Cae el muro que prohibía la música en Arabia Saudí: los bahreiníes Likwid abren el primer festival de jazz de Riad

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Likwid - Twisted Thinking (with Ala Ghawas)

Son un cuarteto de blues jazz moderno original de Bahréin, uno de los países más pequeños del Golfo Pérsico. Likwid tuvo el honor de estrenar el escenario en el primer festival de jazz de la historia de Riad, capital insonorizada hasta hace poco de la Arabia Saudí que ahora pretende abrirse al mundo. Como en la glasnost soviética hace ya más de 30 años, este país rico y casi feudal está abriendo la mano a las influencias occidentales y haciendo su perestroika hacia la economía de mercado. Y ya ha caído el primer Muro, el de la música.

“Hace dos años, nadie se habría atrevido a hacer esto, ni siquiera a pensarlo”. Ahmed AlQasim es el bajista, vocalista y líder del cuarteto. Sobre las tablas han sido cinco, porque se les ha unido al saxo su “viejo amigo” Abdulah, como muchas veces hace en festivales y en el estudio.

“Solemos tocar en Bahréin, claro, pero hacemos bolos en otros países del Golfo y hace poco estuvimos en Egipto”, explica Ahmed. “Pero cuando nos llamaron para este festival… ¿Te lo puedes creer? ¡Aquí la música estaba prohibida hasta hace un cuarto de hora! Vinimos emocionados”.

Ahmed y su grupo Likwid provienen de un país infinitamente menor que Arabia Saudí, una pequeña isla rodeada de otras 12 que conforman el Reino de Bahréin. Su posición geográfica y la influencia occidental hasta que acabó el protectorado inglés a finales de los 60 convirtieron el archipiélago en un tubo de ensayo histórico de lo que hoy empieza a pasar en Arabia Saudí.

Arabia Saudí
Ahmed AlQasim, bajista y líder de Likwid, el cuarteto de blues original de Bahréin que abrió el primer festival de jazz en la historia de Riad, Arabia Saudí. (Foto: ADP)

La monarquía Al Jalifa que gobierna su país es casi tan dictatorial como la de la influyente Al Saud cuyas fotografías pueblan cada esquina de Riad. Pero en Bahréin se iniciaron las reformas hace ya décadas. La diversificación económica para no depender del petróleo que hoy encara Arabia Saudí con la “Visión 2030” y la apertura comercial a Occidente, germinaron en una sociedad culturalmente abierta y vanguardista.

Es cierto que en 2011 las manifestaciones en la Plaza de la Perla de la capital exigiendo más libertades fueron reprimidas a sangre y fuego. Y que los índices bahreiníes en los rankings de respeto a los derechos humanos distan mucho de ser homologables a las democracias liberales que conocemos. Pero Ahmed (bajo y voz), Khalid (piano), Ahmed (guitarra eléctrica) y Abdulrahman (percusión), el cuarteto de jazz Likwid, no son una rara avis.

Ya en 2005, en Bahrein se inauguró el primer festival Spring of Culture. Y desde entonces no ha dejado de celebrarse, con actuaciones de artistas locales y grandes estrellas internacionales. Con puño de hierro y guante de seda —además de la inestimable ayuda militar del ‘hermano mayor’ Al Saud—, la monarquía de los suníes Al Jalifa ha sabido modernizar el país y mantenerse en el poder en un reino en el que dos tercios de la población son chiíes —razón por la cual Irán, el gran enemigo regional de los países con influencia saudí, reclama periódicamente su soberanía sobre el archipiélago—.

La música de Likwid está más cerca del blues que del jazz. Al fin y al cabo, primos hermanos de la negritud esclava llegada a Estados Unidos , y evolución de los espirituales repetidos de padres a hijos desde África hasta los campos de algodón, pasando por los barcos de carga humana. Música de raíces y expresión de liberación del alma. «Es que eso es lo que más me emociona, la pureza de la composición que cuenta algo de quién eres», comenta Ahmed. «Adoro el flamenco, cuando suena Camarón siento que me canta a mí. ¡Y los clásicos latinos! Donde esté un bolero… apaga lo demás».

Arabia Saudí
Ahmed, Jamal Albeshri, CEO de Maqam, organizadora del festival de jazz de Riad, y Abdulah, del cuarteto bahreiní Likwid. (Foto: ADP)

Ahmed y Abdulah, su viejo amigo al saxo, recogen sus instrumentos y bajan del mini escenario que hay montado a la entrada del festival, donde han estado haciendo un off para rezagados. Se abrazan con Jamal Albeshri, CEO de Maqam, la empresa organizadora, y lamentan tener que irse al amanecer. “La música es el lenguaje del entendimiento”, sonríe Ahmed, “es maravilloso haber estado aquí para ofrecer a tantos jóvenes saudíes, deseosos de libertad, lo que en otros sitios ya podemos hacer”.

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