Las ruinas romanas de Cáparra, testigo de la verdad absurda de Calígula

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Un momento de la obra 'Calígula' en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Foto: EFE

Las ruinas romanas de Cáparra, en Mérida, han sido testigo esta noche de la verdad absurda de «Calígula», una de las grandes piezas dramáticas de Albert Camus, en versión de Mario Gas, que ha contado con la complicidad de los espectadores, satisfechos de que el yacimiento cacereño vuelva a recobrar vida.

Y es que, por segundo año consecutivo, Cáparra y la comarca de Trasierra Tierras de Granadilla se convierten durante cuatro noches en la única extensión cacereña del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.

El recinto teatral, ubicado en el espacio arqueológico conocido como Foro de la Ciudad y que integra el espectacular arco tetrápilo de Cáparra en el escenario como telón de fondo, consiguió un lleno absoluto en el estreno de su segunda temporada.

Este año el espectáculo elegido para subir el telón en el cautivador yacimiento ubicado en los términos de Guijo de Granadilla y Oliva de Plasencia, ha sido «Calígula», la obra de Albert Camus que fue estrenada el año anterior y que el Festival de Mérida coproduce junto con Teatre Roma y el Festival Grec.

La dramaturgia y la dirección corren a cargo de Mario Gas, quien momentos antes de iniciar la función ha buscado la complicidad del público para defender que la puesta en escena se realizaría sin micrófonos, debido a que el lugar y su sonoridad lo permitían.

Protagonizada por un extraordinario Pablo Derqui, la obra trata algunos temas recurrentes de Camus, como el absurdo existencial, la enajenación metafísica, el sufrimiento y la lógica del poder. El protagonista se encuentra cara a cara con lo absurdo tras la muerte de su hermana y amante y somete a sus súbditos a una aterradora serie de demostraciones de lo que él considera ser la verdad absurda: que los hombres mueren y son infelices.

Este Calígula es una obra crítica sobre el poder y la corrupción, la maldad y contra la utilización del dominio de una forma totalitaria en cualquier tiempo, incluido el actual. «Gobernar es robar, todo el mundo lo sabe, pero está en las formas. Yo por ejemplo, robaré sin tapujos. Así olvidaréis las minucias», se jacta el emperador romano. Como otros grandes personajes, Calígula nos lanza preguntas, a veces sin respuesta, en un intento de buscar sentido a la vida.

El emperador, decepcionado con la vida, se muestra como alguien que se da cuenta de que nada dura, de que vivimos en una mentira, de que los hombres mueren y no son felices y que todo es fútil y pasajero y entonces nada vale.

Esta representación sobre la arbitrariedad del poder o la fragilidad de la existencia se ve reforzada en una simbólica escenografía creada por Paco Azorín e inspirada en el Palazzo della Civiltà del Lavoro, en Roma, un edificio representativo de las construcciones de la época fascista italiana de Mussolini.

Además de Derqui, completan el reparto Borja Espinosa, Pep Ferrer, Mónica López, Pep Molina, Anabel Moreno, Ricardo Moya, Bernat Quintana y Xavier Ripoll.

El Festival de Mérida continuará hoy viernes en Cáparra con el montaje extremeño «El cerco de Numancia», dirigido por Paco Carillo e interpretado por Fernando Ramos, Ana García, Pedro Montero, Paca Velardiez, Manuel Menárguez, David Gutiérrez, Juan Carlos Tirado, José Francisco Ramos y Jesús Manchón.

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