fueron años duros, de pérdida de cuota de mercado. «Pula siempre está en obras», escuchaba en Alemania. Pero jamás tuve dudas. Si algo he aprendido en la vida es a tener la mirada larga.

El Tourespaña Masters dio paso al año siguiente al Mallorca Classic, su hermano mayor. Ya era un torneo grande que agolparía en su palmarés soberbios nombres como Sergio García, Olazábal, Miguel Ángel Jiménez, Darren Clarke… Mi entusiasmo, además, también encontró eco en la Federación Hotelera de Mallorca, la Asociación de la Bahía Europea de Cala Millor, Air Europa y las principales publicaciones como Diario de Mallorca, Última Hora, el Día del Mundo de Baleares, Sport, MARCA, Golf Digest y Mallorca Magazen.

El crecimiento fue exponencial. También nuestro modelo. Se trataba de perpetuar el torneo en la vida cotidiana de la gente, cuando toma sus decisiones sobre dónde irá de vacaciones. Una bala en una sola semana, demasiado frecuente en la organización de eventos, era un tiro perdido. El Mallorca Classic tenía que saborearse en todo momento por una cuestión de efectividad. Paseamos el buen nombre de la isla por Londres, Milán, Berlín de la mano de indudables ganchos como Rafa Nadal, Agatha Ruiz de la Prada, Carlos Sainz, Anna Kournikova, Michael Stich, Boris Becker y Claudia Schiffer, terna ésta que congregó a 480 periodistas en la ITB berlinesa en 2007. Grecia, que ese año recibió más de 17 millones de turistas (92,8% europeos), se vio obligado a variar la fecha de sus presentaciones.

Fueron días maravillosos estos, como lo certificaban las auditorías. Ese periodo entre el otoño de 2006 y la primavera de 2007, donde se citaron nueve de los 12 jugadores que acababan de ganar la Ryder Cup, invitó a soñar con algo más: el Everest, la final del Circuito Europeo, era alcanzable. El reporte 2006 televisivo fue tasado en 13,25 millones de euros a los que hubo que añadir 3,4 de retornos en prensa escrita. Además, la temporada hotelera en esta parte de la isla se había conseguido ampliar dos semanas. Cada domingo que acababa el torneo, algo indescriptible, casi mágico, nos invadía a todos.

Fue tal el éxito que se nos consideró fuera de los Majors como uno de los cinco torneos de referencia en Europa. Y por ello firmamos un nuevo contrato por ocho años que en el 2008 pasaría a llamarse Mallorca Masters en sustitución del ultimado Volvo Masters de Valderrama. Pero una decisión contraria, que aceptamos sin oposición alguna, dejó al torneo sin respaldo económico y el sueño se esfumó.

En junio de 2009 se inició una investigación sobre los contratos de este evento felizmente concluida para los intereses y honor de todos los que participamos en ello. En la memoria queda que el Mallorca Classic fue la mejor promoción turística en toda su historia. Un epílogo a una maravillosa aventura que con 15 años menos en el cuerpo seguramente repetiría».

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