LIGA: BARCELONA CAMPEÓN

Luis Enrique las gana a pares

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Luis Enrique, durante el partido contra el Arsenal. (AFP)

Dos temporada, dos títulos de Liga. Luis Enrique Martínez es indiscutiblemente uno de los grandes protagonistas del torneo doméstico en las dos últimas temporadas. Su llegada al Barcelona como sustituto del Tata Martino fue considerada por la afición como un soplo de aire fresco en busca de encontrar la tecla con la que volver a ganar títulos, y el preparador español ha confirmado esta apuesta, sobre todo en la competición nacional, en la que logra un pleno que le permite mantener el crédito que podría haberse acabado con la prematura eliminación en Champions League.

A pesar de este campeonato, sumado a la posible conquista de la Copa del Rey, el técnico asturiano podría no continuar en el banquillo azulgrana la próxima temporada. Sus problemas de convivencia con Messi o Neymar y la, a su forma de ver, condición de muñeco de la prensa catalana le están haciendo meditar su continuidad en el Barcelona de cara a la campaña 2016-17, y el título liguero podría no ser suficiente para frenar este impulso de Luis Enrique.

El inicio del Barcelona en la Liga sembró las primeras dudas sobre el segundo año de proyecto de Lucho. Si bien las cuatro victorias iniciales permitían a los culés mantenerse en lo alto de la tabla, los partidos se ganaban en el último momento o por la mínima. La visita a Balaidos se tradujo en la primera gran debacle del vigente campeón, con un merecido 4-1 favorable al Celta de Vigo que destapaba las carencias de un equipo fuera de tono.

El Clásico enderezó el rumbo inicial

Una nueva derrota ante el Sevilla, dos jornadas después, hacía saltar las alarmas, pero a partir de ahí, con la ayuda inestimable de la MSN, Luis Enrique se quitó la soga del cuello y empezó a respirar antes del gran golpe del campeonato, la goleada en el Clásico del Bernabéu. Ese 0-4 frente al Real Madrid resucitó la extrema confianza en los métodos del técnico, al que ni los tres empates en cuatro encuentros frente a Valencia, Deportivo y Espanyol pudieron retratar.

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Luis Enrique da instrucciones a sus jugadores en el Clásico. (AFP)

La comparación con el eterno rival también ayudaba, pues Rafa Benítez estaba a punto de ser destituido y Luis Enrique siempre estaba por encima en el duelo directo, a pesar de no alcanzar la brillantez que todo el mundo presuponía. Precisamente la llegada de Zidane al banquillo del Madrid coincidió con el inicio de una racha de doce victorias consecutivas que a la postre serían el gran pilar del triunfo culé en el campeonato. Doce triunfos en los que no se habló prácticamente nada de la figura de un entrenador que, eclipsado por sus jugadores, no tenía en muchas ocasiones más que mirar y disfrutar la obra de su bloque y sistema.

Luis Enrique reaccionó, aunque casi tarde

Pero llegó la crisis de la forma más inesperada. El Real Madrid devolvió el golpe en una noche en la que el Camp Nou echó de menos una reacción táctica por parte de su entrenador para revitalizar a unos jugadores petrificados por la jaula defensiva planteada por el entrenador rival. Zidane se comió a Luis Enrique, posiblemente consecuencia de la relajación de las doce victorias previas y una diferencia que se fue hasta los doce puntos de ventaja en Liga.

Las dos derrotas frente a Real Sociedad y Valencia, con la eliminación de la Champions League también en estas fechas, hicieron que la figura de Lucho, al igual que la del resto de miembros del Barcelona, se viera tocada, pero una reacción al límite, con goleadas y dudosas actuaciones arbitrales incluidas, permitieron al Barcelona de Luis Enrique levantar su segundo triunfo consecutivo en la Liga. Las estadísticas superaron a las sensaciones y el técnico asturiano firmó su segundo título en dos años en el banquillo azulgrana.

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