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Los Toros de Guisando, las esculturas que tienes que ver en El Tiemblo

Toros de Guisando
Descubre qué son y cuándo se construyeron los Toros de Guisando
Blanca Espada

Uno de los monumentos más emblemáticos de toda Castilla y León, son los Toros de El Tiemblo. Cuatro esculturas que representan a cuatro toros y que si bien han estado envueltos en cierto misterio desde que fueron construidos, se han convertido en una visita obligada si viajas hasta Ávila. Conozcamos a continuación mejor, Los Toros de Guisando, las esculturas que tienes que ver en el Tiemblo.

Toros de Guisando en El Tiemblo

Los Toros de Guisando son una manifestación escultórica de primer orden en España que no siempre reciben la atención que merecen, así que aquí los vamos a conocer en profundidad. Y es que estamos hablando de un conjunto escultórico muy antiguo, que está datado entre los siglos I y II antes de Cristo. Se ubican en la provincia de Ávila, en Castilla y León, concretamente en la zona de El Tiemblo.

Entre las diversas interpretaciones, parece que coge fuerza el que fueran levantados en el siglo II a.C., en plena Edad del Hierro, por el pueblo vetón, pero desafortunadamente, nadie sabe a ciencia cierta quién los construyó. Se suele dar por validad la teoría de los vetones, que habían llegado desde el norte de Europa alrededor del año 700 a. C. Originalmente una tripulación nómada y guerrera, a los vetones les debe haber gustado el valle del Alberche porque se asentaron aquí e incluso comenzaron a cruzarse con grupos indígenas como los carpetanos, cuyas tierras se encuentran al sur inmediato.

Cuando los romanos invadieron bajo el mando del famoso general Escipión el Africano en 218 a. C., los vetones, que mientras tanto se habían convertido en una tribu de ganaderos y cultivadores de cereales, redescubrieron sus raíces violentas y se retiraron a sus asentamientos fortificados en las colinas, o ‘castros’ desde donde opusieron una fuerte resistencia. Cuenta la leyenda (siempre hay una leyenda) que a la muerte de Escipión los vetones se levantaron en tal número que hubo que enviar una fuerza especial desde Roma al mando de un tal capitán Guisando, que en el año 133 a.C. arrasó la fortaleza celtibérica de Numancia para el suelo y conmemoró su victoria mandando tallar los cuatro toros de piedra.

Si esto es cierto o no, es discutible: se han encontrado estatuas similares de toros y cerdos en la región, y parece probable que, como estos, Los Toros estuvieran vinculados a las prácticas religiosas de los vetones con respecto a los animales que, a fuerza de su capacidad para ser domesticados, les había permitido abandonar sus andanzas nómadas y comenzar una civilización protourbana. Pero de cualquier manera, una vez derrotados, los celtíberos adoptaron con bastante facilidad la Pax Romana y el estilo de vida romanizado que la acompañaba, y Numancia pronto fue reconstruida con calles rectas, un foro, baños y un anfiteatro para deportes sangrientos.

A pesar de los siglos desde su supuesta creación, los toros de guisando se han mantenido en el tiempo. Cuatro esculturas en granito que representan a cuadrúpedos como toros, y aunque en alguna ocasión se ha dicho que podrían ser cerdos, lo cierto es que la mayor parte de especialistas se centran en la creencia de que son toros, pues ciertas piezas presentan cabezas con oquedades que se interpretan como cuernos.

El cuarteto de esculturas se observa pegado por los costados, por lo que forman una línea que va de norte a sur mientras todas miran hacia el oeste, hacia el cerro de Guisando, de ahí su nombre. Es una zona cercana al arroyo Tórtolas en la frontera entre Castilla y León y Madrid.

Información sobre los Toros de Guisando

Se han hecho muchas interpretaciones sobre estas esculturas. Sin duda, están en una zona donde la ganadería siempre fue básica para la supervivencia. El pueblo vetón dependía de esta práctica socioeconómica histórica, por lo que es probable que tuvieran una función protectora para el ganado.

Sea como fuere, siguen siendo una de las más importantes manifestaciones pre-romanas de cuanto se conserva en la Península Ibérica. Y es que en este tiempo los vetones se asentaron en lo que hoy se conoce como Badajoz, Cáceres, Ávila y Salamanca.

Los vetones eran ganaderos, sobre todo de cerdos, toros y vacas. De ellos aprovechaba su leche, su carne y sus pieles. Por eso se establecieron en esta zona, donde había riqueza de pastos y agua para el rebaño. También se cree que cazaban jabalíes.

Las esculturas son más bien toscas. Sin embargo, han sido importantes en la historia de la península. Aunque no hay contexto arquitectónico, grandes como Miguel de Cervantes ya se refiere a ellos en su obra magna, Don Quijote de la Mancha, igual que Federico García Lorca o Lope de Vega.

También dan nombre al Tratado de los Toros de Guisando, una jura o concordia de 1468 con firma del rey de Castilla Enrique IV y su hermanastra Isabel para que esta fuera proclamada princesa de Asturias, siendo reconocida como heredera al trono castellano.

Por último, queremos añadir que uno de los toros tiene una inscripción en latín que dice «Longinus Prisco – Calaet q patri fc», que se traduciría como: “Longinus mandó hacer (este monumento) a su padre Prisco, de los Calaeticos”. Otras dos esculturas también tienen inscripciones, pero las letras están borrosas.

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