El Juli, Perera y Talavante salen a hombros en la corrida de Cieza (Murcia)

Juli-Perera-Talavante
El Juli durante una de sus faenas (Foto: Efe).

Los diestros Julián López, El Juli; Miguel Ángel Perera, que sustituía a Andrés Roca Rey, resentido de un reciente cogida, y Alejandro Talavante han salido este domingo a hombros en la corrida de toros de Cieza (Murcia), en la que se han repartido siete orejas.

Se han lidiado seis astados de la ganadería de Daniel Ruiz, desiguales de presentación y juego y de los que segundo, cuarto y sexto han dado algunas opciones a los diestros.

La plaza ha registrado más de tres cuartos de entrada en tarde soleada pero con un viento que ha molestado en algunos momentos la labor de los actuantes.

El Juli, silencio y dos orejas.

Perera, dos orejas tras aviso y oreja.

Talavante, silencio y dos orejas.

El Juli no ha llegado a entregarse en el que abrió plaza, en el que nunca ha confiado, pero se ha desquitado en el cuarto, que aunque no ha llegado a romper a bueno, le ha dado algunas facilidades que el madrileño ha sabido aprovechar con una técnica y oficio que ha demostrado en las tandas de muletazos y naturales muy del agrado de la concurrencia y que ha rematado con una media que aunque trasera ha sido efectiva.

Lo mejor de la tarde lo ha dibujado sobre el albero el pacense Miguel Ángel Perera, que había entrado en el cartel por la vía de la sustitución y ha dominado a su oponente de principio a fin en una faena de gran belleza en la que ha alternado las tandas de muletazos con vistosos cambios de mano y los naturales templados con la muleta que barría la arena de la plaza.

En el quinto, que ha protestado en varas aunque solo ha recibido, como todos los del encierro un picotazo, no ha tenido opción alguna y el torero ha abreviado al ver que tenía enfrente un pozo sin agua.

Talavante no ha pasado de probaturas a su primero, en el que ha estado siempre muy desdibujado y por debajo de sus capacidades, pero se ha desquitado en el sexto, colaborador y con el que se le ha visto disfrutar desde el farol y la tanda de verónicas con la que lo ha saludado hasta la gran estocada con la que lo ha enviado al desolladero.

Entre ese principio y este final, un quite por gaoneras y varias tandas de muletazos, los primeros de rodillas, para recibir al morlaco y otra de naturales desmayados y lentos para rematar con cuatro manoletinas seguidas del pase de pecho.

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